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viernes, octubre 10, 2025

Carl Honoré en Buenos Aires: “El celular es un arma de destrucción masiva contra la lentitud”

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Carl Honoré, el autor del bestseller El elogio de la lentitud (RBA, publicado originalmente en 2004) y de muchos otros libros, pausó su vida en Canadá y visitó Buenos Aires como paso previo a dar una conferencia en Chile. En una sala de la empresa Riverside, sobre la porteña avenida Córdoba, mientras en segundo plano se escuchan los rugidos de los colectivos 132 y 140, el escritor recibe a Clarín.

Carl Honoré es autor del libro Elogio de la lentitud sobre el Carl Honoré es autor del libro Elogio de la lentitud sobre el «Movimiento lento». Foto: Maxi Failla.

En una hora de charla aparecen la política, el rol que le cabe al Estado para promover una vida más apacible, las interrupciones y la ansiedad provocadas por celulares y redes sociales, la IA y cómo intenta él en su vida aplicar los preceptos del “movimiento slow”. Y confiesa, además, qué es lo que más le cuesta llevar a la práctica.

–Visitó muchas veces Buenos Aires y también vivió y trabajó en esta ciudad como periodista. ¿Cómo la nota ahora respecto de los ’90? ¿Más acelerada?

–Como todo el mundo, acelerada. Ahora en Buenos Aires como en cualquier ciudad del mundo la gente anda con un arma de destrucción masiva en el bolsillo, como es el celular. Eso es un cambio tectónico que se ve acá como afuera. Pero por otro lado se conservan otros rituales lentos, como el asado o el mate. El asado es un homenaje a la lentitud por excelencia. Si lo apurás termina mal. Y el mate es un momento de reflexión personal o para charlar amigos. Es un acto magistral de la lentitud. O parar y tomar un cafecito, eso se ve mucho. Son pequeños momentos de lentitud que siguen existiendo y que nos vacunan contra el virus de la prisa. Porque por otro lado hay mucho frenesí y mucha mala lentitud, ya que a veces la burocracia o el tráfico te quitan tiempo. Otra cosa que existe acá es el hablar, la conversación, eso me atrajo en los ‘90. Hace pocos días estuve en una cena de trabajo en Buenos Aires, arrancamos a las ocho y terminamos a la una. Es impensable eso en Londres. Estos rituales son una ventaja enorme para los argentinos.

Carl Honoré es autor del libro Elogio de la lentitud sobre el Carl Honoré es autor del libro Elogio de la lentitud sobre el «Movimiento lento». Foto: Maxi Failla.

–En sus primeros libros había una mirada positiva sobre las tecnologías digitales, per en declaraciones recientes usted parece haber tomado distancia de esa postura…

–Sí, tengo una visión más crítica. Por un lado, la tecnología está mal concebida, está hecha para vender. Son empresas detrás de esto, están para dar ganancias, y juegan con lo más humano de nosotros para monetizarlo. Y la IA puede ser una herramienta mágica en un sentido positivo pero veo ejemplos oscuros, de quitarnos la humanidad. Se ve acá y en Londres que muchos analistas dicen que hay pacientes que están usando el ChatGPT para resolver sus problemas. Y hay gente que busca amigos o amantes virtuales a través de él. Las tecnologías anteriores no nos aislaban tanto. Las redes sociales, que al inicio nos conectaban, ahora agudizan la ansiedad, la cultura de la performance, la superficialidad. No soy luddita, tengo esperanza de que logremos cambios pero no estoy del todo convencido de que suceda. Creo que estamos entrando en una fase de tener que lidiar con las preguntas más grandes de todas: ¿quiénes somos? ¿Cuál es el rol de la humanidad? En una sociedad tan distraída, no tenemos espacio ni paciencia para afrontar estas preguntas. Pero tenemos que afrontarlas para poder no solo entender sino guiar la IA hacia un punto positivo. Estamos caminando con los ojos tapados.

–Las promesas de los impulsores de muchas tecnologías se basaban en que nos iban a ahorrar tiempo para que podamos hacer otras placenteras. Sin embargo, los estudios actuales marcan que, pese a la hipertecnologización de la vida cotidiana, una enorme mayoría de la población siente que no le alcanza el día. ¿Qué piensa al respecto?

–Desde antes de la IA esa es la gran paradoja de la humanidad. Aparece un aparato que aumenta la productividad y eso genera más tiempo. Siempre tenemos una elección, o tomamos ese tiempo y lo dedicamos al ocio o lo agarramos y lo dedicamos al consumo. Hasta ahora hemos optado por esta segunda vía. Hay matices, igual. En Europa, en los países nórdicos se trabajan menos horas. Pero en general hemos optado por la vía dos.

–Señala que “el periodismo exacerba la impaciencia”. ¿Nota que esa tendencia periodística viene en aumento?

–Sí, muchísimo. Ya lo notaba cuando dejé el periodismo hace 20 años. Antes te tocaba un tema, salías de la oficina y tenías todo el día entero o dos días, y ahora hemos reemplazado calidad por cantidad. Eso me da mucha pena, porque para mí el periodismo es uno los pilares de la sociedad democrática.

–Remarca los riesgos de la política cortoplacista, empujada por mostrar resultados con rapidez, al compás de las elecciones. ¿Cómo combinar otro tipo de políticas, más de largo plazo, con el hecho de que los comicios suelen ser cada dos años?

–De todos los ámbitos en donde el “movimiento slow” puede avanzar, en el de la política es donde lo veo más complicado. Para suavizar la cultura cortoplacista de políticos y votantes lo importante es el recuerdo. Un político hace algo ahora y las consecuencias llegan uno, dos, tres años después. Y el periodismo no hace el seguimiento para conectar ese acto con lo que sucede hoy. No sé si será con medios privados o públicos, pero podría hacerse una suerte de archivo para crear una cultura del recuerdo, para poder pasar la factura después. Decir: “Usted hizo esto hace cinco años y vemos este saldo”. Hay ejemplos en el periodismo, como Tortoise Media, inspirados en hacer un seguimiento de las noticias. Los otros medios en cambio cubren un tema unos días y luego nunca más vuelven a él.

–La idea de crear un gran archivo puede chocar con la dificultad de que hoy por hoy muchísima información solo es digital y no se sabe ni quién está guardando esas notas ni si serán accesibles en el corto plazo, ni hablemos en el mediano…

–Eso es otra conversación que hay que tener. Claro, con el cambio al archivo digital no se sabe qué se pierde y la gente además puede entrar y manipular la información. No tengo respuesta a eso. Es un gran tema pero no se está dando esa discusión. Es interesante la pregunta.

–En algunos círculos se pretende que las clases, de cualquier nivel educativo, sean cada vez más cortas. ¿Qué piensa al respecto?

–Eso de decir que como los chicos tienen menos atención que antes, entonces hay que darles clases más cortas, es una profecía autocumplida. Si damos clases de cinco minutos, ¿por qué no dar luego de cuatro? ¿Y luego de tres minutos? Tenemos que resistir la tentación de hacer cosas cortas.

–¿Qué rol cree que tiene que jugar el Estado para promover “políticas slow”?

–No podemos dejar la dimensión “slow” solo al individuo. El Estado tiene que facilitar que los ciudadanos tengan una vida digna, con salud mental y física, un entorno limpio, un trabajo digno, con recursos razonables. Y todas estas cosas van de la mano con la lentitud. Es un deber principal de los políticos crear una sociedad de ese tipo. En Europa, por ejemplo, muchos Estados sacan leyes poniendo limites a que las empresas contacten sus empleados fueran de sus horarios. Es un acto “slow” por excelencia. En Londres, otro ejemplo, en todos los barrios bajaron el máximo de velocidad a 20 millas. Es un cambio grande, hay muchos menos accidentes y menos contaminación.

–¿Qué hace en su vida cotidiana para guiarse con criterios “slow”?

–Me manejo con un espíritu “slow”. Tengo las notificaciones del celular apagadas siempre. Cuando dejás notificaciones abiertas, les permitís a los demás que te acomodes a sus tiempos. Obviamente si hay cosas urgentes no podés, pero un primer paso es apagar las notificaciones. De otro modo es un bombardeo venenoso que te saca sueño, alegría, todo. Y se han hecho estudios que demuestran que cuando dos personas están en una conversación en el mundo real, si hay un celular visible, aunque no suene, mantienen una conversación más superficial.

–¿Y qué no logra aplicar en su vida cotidiana, de las máximas “slow”?

–Lo que más me cuesta es cuando manejo. Siento la tentación en la carretera de ir rápido, ves a la otra gente que te pasa, ves espacio…es una pelea existencial eso (risas). Me pusieron una multa por exceso de velocidad antes de Elogio de la lentitud y hasta hace un mes no me habían puesto otra. Me la pusieron con el cambio de velocidades en Londres…no soy perfecto.

Carl Honoré es autor del libro Elogio de la lentitud sobre el Carl Honoré es autor del libro Elogio de la lentitud sobre el «Movimiento lento». Foto: Maxi Failla.

Carl Honoré básico

  • Nació en en 1967 en Escocia. Es periodista con nacionalidad canadiense.
  • Después de graduarse de la Universidad de Edimburgo con títulos en Historia e Italiano, trabajó con niños de calle en Brasil, lo cual le inspiró para iniciarse en periodismo.
  • Es el portavoz del movimiento Slow, que propone ralentizar la vida.
  • Es autor en libros como Bajo presión, La lentitud como método y Elogio de la lentitud.

El elogio de la lentitud, de Carl Honoré (RBA).

Redacción

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