En un día como cualquier otro en el Festival de Cannes uno puede ver una película de animación fascinante, del director de Las trillizas de Belleville, lo nuevo de Wes Anderson con un elenco infernal, asistir a la conferencia de prensa de Jennifer Lawrence y Robert Pattinson, participar de una lección de música con Guillermo del Toro y Alexandre Desplat y terminar la jornada viendo la única película latinoamericana en competencia por la Palma de Oro.
Sylvain Chomet dirigió Marcel et Monsieur Pignol, sobre el dramaturgo, novelista y cineasta nacido en Marsella que fue de los más inventivos entre los años ‘30 y ‘50 en Francia. Una particularidad: el título hace referencia a Marcel, que es Pignol de niño, y a Pignol de grande. Se encontrarán una y otra vez, lo mismo que Pignol con su madre muerta. Anótenla ya para ver: va a ser candidata al Oscar al mejor filme de animación dentro de un año.
Quizá no esté entre las nominadas al premio de la Academia de Hollywood en 2026 lo nuevo de Wes Anderson, pero con El esquema fenicio el director de El Gran Hotel Budapest vuelve por momentos a tener su gran forma, tras un par de proyectos que no estaban a su altura.

El elenco es, como siempre, rutilante, con un Benicio del Toro como protagonista. Es un magnate y empresario, un rufián al que muchos desean eliminar, y por eso le derriban varias veces su avión particular, y Zsa-zsa Korda siempre sobrevive. Tiene nueve hijos, ocho varones y una mujer, que es monja (Mia Threapleton, hija de Kate Winslet), con la que quiere recomponer su relación.

También lo acusan de haber asesinado a sus tres esposas y tiene un sueño. Un proyecto de infraestructura triple: un túnel locomotor entre montañas, una vía navegable interior transdesértica y un terraplén hidroeléctrico.
Como todas las películas del excéntrico cineasta, la trama se irá intrincando, e irán apareciendo personajes pintorescos, entre ellos varios intérpretes que han trabajado con el director de Asteroid City o Moonrise Kingdom, como Tom Hanks, Bryan Cranston, Jeffrey Wright, Riz Ahmed, Scarlett Johansson, Mathieu Amalric, Bill Murray (en un papelito), Rupert Friend, Hope Davis y Benedict Cumberbatch, más Michael Cera.

Y en vez de llegar en los autos BMW negros que el Festival pone a disposición de los invitados, Anderson y los suyos llegaron en un… ómnibus.
Y como todo tiene que ver con todo, Alexander Desplat dio a continuación una Lección de música junto a Guillermo del Toro, el director con quien trabaja actualmente en una versión de Frankenstein y con el que ya hizo la ganadora del Oscar La forma del agua y Pinocho, para Netflix.

Con gente sentada hasta en los pasillos o apoyada en las paredes laterales de la Sala Buñuel, primero subió al escenario el compositor, que hasta tocó un piano en algunos momentos para graficar lo que contaba. Luego se sumó el realizador mexicano y sí, dieron una auténtica lección acerca de cómo la música es una protagonista más en una película.
Entre las muchas frases que dejaron los dos –que, se notó, se llevan a las mil maravillas-, una de ellas tuvo que ver con las emociones. “Tenemos que permitirnos tener emociones, el arte es emotivo, soy mexicano y extremadamente sentimental… La emoción es el nuevo punk, es algo a lo que gente no se arriesga, pero nosotros sí nos arriesgamos». Y sumó que en las jornadas de trabajo con el compositor «hasta que no lloro en su estudio, no descansamos».

Del Toro recordó que llamó por teléfono a Desplat cuando éste ganó el primero de sus dos Oscar (por El Gran Hotel Budapest, de… Wes Anderson), simplemente para “decirle que era un gran admirador suyo, felicitarlo y decirle que esperaba trabajar algún día con él”.
Y así contó cuando conoció en persona a Desplat. “Lo llevé a comer un sushi muy caro, y eso que estábamos por preparar una película sobre un personaje anfibio…”.
La pasión por la música de Del Toro es tal que aseguró que el 90% de la música que escucha son bandas de sonido. “Los primeros discos que me compré fueron los de El Padrino, de Nino Rota, y el de Tiburón, de John Williams. Spielberg tiene un gran ADN musical. Y la colaboración secreta es que creo que él filma como un compositor, John Williams compone como un director, y es una fusión tan hermosa…”.

“Las cosas que no puedo hacer son las que me impresionan más. Y en las cosas en las que me puedo meter mucho, soy un muy mal jefe -admitió el mexicano-. Así que la música es muy especial para mí. Con Alexander hablamos de emociones. Antes de trabajar con él nunca había ido a una sesión de grabación de música para mis películas. No, nunca, porque yo vengo del cine independiente, independiente, independiente, y tenemos que elegir entre pagar dos violines más o mi pasaje de avión. Dije que consiguieran dos violinistas más, ¿qué voy a decir?».
“Y Alexander fue el primer compositor al que, cuando le dije que no, que no iría a su estudio de grabación, me contestó ‘No, vos venís, y me vas a hablar en términos emocionales, me vas a decir lo que sentís. Lo vas a hacer, no puedo no tenerte’. Y fue la primera sesión a la que realmente fui. Pensé OK, que visitaría el lugar por un día o dos, y me iría de compras. Y creo que con él hice las películas que mejor lograron la comunión entre la imagen y la música”.
“Es que en la sesión de grabación te convertís en espectador de tu propia película. Sí, porque estoy cocinando para todos (se refiere a cuando filma la película, en el set). Todo el día, todos los días, y cuando entro a su estudio, Alexander tiene una mesa tendida para mí. Ñam, ñam, ñam… (hace como que picotea de una mesa imaginaria, y el público ríe). No sé. Y es increíble lo que estoy recibiendo. Y encontrás el personaje final de la película. Creo que cuanto más te hacés como cineasta, más entendés que la película te habla. ¿Podés callarte y escuchar?, parece que te dijeras. Y eso es lo que hacés”.

La forma del agua fue la décima película de Guillermo, y ganó el León de Oro en el Festival de Venecia, y cuatro premios Oscar, incluyendo película dirección y… música original.
Y cuando el animador le sugirió que “a veces no estás de acuerdo, supongo”, respondió que “sí, pero esperá, ésa es la belleza del asunto. Cuando dos personas están de acuerdo, una debería irse… Con La forma del agua yo sabía que quería hacer como un musical de Vincente Minnelli. E iba a rodar un musical que no fuera musical. Así que los movimientos de cámara eran muy Minnelli, eran continuos, parecía que se iba a romper con el sonido. Así que la partitura tenía que tener ese estilo, porque necesitábamos que pareciera un musical, de una manera extraña”.
Y para ilustrar esa idea, mostraron una escena de La forma del agua (por la que ambos ganaron sendos Oscar, a la mejor música original y a la mejor dirección), primero sin música y luego con ella.

Y quedó flotando la sensación de cómo será la música del Frankenstein que estrenarán hacia fin de año. «El cine de Guillermo es muy lírico y Mary Shelley -la autora de Frankenstein– también, así que la música será muy lírica y sentimental, no estoy escribiendo música de terror», dijo el francés, quien antes había aclarado que no compone música para películas de acción “porque me interesa el crecimiento de los personajes”.
Por su parte, Del Toro dijo que la suya no será una película de terror (“para mí, es una historia emotiva, tan personal como todo lo demás que hice… Es sobre ser un padre, ser un hijo») y agregó que, en su concepción, Frankenstein no es un monstruo («la gente mira a los otros de manera incorrecta») con lo que, tal vez, cuando estrene podamos hacer un parangón con la criatura anfibia de La forma del agua.

Por último, la presentación de El agente secreto, del brasileño Kleber Mendonça Filho, que transcurre, como Aún estoy aquí, de Walter Salles, ganadora del Oscar al mejor filme internacional, durante la última dictadura en el país vecino, y aborda las desapariciones, pero contada desde un punto de vista diferente.
Marcelo (Wagner Moura, de Narcos) busca refugio en Recife, donde para en lo de una anciana que alberga a otras personas como él. Pero el agente secreto del título no es Marcelo, sino que sería Elza, que es quien lo ubica con su alias en una oficina gubernamental.

Hay referencias cinematográficas concretas. De nuevo: todo tiene que ver con todo, y si Del Toro hablaba de Tiburón, ahí está, y por partida doble. Está la película, que el hijo de Marcelo desea ver, y está la pierna de un hombre que aparece en el vientre de un tiburón…
El realismo mágico que rodeará a la “pierna peluda” no tiene que ver con el centro de la historia, una de sobrevivientes, de resistencia y de muerte a plena luz del día.
Lo dicho: Cannes puede, en un día, ofrecer de todo, y aún más. Sólo hay que prever y agendarlo.