Diversos estudios respaldan la conexión entre la exposición al clima adverso y el deterioro de la salud mental.
Las olas de calor sin precedentes, las sequías prolongadas y los desastres naturales causados por el cambio climático generan angustia, ansiedad y otros trastornos psicológicos en poblaciones de América Latina.
Un ejemplo asociado a esta huella en la salud mental, es el caso de la mexicana, Yanine Quiroz, quien experimentó una severa ecoansiedad durante las intensas temperaturas y la escasez de agua de 2024. “Sentí mucho miedo de ver esa escasez de agua y cómo toda mi familia y mis amigos estábamos sufriendo”, afirmó.
El reportaje publicado en el portal web de Inter Press Service, señala que diversos estudios respaldan la conexión entre la exposición al clima adverso y el deterioro de la salud mental. El calor extremo, por ejemplo, está vinculado con un aumento en los trastornos del estado de ánimo, la ansiedad e incluso con pensamientos suicidas.
En el caso de desastres naturales como el huracán Otis en Acapulco, las personas que lo vivieron sufren impactos agudos en su bienestar psicológico, experimentan estrés postraumático y reviven constantemente los momentos de terror.
Actualmente, algunos especialistas emplean el término “ecoansiedad”, un concepto emergente que describe la angustia relacionada con el clima, definida también como un estado de preocupación y malestar emocional ante la crisis ambiental.
Sin embargo, este estado aún no es considerado una condición médica reconocida, su prevalencia es cada vez más evidente, especialmente entre las generaciones más jóvenes y aquellos directamente involucrados en temas ambientales.
Un estudio de The Lancet reveló que más de la mitad de los jóvenes encuestados en diez países experimentaban emociones negativas ante el cambio climático. Las Naciones Unidas y la Organización Panamericana de la Salud, señalaron el aumento de los problemas de salud mental en las comunidades indígenas de todo el mundo, por causa de los cambios medioambientales.