En la década de 1950, cuando el turismo en la Costa Brava todavía era anecdótico, se escribían en Palamós las primeras páginas de la historia del campismo en Catalunya. Corría el año 1953 cuando un grupo de viajeros extranjeros pidió al joven empresario Juan Farré pernoctar en unos terrenos que tenía justo al pie de su casa, en el paraje de La Fosca. Bautizado con este topónimo, aquel camping, ya inactivo, fue el primero en registrarse, según constata el libro El camping. Història dels càmpings a Catalunya , escrito por la Universitat de Girona (UdG) por encargo de la Associació de Càmpings de Girona.
La trayectoria del camping en Catalunya es un ejemplo de la necesidad hecha virtud. Primero llegó la demanda y después se creó la oferta. Los primeros campistas que llegaban de Francia o Alemania, al cruzar la frontera, buscaban un terreno donde poder acampar. Sin regulación alguna, cualquier lugar era bueno para plantar la tienda: la playa, un campo, un bosque.

Clientes en La Nòria de Torredembrara, en 1962
Càmping La Nòria/ ‘El camping. Història dels càmpings a Catalunya’
No fue hasta 1956 cuando el Ministerio de Información y Turismo promulgó el primer decreto para reglamentar este tipo de alojamiento. Se contabilizaban solo siete alojamientos. No todas las peticiones eran aceptadas, ya que no todos cumplían unos mínimos requisitos: garantizar la gestión de aguas residuales, fecales y residuos.
El presidente de la Federació de Càmpings de Catalunya y propietario del Salatà de Roses, Miquel Gotanegra, explica que a su tío, que era promotor y constructor, a finales de la década de 1950 no se le había pasado por la cabeza ni por asomo crear un alojamiento de este tipo. “Pero al ver que la gente le pedía poner la tienda en sus terrenos, al final se decidió”.
En las década de los 50 y 60, agricultores de la Costa Brava cambiaron sus cultivos por campings
Tampoco estaba en la mente de la familia Arraut, vinculada al campo farmacéutico, impulsar este tipo de negocio hasta que un viaje a Suiza, cerca del lago Lemán, cambió el futuro familiar. Josep Manel Arraut, uno de los propietarios de La Ballena Alegre, explica que durante aquel viaje su madre tuvo una corazonada.
“Mis padres nunca habían visto un camping, y se sorprendieron que la gente hiciera vacaciones al aire libre, en plena naturaleza”, explica. Una idea que decidieron extrapolar a Viladecans, donde en 1955 inauguraron La Ballena Alegre. “La caravana era todavía un lujo al alcance de pocos, el 95% se alojaba en tiendas de campaña del tipo canadiense”, recuerda Arraut.

Un burro cargado con productos de cerámica en el camping Aquarius de Sant Pere Pescador, en el año 1991.
Càmping Aquarius/ ‘El càmping. Història dels càmpings a Catalunya’
El experto en esta tipología de turismo Agustí Valls explica en el documental Pioners del camping. 70 anys de camping a Catalunya , que la productora Visual 13 ha realizado para conmemorar esta efeméride, que en los primeros años agricultores de la Costa Brava pronto empezaron a ver que sus campos de cultivo podrían ser mucho más rentables si se convertían en campings, alojamientos que empezaron a proliferar en la fachada litoral.
Los impulsores del grupo Sènia del Maresme, actualmente con varios establecimientos, convirtieron el campo de Pineda de Mar donde el abuelo de la familia sembraba patatas en el Caballo de Mar, el primer camping del grupo en 1969. “Los espacios de sombra se hacían con cañas, había váteres, duchas y un lugar para fregar los platos y poco más”, relata Rosa Maria Morell, propietaria del grupo, junto a sus cuatro hijos.

Tiendas acampadas en el camping Roca Grossa de Calella en la década de 1960.
Càmping Roca Grossa/ ‘El càmping. Història dels càmpings a Catalunya’.
En 1965, más de la mitad de los 327 campings existentes en la Península se encontraban en Catalunya, que registró un auténtico boom en la década de 1970. Las provincias de Girona y Tarragona, que hoy en día son dos referentes del sector, sumaban más de un tercio de todos los alojamientos de España.
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Poco a poco se fueron construyendo campings en temporada de invierno para desestacionalizar la oferta y un punto de inflexión llegó con la irrupción del caravaning a principios de 1970, una moda que fue creciendo hasta alcanzar las 80.000 caravanas en 1980. Poco a poco el sector se fue especializando.
En 1965, más de la mitad de los 327 campings existentes en la Península se encontraban en Catalunya
En 1981 se creaba el primer camping naturalista, el Toro Bravo, en Viladecans, y en 1984 uno de los primeros alojamientos de lujo, el Cypsela, se abría en la Costa Brava. Los bungalows y los parques acuáticos, herencia de los franceses, ampliaron el abanico de clientela y la pandemia contribuyó a incorporar un perfil que nunca antes se había planteado pisar un camping, aumentando la presencia de turistas catalanes y españoles.
Muchos de ellos se han convertido en resorts de vacaciones y actualmente el sector en Catalunya suma 353 empresas con más de 266.000 plazas. El año pasado recibieron 4 millones de turistas que sumaron 20 millones de pernoctaciones, el 30% del total de las generadas en Catalunya.