“Muchas veces a Borges se lo lee como si fuera un dogma, casi por fe, incluso antes de abrir sus libros”, advierte Daniel Mecca, periodista, gestor cultural y director del BorgesPalooza. La frase, entonces, sintetiza el desafío que inspira a este festival literario atípico, que llega a su séptima edición en 2025: desacralizar al escritor más citado de la literatura argentina, sacarlo del bronce y devolverlo al presente.
BorgesPalooza tendrá lugar del 1 al 7 de septiembre en distintos lugares y con formatos variados. La apuesta no es menor. Borges, convertido en ícono universal, carga con una veneración previa que, según Mecca, más que acercar puede terminar alejando a los nuevos lectores.
“Esa devoción corre el riesgo de volverlo inaccesible. Nosotros proponemos otra cosa: bajarlo del pedestal y presentarlo como un autor vivo, que todavía dialoga con distintas generaciones”, agrega Mecca. Para decirlo en sus propios términos, el BorgesPalooza inventó un verbo: borgear. Leer a Borges, releerlo y resignificarlo todo lo que sea posible.
Una tradición de cuentistas
Entre las voces que acompañarán el festival estará la escritora Liliana Heker, quien subraya la vigencia de Borges en la tradición literaria argentina. “Este es un país de cuentistas excepcionales y ahí sí venimos de Borges. Es un país de grandes cuentistas, hay novelistas excepcionales por supuesto, pero el resto de Latinoamérica en general ha dado grandes novelistas más que grandes cuentistas. Argentina, lo mismo que Uruguay, son sobre todo países de cuentistas y, sin duda, un enorme cuentista como Borges tiene mucho que ver con esa tradición”, sostuvo.
Heker también recordó que Borges “no tuvo necesidad de escribir una novela porque lo suyo condensaba sabiduría y belleza en esos breves textos. En muy pocas páginas podía hacerte pensar, darte vuelta la cabeza”. Su mirada refuerza la idea de que Borges sigue siendo un autor capaz de generar impacto con la misma intensidad que en sus años de mayor producción.

El BorgesPalooza nació en plena pandemia, como un gesto contracultural en tiempos de encierro. Su motor fue, desde el comienzo, un espíritu lúdico: “Quitarle solemnidad a Borges”, explica Mecca. “Leer a Borges no debería ser un deber constitucional. Te puede no gustar, y no pasa nada. Pero siempre es importante leerlo para sacar tus propias conclusiones, no repetir las de otros”.
Ese espíritu encontró eco en cientos de lectores, y a lo largo de cinco años de trabajo y más de treinta entrevistas con especialistas, el festival se consolidó como un espacio para pensar al autor frente a los desafíos de la época: las nuevas generaciones, las redes sociales, incluso la inteligencia artificial.
Una apertura a cargo de los lectores
La séptima edición trae consigo novedades: la apertura no estará a cargo de una figura literaria consagrada, sino de los propios lectores. Con micrófono abierto, quienes lo deseen podrán leer un fragmento de Borges tras inscribirse previamente por correo electrónico. La actividad se realizará en la librería El Aleph en el barrio porteño de Recoleta (Avenida Santa Fe 2151) a partir de las 18.30.
El gesto no es casual. “Borges es el escritor que es porque fue, ante todo, un lector extraordinario”, dice Mecca. Y agrega: “Que los lectores inauguren el festival es el mayor homenaje que podemos hacerle”.
El leitmotiv elegido este año es la “invasión”, en alusión al film Invasión (1969), que Borges coescribió con Adolfo Bioy Casares y Hugo Santiago, y que será proyectado en esta edición. “Borges invadió la literatura argentina de manera excepcional. Esa invasión sigue ocurriendo”, afirma Mecca. La consigna también apunta a ocupar otros espacios: las redes sociales, las conversaciones cotidianas, el espacio público.

Uno de los momentos más esperados será el experimento “¿Puede la inteligencia artificial escribir como Borges?”, que se realizará en la Escuela Cristóforo Colombo (Ramsay 225). Allí, en un diálogo en vivo, se confrontarán textos del propio Borges con producciones de una IA configurada con su estilo. La pregunta de fondo –si la máquina puede reemplazar a la literatura– promete abrir un debate urgente para estos tiempos.
La programación incluye, además, un “Borges Kids”, pensado para acercar su obra a las infancias. A partir del cuento «La casa de Asterión», los niños crearán su propio libro en un taller en la librería Naesqui, en Villa Ortúzar (14 de Julio y Charlone).
El cierre, en tanto, tendrá un tono inesperadamente rockero. Andrea Prodan, hermano de Luca, conversará sobre Borges, el rock, la mitología porteña, Inglaterra, Pink Floyd y el cine. Un cruce improbable y a la vez coherente con el espíritu descontracturado del festival. “Let’s dance and let’s Borges”, concluye Mecca.
Las actividades son libres y gratuitas, por orden de llegada, y algunas requieren inscripción previa. Toda la programación puede consultarse en borgespalooza.com.