Una banda internacional, con personas provenientes de Perú, Bolivia, Paraguay y Colombia, distribuía cocaína y marihuana en varias localidades de la Patagonia. Una investigación y posterior operativo de la policía Federal y de Seguridad Aeroportuaria desbarató la organización, que incluía lavado de dinero.
Varias localidades patagónicas, especialmente del Chubut, estaban incluidas en la distribución de la droga, haciendo centro en una ferretería de la ciudad de Puerto Madryn. Hasta el momento fueron detenidos un constructor paraguayo, un comerciante y un empleado bolivianos, una mujer peruana y un traficante colombiano, al tiempo que se identificó cómo funcionaba la red. Se informó que la droga provenía de esos países, se refinaba y acondicionaba en la ciudad de La Matanza, en Buenos Aires, y luego llegaba a las ciudades patagónicas.
Las fuerzas federales identificaron a los detenidos: el constructor paraguayo Sandalio Escobar, el comerciante boliviano Isidro Coro, la traficante peruana María Elsa Limaco, el colombiano César Méndez y el empleado textil boliviano Tiofilo Rivera fueron apresados.
Cómo empezó la investigación
La investigación comenzó tras una denuncia anónima contra Escobar. La Policía Federal lo filmó moviendo paquetes y escuchas telefónicas revelaron sus maniobras. Fue detenido en el Aeropuerto «El Tehuelche» de Puerto Madryn cuando regresaba de Buenos Aires.
Las pesquisas lo vincularon con Coro, quien lo llamaba constantemente para coordinar entregas y evitar rutas peligrosas. Los audios reflejaron que hablaban en clave: cuando la droga era de mala calidad, la llamaban “cemento”.
El allanamiento en su ferretería y su casa destapó una red mucho más grande. Se incautaron balanzas de precisión, sobres con droga, libretas con anotaciones y más de 1.500.000 pesos en efectivo.
El rol de la mujer peruana
Uno de los mayores hallazgos fue el rol de María Elsa Limaco. Esta mujer traficaba cocaína desde Perú, abasteciendo a Coro en Madryn. Cuando el dinero escaseaba, los mensajes entre ambos eran tensos. Incluso le exigió automóviles como parte de pago.
En su departamento en La Matanza, la Policía encontró tres kilos de cocaína de máxima pureza, envoltorios con papel metálico y una prensa hidráulica para compactar la droga. Todo estaba escondido en un lugar inhabitado, sin camas ni muebles, solo utilizado como búnker.
Un perro descubrió que llevaba cocaína
Uno de los mensajes más escalofriantes provino de un tercero que amenazó a Limaco por una deuda impaga: “mira brother, escúchame, pensé que te ibas a comunicar conmigo, pero se ve que se la están tirando de más vivos que yo. Te dije que me resolvieran eso. Te estoy dando chance y ni siquiera me respondiste nada. Entonces, hermano, te lo voy a agradecer, resuelve lo mío ya. Quiero lo mío.”
Cuando Limaco dejó de abastecer a Coro, entró en escena Tiofilo Rivera, quien enviaba la cocaína oculta en mercadería de ferretería. La droga llegaba por vía terrestre y se vendía inmediatamente en la ciudad.
En su casa de La Matanza, la Policía encontró más de dos kilos de cocaína oculta en un hueco de la pared, billetes extranjeros y ropa con compartimentos secretos para transporte de droga.
Los movimientos financieros revelaron que el dinero de la droga se lavaba a través de un contador conocido como «Víctor», quien canalizaba los fondos hasta que la banda cayó.
En total, se incautaron más de seis kilos de cocaína, valuados en 120 millones de pesos, además de celulares, libretas contables y más de cinco millones de pesos en transferencias bancarias.
Ahora, el fiscal Fernando Gélvez pidió juicio oral para los detenidos, mientras la Justicia sigue investigando si otros integrantes siguen operando en la región.