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martes, agosto 19, 2025

Bíter y abanicos a 40 grados, en la Ribera d’Ebre

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Tras la misa de 12, Maria Pons y Maribel March enfilan a paso ligero, sin entretenerse demasiado, hacia el bar Maig, en su pueblo, Garcia, en la Ribera d’Ebre. De camino pasan por delante de un gran tobogán de agua, que en la recta final de la fiesta mayor hace las delicias de vecinos y forasteros en otro día de calor intenso, aunque a las 13 horas no se han superado los 40ºC. Maria y Maribel piden como es habitual un bíter sin alcohol y hablan del tiempo. “Nunca habíamos tenido temperaturas tan altas durante tantos días seguidos, pero siempre ha hecho calor; aquí, en estos pueblos a orillas del Ebro, estamos hundidos entre montañas en lo que se llama la Cubeta de Móra”, explican Maria y Maribel.

Una de las escapatorias a esta suerte de olla a alta temperatura es el bar Maig. Aquí se está bastante fresquito, pero de vez en cuando también se echa mano de los abanicos. Verónica, la encargada, cuenta que el sábado se agotó el agua, vendieron más del doble que un día normal y se quedaron sin botellas de litro y medio.

Tobogán de agua en Garcia, ayer por la mañana

Tobogán de agua en Garcia, ayer por la mañana 

Xavi Jurio

“Antes decíamos: ¡Pero si ya hemos llegado a los 30 grados, a ver cuándo bajamos! Y ahora hablamos de 40”

La denominada Cubeta de Móra, entre Ascó y Miravet, siguiendo el curso del Ebre, es uno de los epicentros del calor en Catalunya. Vinebre alcanzó el sábado los 42,9 ºC y la cercana Benissanet, los 43,8 ºC, pero afortunadamente ayer no se cumplieron las previsiones publicadas por el Meteocat de cifras récord que rondaban los 44 grados, en una jornada plomiza.

A la alcaldesa de Vinebre, Sandra Rico, le disgusta que se hable de su municipio por las elevadas temperaturas, teme que se ahuyente a los turistas. “Sí, en esta zona hace más calor en verano y más frío en invierno, estamos casi a nivel de mar, encajonados, como en una cazuela, somos el ombligo de la Ribera d’Ebre, pero tenemos refugios climáticos, la piscina, un espacio con árboles junto al río, el bar del Casal de la Gent Gran… No queremos que la gente se asuste”, manifiesta Rico.

La gente se refrescaba ayer en la piscina de Vinebre

La gente se refrescaba ayer en la piscina de Vinebre 

Xavi Jurio

Miquel Miró, de 93 años, es uno de los habituales del bar del Casal, en la planta inferior del Ayuntamiento de Vinebre, un edificio de estilo colonial “que hizo construir un vecino que se fue a hacer las Américas, Joaquim Veà”. Miró combate en casa la canícula con una bomba de frío y un ventilador, además de las visitas diarias al Casal, un lugar muy agradable con un balsámico aire acondicionado. Ayer seguía el Gran Premio de Austria de Moto GP acomodado en primera fila de este local. “Antes decíamos: ¡Pero si ya hemos llegado a los 30 º C, a ver cuándo bajamos! Y ahora hablamos de 40. Las olas de calor duraban menos y de noche se estaba mejor, pero creo que los que más sufren son los que viven en zonas donde solían tener temperaturas mucho más bajas”, comenta con resignación Miquel. En una mesa contigua, Carolina se suma a la conversación. “Antes no estábamos pendientes constantemente del termómetro, ahora es un desespero por si pasamos de los 40º”, dice mostrando la aplicación del Meteocat. La temperatura que marcaban los diferentes servicios meteorológicos no coincidía. Si 37, 39, 40, 42 grados a las tres de la tarde. El Meteocat estableció 40,1 ºC pasadas las 15 horas.

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Miquel Miró mirando el termómetro en la terraza del bar del Casal

Miquel Miró mirando el termómetro en la terraza del bar del Casal 

Xavi Jurio

Al margen de la incomodidad y de las limitaciones que impone la canícula, la gran preocupación en una Catalunya rural que cada vez cede más territorio al bosque es el riesgo de incendio. Este fin de semana se han activado todas las alarmas, se han cerrado accesos a parques naturales y se ha pedido responsabilidad y prudencia a la ciudadanía. Sandra Rico recuerda el virulento fuego que en el 2019 arrasó 6.500 hectáreas entre la Torre de l’Espanyol, Vinebre, la Palma d’Ebre, Flix y Maials y aboga por la defensa del campo. “Han desaparecido explotaciones, pero siguen otras como actividad principal o complementaria; en el pueblo tenemos tres bodegas y un productor de aceite”, subraya. Pero Maria Pons lamenta que en Garcia las fincas de la familia se hayan abandonado por completo por falta de relevo generacional. Los campos de avellanos, de olivos y la viña ya son terrenos yermos.

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Redacción

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