En los caminos del vino se tejen innumerables historias. Esta es la de Guillermo, que nació en Capital Federal, pero a los cinco o seis años de edad se vino a vivir a Neuquén con su familia. Cuando terminó el colegio secundario, debido a que tenía algunos parientes en San Juan, decidió emigrar para a estudiar Diseño Gráfico en la Universidad Nacional de aquella provincia.
De espíritu emprendedor y viajero, Guillermo Olivera nos cuenta que el proyecto con los vinos comenzó en el año 2013 de la mano de un gran amigo y colega de San Juan llamado Nelson. Para ese entonces, Guillermo ya estaba de vuelta en Neuquén, donde comenzó a trabajar en una productora de TV local como editor, y también comenzó a diseñar libros para una editorial.
“En una charla con mi amigo siempre tuvimos esa impronta de emprender proyectos. Como a los dos nos gusta viajar y sacar fotos, dijimos de hacer la ruta del vino, y yo propuse que sea por la Patagonia”, explicó a +P. Nelson llegó a venir un par de veces a la zona, aunque lamentablemente falleció hace un par de años por una enfermedad, por ese motivo Guillermo continuó solo con el proyecto.
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Recorrió gran parte de estas bodegas en su Fiat Uno. Foto: Guillermo Olivera
Patagonia y sus terruños
“Mi gusto es por viajar y sacar fotos y la ruta del vino fue una excusa para emprender este hobby”, reconoce Guillermo, que inevitablemente se terminó enganchando con la temática de los vinos y encaró una Diplomatura en Vitivinicultura en la Universidad Nacional de Río Negro que lo llevó a entrar aún más a este mundo.
El relevamiento por las bodegas comenzó hace unos 10 años, en momentos en los que Guillermo tenía vacaciones y podía viajar. Sus conocimientos de edición también lo llevaron a hacer una serie documental para la Bodega Familiar Busca Queirel, de Centenario, donde explica todo el proceso de elaboración del vino.
Guillermo reconoce que la idea del libro siempre fue más allá del gusto por el viaje y la fotografía y que “se trata de una mezcla de viajero y datos técnicos”. “En los relatos que hago del libro hablo de la producción, de la historia del terruño, de las instalaciones y tiene una carga fotográfica importante. La idea es mostrar el terruño patagónico a través de sus bodegas”, explica el Diseñador Gráfico sobre el libro que pronto será finalizado.
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Hasta ahora, relevó 62 bodegas de la Patagonia. Foto: Guillermo Olivera
Cómo será el libro
Hasta ahora Guillermo relevó 62 bodegas con fotografías propias y textos, y otras 9 que figuran solamente en los mapas de las subregiones, que van desde la cuenca del Río Colorado hasta Río Negro, Neuquén y Chubut. “Todas las bodegas figuran en el libro con sus datos de contacto y la participación en el libro es sin ningún costo, con el fin de que todas estén incluidas” explica el Diseñador Gráfico.
Con respecto a la estructura del libro, se encuentra dividido en subregiones, “son como capítulos donde muestro un mapa de cada una e indico las bodegas presentes en esas subregiones. Después empiezo a mostrar cada bodega, y así son 9 subregiones” asegura Guillermo, además de aclarar que las bodegas que no están, es porque no han respondido a la convocatoria aún. “Ninguna me dijo que no quería participar” agrega.
El objetivo de este libro, que se editará en inglés y español, “es potenciar el terroir de la Patagonia y su identidad como vitivinicultura de calidad”, afirma Olivera. Su idea también es que esta información llegue a los propios habitantes de la Patagonia, porque según él “Hay mucha gente de acá que no conoce tanto las bodegas, no las tiene muy presentes y, sin embargo, hay un montón. Hay varias bodegas y muchas están abiertas al público”, dice.
Viajar y conocer bodegas
Guillermo recorrió gran parte de estas bodegas en su Fiat Uno, que incansablemente lo acompañó hasta el fin del mundo. Ante la pregunta de cuáles fueron las bodegas que más le impactaron, destaca las bodegas que están en lugares remotos: “como la que está en Taquimilán, en Neuquén, o en Guardia Mitre, en Río Negro, que tenés que cruzar en balsa para llegar al pueblo”, nos cuenta.
“Hay otra bodega que me gustó que es Viñedos de Nant And Fall, en Trevelin, que es un proyecto multifacético. Lo interesante es que cada bodega tiene su impronta y eso es lo que trato de reflejar en el libro”, explica el diseñador gráfico sobre su trabajo, que pretende agrupar estas bodegas bajo el paraguas de la palabra “Patagonia”, que es la región que se conoce más a nivel nacional e internacional.
Todo este trabajo que Guillermo está elaborando prácticamente en solitario, se encuentra en su etapa final. Faltan los últimos detalles y luego la impresión, que es lo más costoso. Por este motivo, es que se encuentra en la búsqueda de auspiciantes para hacer realidad el recorrer Patagonia, redescubrir el terroir y dejar el testimonio en un libro que lo trascienda.