Cubrió guerras, elecciones y crisis migratorias con temple de cronista y sensibilidad de narradora pero, por sobre todo, vocación humanista. Carolina Amoroso (39) siempre se proyectó como una mujer independiente, volcada al trabajo, con la vocación como eje y sin mayores contemplaciones por los mandatos románticos o maternales. “Mi aspiracional era otro”, dice sin vueltas. Pero algo empezó a moverse cuando llegaron sus sobrinas, que despertaron en ella un instinto de cuidado inesperado. Y todo terminó de acelerarse cuando apareció Guido Covini (38).
“Nos conocimos por Instagram. Él me había visto en una cobertura en Ucrania y me escribió con mucho respeto, haciendo alusión a mi trabajo. Yo no vi el mensaje en su momento, pero después, scrolleando entre solicitudes, lo encontré”, cuenta Carolina, sobre el primer contacto con el músico y esposo desde abril de 2024, con quien hoy espera a su primer hijo. La conexión fue casi inmediata, aunque el vínculo se cocinó lento. “Estuvimos meses hablando a la distancia hasta que, en enero, nos vimos… y no nos separamos más”, confiesa.

Cómo fue la mágica y sencilla “cita a ciegas” con Guido Covini
La primera cita fue sencilla, improvisada y mágica. “Fue cerca de mi casa, en Núñez. Él después me dijo que nunca me hubiera llevado a ese lugar, pero cuando le dije que sí, fue lo que tenía más cerca. Yo me sentí contenida y escuchada desde el primer momento”, recuerda quien asegura que se hizo esperar y llegó una hora tarde.
“Él era muy tímido, entonces yo no terminaba de entender… Me preguntaba: ‘¿Le gustaré?’. Pero después me di cuenta de que me invitaba todo el tiempo”, continúa la periodista. Al día siguiente, la invitó a desayunar y desde entonces comenzaron “a salir y salir, hasta que pasó el tiempo y ya nos habíamos puesto de novios”.

Pero había un impedimento. “Él en ese momento vivía en Junín y viajaba los fines de semana. Hasta que él me dijo: ‘Yo quiero hacer una vida con vos y quiero venir para acá’. Obvio que yo también quería lo mismo, y así empezamos a hacer una vida juntos”, recapitula Amoroso.
Un año y cuatro meses después, llegó la propuesta de casamiento, en medio de un show. Y con esa propuesta, también cayó una vieja coraza. “Me di cuenta de que esa cuota de magia, de romanticismo que había resignado, existía. Yo le metía toda mi libido a la carrera, pero creo que había un deseo reprimido de vivir algo así”, admite hoy, ya embarazada de siete meses.
El rol clave de Guido Covini, un compañero en todo
Para Carolina, la transformación fue profunda. Pero no llegó sola. Guido no solo entendió su universo desde el minuto uno –después de todo, la conoció viéndola ejercer su oficio en medio de una cobertura internacional–, sino que se convirtió en una parte activa de esta nueva etapa. “Él nunca especuló con sus sentimientos, los puso sobre la mesa desde el principio. Y eso me desarmó”, reconoce.

Lejos de “colaborar”, Guido acompaña en cada detalle. “Yo estoy trabajando seis días por semana y él cuida de mí en todo. Desde prever comidas hasta asegurarse de que no falte el suplemento de hierro. Es un compañero en todo. Estamos embarcados juntos”, asegura.
Incluso en medio de la intensidad de su agenda como conductora de noticias (en TN Internacional y al frente de un streaming en Infobae), el equilibrio que lograron es fruto de una comprensión mutua: “Él me conoció haciendo mi trabajo, me vio en acción y entendió la naturaleza de lo que hago. No solo le interesa, sino que le ve propósito”.
De la “Caro cínica” al baby shower
Atrás quedó esa versión escéptica de sí misma. Hoy, Carolina tiene la habitación del bebé lista (decorada con un mural de animales de la selva que una artista le regaló), tuvo un íntimo babyshower y hasta debate familiar por el nombre. “Tenemos tres finalistas, pero aún no se sabe. Entre nosotros coincidimos bastante, pero la familia ampliada también se sumó al jurado”, revela.

Sobre el futuro inmediato, tiene un plan de licencia pensado: “Un fade out y un fade in. Quiero tomarme unas semanas antes del parto para prepararme psicológicamente. Mi trabajo es muy hacia afuera, muy mental. Necesito bajar, pasar el umbral, estar presente y tener la casa como quiero para recibirlo”.
La maternidad, dice, le llegó como una fuerza inesperada pero natural. “Es un mundo convulsionado. Y a mí me tocó ver su cara más cruel. Pero sueño con criar un hijo con conciencia, con propósito. Que no le resulte indiferente el mundo”, comparte.
La maternidad: el arte de aprender haciendo
Carolina también se anima a hablar de las ansiedades. De las preguntas que la maternidad trae. Y de los miedos nuevos, claro. “Es un arte que se aprende haciendo. No hay tutorial para esto. Y para alguien como yo, que quiere controlar todo, eso es desafiante”, admite. Aunque aún no empezó a escribirlo, tiene pensado arrancar un diario para registrar este proceso, un recurso que siente valioso para canalizar.

A los 39 años (el 14 de agosto cumple 40), dice vivir esta etapa con menos inseguridades y más disfrute. “Presumo mi panza. Lo vivo como un proceso natural, con mucha alegría”, asegura. Incluso en cámara, se permite el humor y la espontaneidad. “El otro día quise hacer una frase larga al aire, no pude tomar aire y dije: ‘Bueno, somos dos ahora’. Me lo tomo con humor. Y la gente lo recibe bien”.
Guido, su sostén y aliado, no es un personaje secundario. Es parte activa de esta nueva Carolina que abraza su versión más tierna sin dejar atrás la pasión por su vocación. “Este bebé viene a esta mamá que ama contar historias y siente que es parte de una misión personal”, define ella. Y él, como compañero, la escolta y la protege con la misma convicción con la que escribió aquel primer mensaje, un día cualquiera, sin saber que estaba iniciando una historia para siempre.
Fotos: Chris Beliera y gentileza C.A.
Retoque digital: Julieta Scavino
Retoque make up y pelo: Luana Clemente @luani.makeup para @sebastiancorreaestudio
Agradecemos a @Ma_Maternity, @Vars y @Salsipuedes