Este viernes comenzó el otoño. Y más allá las figuras poéticas que lo asocian a las hojas que caen, la estación trae todos los años una realidad: aumenta la circulación de virus respiratorios y particularmente de uno, el sincicial respiratorio (VSR), que afecta en especial a los más chiquitos. El causante de la famosa bronquiolitis y también de la neumonía.
Después de un 2023 caótico, con guardias pediátricas desbordadas que expusieron la crisis sin solución de la falta de pediatras, el 2024 dio un respiro gracias a un factor clave: la vacunación de las embarazadas, que comenzó justamente el año pasado. Pero no todas las mujeres que cursaron un embarazo el último año recibieron la vacuna, e incluso quienes la recibieron tienen que tener otros cuidados para evitar el contagio del VSR.
El sincicial respiratorio es un virus muy transmisible, a través de las secreciones respiratorias o del contacto con objetos contaminados. Es la causa más común de infecciones respiratorias agudas bajas en niños pequeños: al menos la mitad tiene una infección con el VSR en el primer año de vida y se estima que casi todos la van a tener antes de los dos años, puntualiza un consenso sobre el tema que la Sociedad Argentina de Pediatría difundió en agosto.
El impacto de este virus es alto: es responsable de un tercio de las muertes en el primer año de vida, y el 97% de esos casos ocurren en países de bajos y medianos ingresos. El documento de la SAP aporta más estadísticas para entender el problema: entre uno y cuatro de cada 100 lactantes sanos tiene riesgo de terminar internado por el VSR en sus primeros dos años. El riesgo es mayor para los prematuros (4,3%) y para los bebés con cardiopatías o enfermedades congénitas, entre otras comorbilidades (supera el 10%).
“La tasa de mortalidad infantil comunitaria por VSR en Argentina es más alta que la reportada en países desarrollados (0,27 muertes/1.000 nacidos vivos)», señala la SAP.
Entre enero y julio del año pasado, se registraron 72.150 casos de bronquiolitis en menores de dos años, un 46,5% menos que el año anterior. También bajaron un 23% las neumonías, mientras que las infecciones por influenza se mantuvieron iguales.
Más allá de una posible menor circulación del virus respecto al 2023 (cuando la temporada de bronquiolitis también empezó antes), la disponibilidad por primera vez de la vacuna jugó un rol clave. Según los primeros estudios de farmacovigilancia, su efectividad para prevenir que el cuadro se vuelva grave fue alta: fue alta: 73,9% en bebés de hasta seis meses.
La vacuna para el sincicial respiratorio tienen que recibirla las embarazadas entre las 32 y 36,6 semanas de gestación, entre enero y agosto. ¿Por qué no se vacunan las que cursan esa edad gestacional entre septiembre y diciembre?
“La campaña de vacunación comienza en enero ya que las recomendaciones establecen que se debe empezar dos meses antes de la temporada de mayor circulación viral, que va marzo a julio. Si se vacunara a la gestante luego de septiembre, los niños nacerían fuera de la temporada de mayor circulación viral y como los anticuerpos maternos los protegen solo por 5 o 6 meses, no se justifica la continuidad de la vacunación de forma anual”, explicaron a Clarín desde el Ministerio de Salud de la Nación.
Todavía no hay datos oficiales sobre la campaña de vacunación 2025, pero el año pasado se vacunaron el 62,5% de las gestantes, lo que significa que casi 4 de cada 10 no recibieron la inmunización para sus hijos.
El obstetra Miguel Huespe, jefe del departamento materno infantil del hospital Santojanni (que fue parte del estudio de farmacovigilancia) y profesor titular de obstetricia de la UBA, remarca que la vacunación materna es muy importante porque “en los primeros seis meses los bebés son más vulnerables, por la inmadurez propia del aparato respiratorio y por su inmunidad en desarrollo”.
Y aclara que la vacuna utiliza una proteína, que es una fracción del virus: “No estamos inoculando a la madre ningún tipo de virus. Se da en el tercer trimestre para que exista un lapso para que desarrolle los anticuerpos que atravesarán la placenta”. También, recuerda, deben aplicarse todas las otras vacunas incluidas en el calendario, como la triple bacteriana acelular, la doble y la antigripal.
En qué casos deben inmunizarse los bebés
Hasta ahora, no existe vacuna para los recién nacidos, para quienes se está estudiando una de aplicación intranasal. Si la madre se vacunó en el momento indicado, se espera que ese bebé esté protegido cuando el virus circule con más fuerza.
Sin embargo, hay casos en los que puede ser recomendable una protección extra. Los bebés no reciben una vacuna sino directamente un anticuerpo, lo que se llama inmunización pasiva.
El sistema de salud cubre gratuitamente la inmunización pasiva para los prematuros extremos (que nacieron con menos de 32 semanas o menos de 1.500 gramos) hasta los seis meses de edad al inicio de la temporada; los prematuros con displasia broncopulmonar (hasta el año) y los bebés menores de un año con cardiopatías congénitas. El anticuerpo que reciben se llama palimizumab, y deben administrarse cinco dosis.
Este otoño también está disponible un nuevo anticuerpo monoclonal de larga duración, el nirsevimab, que había sido aprobado por la ANMAT a fines del 2023 y que se indica para la misma población objetivo, pero con una sola dosis. Este fármaco está disponible solo en el sector privado.
“En un lactante sano, el promedio de edad de los pacientes internados es de 6/7 meses de vida. Si tenés un bebé que la madre no fue vacunada y es sano, se puede indicar el anticuerpo monoclonal, pero hay que aclarar que en estos casos sólo está disponible en el ámbito privado”, explica Fernando Burgos, pediatra y miembro del departamento científico de la Fundación Vacunar.
El precio de referencia del nirsevimab en webs farmacéuticas es de alrededor de $ 700.000 la dosis única y de alrededor de $ 2,2 millones el esquema completo del palimizumab.
Para Burgos, el anticuerpo monoclonal de larga duración es una herramienta útil también para inmunizar en la segunda temporada a pacientes con comorbilidades que los hacen más vulnerables al sincicial hasta los dos años.
El médico enfatiza una postura que ya expresó la Sociedad Argentina de Pediatría en el mencionado documento de posición: que contra el VSR hay que tener una estrategia integrada.
Esto significa que la vacunación materna «debe integrarse con la recomendación de uso de anticuerpos monoclonales de larga duración para cubrir a las personas no alcanzadas», como los lactantes menores de 6 meses nacidos antes de la semana 32, los que sus mamás no se vacunaron o que se vacunaron pero el nacimiento se produjo antes de los 14 días de la vacunación, o los hijos de mamás inmunocomprometidas.
Desde Nación señalaron a este diario que la posibilidad de una inmunización pasiva para niños sanos cuyas madres no recibieron la vacuna “se ha analizado”, pero “no es una estrategia sanitaria a implementar en el corriente año”.
La SAP además recomienda vacunar hasta los dos años a los bebés con ciertas cardiopatías congénitas, enfermedad pulmonar crónica, inmunocompromiso, síndrome de Down, fibrosis quística, enfermedad neuromuscular y anomalías de las vías aéreas.
Para prevenir el VSR, la entidad también propone que la estrategia incluya «una vigilancia epidemiológica y genómica de calidad», y suma cuatro recomendaciones sin ningún costo adicional que pueden seguirse en todos los casos: lactancia materna, higiene de manos, controles pediátricos periódicos y evitar la contaminación ambiental con humo.
AS