En verano, el tiempo se vuelve un lujo: entre escapadas improvisadas, comidas al aire libre y días que se alargan sin darnos cuenta, a veces lo último que queremos es pasarnos horas en la cocina. Por eso, tener un microondas bueno, bonito y barato no es solo una comodidad… Es casi una necesidad. Ese electrodoméstico que calienta, descongela o remata tus platos en segundos puede convertirse en la solución perfecta para quienes quieren comer bien sin perder tiempo. Y si además queda bien en la cocina, combina con el entorno y no cuesta una fortuna, entonces estamos hablando de una compra redonda.
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