Por Luis Gotte – La Trinchera Bonaerense
En 1947, mientras el país avanzaba con su primera gran política de industrialización, el gobierno de Juan D. Perón impulsaba también una reforma rural silenciosa, profundamente humana y planificada: la creación de colonias agrícolas con chacras mixtas.
Una de las más emblemáticas fue la Colonia “Cañada Rica”, en el sur de la provincia de Santa Fe, cercana a Villa Constitución. Allí, el Consejo Agrario Nacional (creado por Ley N. º 12.636 sobre colonización nacional de 1940) adquirió unas 7.000 hectáreas de antiguos latifundios para subdividirlas y entregarlas a familias de trabajadores rurales bajo un nuevo modelo de vida y producción.
Lo revolucionario no era solo repartir la tierra, sino organizar la comunidad.
Por eso, el CAN proyectó el Centro Cívico de la Colonia Cañada Rica, un verdadero núcleo urbano en medio del campo. El Proyecto fue elaborado entre 1947 y 1949 por técnicos del Consejo Agrario Nacional, arquitectos del Ministerio de Obras Públicas y asesores del Movimiento de Arquitectura Social Peronista, vinculado a la Dirección de Arquitectura del Estado.
El centro cívico tenía una plaza central rodeada de los edificios esenciales de la comunidad. A su alrededor, de manera concéntrica, se distribuían las chacras mixtas, pequeñas explotaciones agrícolas y ganaderas donde cada familia podía trabajar, producir y vivir dignamente.
Era una ciudad agrícola planificada, una “comunidad organizada” en el sentido más literal del término: trabajo, educación, salud, fe y cultura en equilibrio con la tierra.
Un modelo pensado para frenar el éxodo rural y reconstruir el tejido productivo desde abajo, con el Estado acompañando, no dominando.
El proyecto de Cañada Rica fue publicado en el Boletín del Consejo Agrario Nacional (1949) y en la Revista de Arquitectura (1950), donde se lo destacó como ejemplo del nuevo urbanismo social argentino.
Hoy, sus planos y fotografías se conservan en el Archivo General de la Nación y en el Museo de Arquitectura (MARQ).
Aunque el golpe de 1955 interrumpió aquella política de colonización, Cañada Rica quedó como símbolo de lo que el peronismo entendía por desarrollo: no la simple distribución de la tierra, sino la construcción de una comunidad productiva, soberana y organizada.
El Centro Cívico estaba pensado como el corazón social, educativo y administrativo de la colonia. El proyecto incluía:
. – Casa comunal y oficinas del Consejo Agrario Nacional local (autoridad de la colonia).
. – Escuela agrícola y granja experimental (para formación técnica y capacitación familiar).
. – Capilla y casa parroquial (vida espiritual).
. – Centro cooperativo (depósito de granos, talleres, mercado de productos).
. – Viviendas para maestros, técnicos y personal sanitario.
. – Plaza cívica con mástil, fuente y mural alegórico al trabajo rural.
. – Policlínico rural, club social y espacio deportivo.
La traza urbana era circular o semicircular, con el centro cívico en el núcleo y las chacras mixtas distribuidas radialmente alrededor, a modo de anillos concéntricos.
Era, literalmente, una ciudad agrícola planificada: cada familia tenía su lote de producción, pero compartía los servicios comunes del centro.
Tal vez haya llegado el momento de mirar hacia ese modelo otra vez.
Porque en una provincia como la de Buenos Ayres donde el interior se vacía y el AMAB e amontonan pueblo, la verdadera revolución sigue siendo la del arraigo y la dignidad del trabajo en la tierra.


 
  
  
  
  
  
  
 



