
En un contexto internacional atravesado por conflictos geopolíticos, fragmentación comercial, inflación persistente y bajo crecimiento, la logística y las cadenas de suministro de América Latina se encuentran bajo fuerte presión. Así lo revela el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que advierte sobre la urgencia de rediseñar la infraestructura logística de la región, modernizar su conectividad y adoptar estrategias más resilientes.
Según el relevamiento, el escenario global actual ha multiplicado los riesgos para las cadenas de suministro, exponiendo la fragilidad de la región frente a disrupciones logísticas. Las tensiones comerciales entre grandes potencias, la guerra en Ucrania, los efectos persistentes de la pandemia y los fenómenos climáticos extremos han puesto a prueba la capacidad de los países latinoamericanos para sostener flujos estables de comercio exterior.
En este sentido, CEPAL señala que América Latina enfrenta un doble desafío: responder a los riesgos globales con mayor resiliencia, al tiempo que supera las deficiencias estructurales de su propia infraestructura logística. Estas debilidades, históricas en muchos países de la región, se traducen en mayores costos, demoras y pérdidas de competitividad.
Uno de los puntos centrales del diagnóstico es la necesidad de invertir en infraestructura física y digital para mejorar la eficiencia logística. La región sigue presentando costos de transporte y logística elevados en comparación con otras economías emergentes, lo cual afecta particularmente a las pequeñas y medianas empresas exportadoras.
La falta de mantenimiento en rutas, ferrocarriles y puertos; la escasa digitalización de procesos aduaneros; y la baja integración entre los sistemas de transporte multimodal generan cuellos de botella que impactan tanto en el comercio internacional como en el abastecimiento interno. Esto, advierte el informe, se agrava en situaciones de emergencia, como catástrofes naturales o crisis sanitarias, cuando la logística se vuelve aún más crítica.
En medio de este panorama complejo, CEPAL también identifica oportunidades. La relocalización de cadenas productivas por parte de grandes potencias (a través de estrategias de nearshoring y friendshoring) podría beneficiar a países latinoamericanos, acercándolos a centros de consumo estratégicos como Estados Unidos y reduciendo la dependencia de proveedores lejanos.
Sin embargo, para capitalizar esta oportunidad, la región debe mejorar su competitividad logística. Esto implica, entre otras cosas, reducir los tiempos de tránsito, simplificar trámites aduaneros, fortalecer los corredores bioceánicos y garantizar una mayor conectividad intermodal. De lo contrario, el rediseño global de las cadenas de valor pasará de largo.

En el caso de Argentina, el diagnóstico de CEPAL resuena con particular fuerza. Las deficiencias en infraestructura vial, ferroviaria y portuaria han sido señaladas como factores que encarecen la logística y limitan el potencial exportador del país. A esto se suma la elevada dependencia del transporte terrestre de cargas, lo cual genera cuellos de botella y un impacto ambiental significativo.
Además, la necesidad de una mayor integración regional —tanto física como normativa— aparece como un punto clave para el comercio intrazona. En este sentido, Argentina enfrenta el desafío de actualizar sus corredores logísticos, adaptarse a las nuevas exigencias del comercio internacional (como la trazabilidad o la reducción de emisiones) y avanzar en una agenda que combine sostenibilidad y eficiencia.
El informe también hace foco en los impactos del cambio climático sobre la logística. Sequías prolongadas, inundaciones, incendios y otros eventos extremos están afectando con mayor frecuencia la infraestructura crítica de la región, como rutas, vías férreas y puertos. Frente a esto, CEPAL propone avanzar hacia una logística más resiliente, que incluya medidas de adaptación climática, inversiones sostenibles y nuevas tecnologías.
La transición hacia cadenas de valor sostenibles no solo responde a una demanda ambiental, sino también a una necesidad económica: cada vez más mercados exigen certificaciones, eficiencia energética y prácticas responsables como condición de acceso. La logística verde, por tanto, ya no es una opción, sino un requisito para competir globalmente.
Finalmente, CEPAL remarca que para mejorar la logística y fortalecer las cadenas de abastecimiento es indispensable un enfoque integrado entre comercio, transporte e infraestructura. Esto requiere coordinación entre países, diálogo público-privado y políticas de largo plazo que trasciendan los ciclos económicos.
América Latina, concluye el organismo, debe pasar del diagnóstico a la acción. La modernización de su logística no solo permitirá reducir vulnerabilidades, sino también posicionarse mejor en un mundo que redefine aceleradamente sus reglas de producción y abastecimiento.