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sábado, septiembre 6, 2025

Chimamanda Ngozi Adichie: “Esta es mi novela como adulta hecha y derecha”

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Somos varias decenas de periodistas conectados en zoom esperando la aparición en cámara de Chimamanda Ngozi Adichie, la escritora nigeriana residente en los Estados Unidos, que luego de una década sin publicar una novela, regresa a la ficción con una madurez distinta y la libertad de siempre. Su nuevo título es Unos cuantos sueños (Penguin Random House). Recientemente publicada en inglés y ya en imprenta su versión en español, The Telegraph de Londres la ha definido como “una novela magistral” que marca el regreso de una “gigante literaria”.

Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana. Archivo Clarín.Chimamanda Ngozi Adichie, escritora nigeriana. Archivo Clarín.

Chimamanda se une al chat con su reconocida afabilidad, su personalidad determinada y los colores con los que honra sus raíces africanas. En esta ocasión luce un vestido cruzado color amarillo limón y un turbante rojo. No podemos ver su cabello ensortijado, una marca muy africana a la que, en diversas ocasiones, la autora de Americanah se ha referido como un trauma para la mujer negra que lo alisa con dedicación para asimilarse a las mujeres de otras culturas.

Habla de su nueva obra polifónica, donde cruza las voces de cuatro mujeres muy diferentes. Chiamaka, escritora de viajes que vive en Maryland. Zikora, su mejor amiga, no lejos de Maryland. Omelogor, prima de la primera que vive en Nigeria, y la guineana Kadiatou, empleada doméstica de Chiamaka, inspirada en Nafissatou Diallo, la mucama del hotel Sofitel violada por el banquero francés Dominique Strauss–Kahn en 2011, a quien la prensa y la opinión pública no le creyeron pues había mentido en relación a su documentación migratoria.

Durante la charla, Chimamanda nos dice que Kadiatou no solo se inspira en Diallo, “sino también en todas las mujeres del mundo que, por no tener poder, no se les concede cierta dignidad humana. Yo seguí el caso de Nafissatou Diallo y me dolió mucho”.

Icono del feminismo

Las tres primeras protagonistas de Unos cuantos sueños son mujeres de clase media adinerada, tanto en Estados Unidos como en Nigeria, y la historia está ambientada en la pandemia, esa etapa en que se silenció el mundo y la única voz constante que bulle en la cabeza de las protagonistas las conduce a repensarse, a rever su mundo, y como señala la autora, a repensar sus sueños, los que no alcanzaron y los que sí consiguieron.

El tiempo de introspección de sus personajes fue también un tiempo propio cuando Chimamanda perdió a su padre, cuya muerte la devastó. Ella había estado una semana antes con sus progenitores y nada hacía prever que, en pandemia, apenas llegada por unos días a Estados Unidos, no volvería a verlo.

Hace casi dos décadas, Chimamanda Ngozi Adichie se consagró con su libro Medio sol amarillo, aclamado por la crítica y distinguido con el Premio Orange. A esa novela le siguió su ya famosa Americanah, igualmente exitosa. Desde la aparición de esta novela hace 12 años, el reconocimiento internacional de la escritora ha crecido a la par de su activismo feminista, siempre moderado, alentador y firme. Por eso su nombre trasciende las fronteras literarias para instalarse en el debate público. Su charla TED “Todos deberíamos ser feministas” registra más de 8,7 millones de visitas y ha sido compartida en redes y grupos en forma exponencial. Sus consignas han sido reproducidas en fragmentos por la famosa cantautora Beyoncé e impresas en camisetas de la marca Dior.

Sin duda es un ícono ineludible del feminismo contemporáneo, pero lo más atractivo de su discurso, para quienes hemos tenido la ocasión de verla en directo, es el tono de sus palabras, firmes y acogedoras a la vez, con las que exhibe proximidad sin deponer un ápice de su personalidad arrolladora.

En el barrio Nelson Mandela de Cartagena de Indias, bajo un sol tremendo, en una carpa donde nos amontonamos algunas periodistas junto con mujeres que eran líderes campesinas, urbanas, y sobre todo mujeres de condición trabajadora, Chimamanda Adichie fue un suceso absoluto. Y si una semilla sembró fue la de la libertad para aquellas mujeres habitantes de uno de los vecindarios más indigentes de la periferia caribeña. Llegó para transmitirles que es indispensable pensar con libertad y ser solidarias entre sí.

Unos cuantos sueños aspira a ser una novela ambiciosa en ese cruce de vidas que transcurren en las dos culturas en las que la autora vive: la de su país africano y la de Estados Unidos, que enlaza universos tan diferentes a través de las vidas de cuatro mujeres inmigrantes.

Este es el resumen de la rueda de prensa con Chimamanda Ngozi Adichie.

La madurez de la escritura

Unos cuantos sueños significa mucho para mí –comienza diciendo–. Es una novela distinta que me llevó 12 años escribir. La persona que escribió esta ficción es muy distinta de la que escribió las anteriores. Esta es mi novela como adulta hecha y derecha. Como madre y como la mujer que ya no tiene padres. Mi padre murió en 2020 y este fue un hecho muy importante y devastador para mí. Creo que conseguí escribirla gracias a mi madre, al espíritu de mi madre. Siento que ella abrió la puerta para que yo regresara a la ficción y a mi yo creativo.”

James Nwoye Adichie murió el 10 de junio de 2020 debido a una insuficiencia renal. Su fallecimiento movió a la escritora a escribir el ensayo «Notas sobre el duelo», publicado un par de meses después en The New Yorker.

Continúa contándonos, a los periodistas conectados en el zoom, que “por algún motivo no podía volcar la historia en el papel y estoy muy agradecida por haberla terminado. Es una novela sobre la vida que hubiéramos querido vivir y sobre lo que significa soñarse, y también sobre las mujeres sin excusas y sin disculpas”.

La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, fotografiada en Vincennes, a las afueras de París, el 27 de marzo de 2025 © Joel Saget / AFPLa escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, fotografiada en Vincennes, a las afueras de París, el 27 de marzo de 2025 © Joel Saget / AFP

Alguien le pregunta sobre el duelo y su propia experiencia en la pandemia. La autora dice: “El duelo ha sido una experiencia que me enseñó muchas cosas de lo que significa ser humano. Yo siempre me he sentido muy segura de mí misma y del mundo, y la muerte de mis padres me produjo una incertidumbre. Esta novela también es distinta porque me dio otra libertad. Me suelto más en mi amor por el lenguaje. La vida es muy corta y no sabemos qué va a pasar mañana. La pandemia del covid sumergió al mundo en una situación de incertidumbre. Es como si el mundo ya no fuera tan estable y eso ha colado en la escritura de este libro. Pero, por el contrario, no es una novela triste sobre el duelo. Durante la escritura me he reído mucho porque la risa es fundamental en la vida”.

Cuenta luego que cuando terminó Americanah no sabía qué escribir sobre mujeres. “Empecé este libro con una idea vaga, pero en ese inicio no sé cómo iba a ir. Escribir para mí es mágico porque las cosas empiezan a suceder”, comparte.

Otro colega le pregunta si con esta novela sella una suerte de guerra y paz feminista. Y de inmediato la escritora dice que le gustaría sacarle la palabra feminista y quedarse solo con “guerra y paz”.

Sin presiones

Luego del colosal éxito de Americanah, Chimamanda dice no haber sentido nunca la presión exterior, “porque escribir es el amor de mi vida. Desde que aprendí a deletrear de pequeña he escrito. Mis ancestros me trajeron a este mundo para que escribiera. Y todavía tengo esa sensación de asombro por ser leída. Si no me leyeran igual estaría en algún lugar escribiendo sin dejar que la presión externa me condicione, pero sí siento mi propia presión».

La siguiente pregunta fue sobre si espera el éxito con Unos cuantos sueños. Y con su seguridad, que parece innata, la autora responde que “el éxito no te protege de la duda personal”.

–Tu trabajo ha sido una referencia para abordar diversos temas. Hasta qué punto ayuda hablar de las mujeres en todas sus facetas y cómo encaja en un contexto social?

–La literatura es esencial para los seres humanos. Las historias por sí mismas son esenciales. Pero al mismo tiempo es emocionante que mis historias puedan ser útiles. Eso me hace feliz. No escribí esta novela para participar de algún discurso social y político. Pero al mismo tiempo sé que puede ayudar a ampliar la idea sobre África, sobre los inmigrantes y las mujeres africanas. Espero que la gente lea mi novela como historias sobre sueños y como una nueva forma de ver la vida de mujeres negras.

De inmediato reflexionó: “Estar vivo es intentar atrapar algo, aunque no lleguemos a hacerlo. Estas mujeres de la novela son muy distintas entre sí y no son convencionales en la ficción. Hay cierto grado de privilegio de clase que tienen y que no es común para lectoras occidentales. Porque cuando se habla de la riqueza africana es como si siempre se conectara a la corrupción. Si alguien es rico en África seguro que ha hecho algo ilegal. En general no hay mucho respeto por esa riqueza. Y en Occidente se respeta porque está ahí. Por eso me interesaba hablar de personajes con ese nivel. De todos modos puedes tener todos esos privilegios y eso no significa que tus sueños se conviertan en realidad o que vayas a atrapar lo que perseguías”.

Subrayó la escritora que “fue difícil no hablar de inmigrantes en esta novela. Alguien se va de casa porque sueña con algo mejor. Pero hoy los inmigrantes están siendo tratados de forma muy inhumana. Creo que la hermandad entre mujeres es importante y radical. Me gusta pensar que si tuviéramos una amistad más real entre las mujeres sería algo revolucionario. Las mujeres solas por sí mismas no pueden resolver el problema de la marginación y tampoco podemos depender solo de nosotras para resolver las injusticias. Pero sí podemos hacerlo con los hombres».

Clarín quiso saber si la escritora observaba un aumento de la masculinidad tóxica, a la luz de sus declaraciones a la célebre revista The Atlantic: “Hay que hacer una distinción entre ser masculino y ser hombre. Hay una energía masculina fea, sí, pero no es una energía de hombre. Para mí, ser hombre es mostrar madurez, responsabilidad y de eso no hay nada”.

La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, fotografiada en Vincennes, a las afueras de París, el 27 de marzo de 2025 © Joel Saget / AFPLa escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, fotografiada en Vincennes, a las afueras de París, el 27 de marzo de 2025 © Joel Saget / AFP

Sonrió y dijo que no suele recordar lo que dice en las entrevistas, pero de inmediato entró en tema: “En general no me gusta la expresión masculinidad tóxica, como no me gustan otras que se usan porque creo que se limita el significado. Espero que lo que dije fuera que, a menudo, los niños crecen con una idea de la masculinidad que no es tal. Pegarle a una niña es violencia pero no es fuerza. La masculinidad es ser justo pero con una fuerza usada en positivo. Creo que la violencia contra las niñas y las mujeres no está mermando. Y es importante que nos centremos en las víctimas, pero también en quienes la causan; qué ocurre para que ciertos chicos se tuerzan de repente. Es importante redefinir la masculinidad. No digo que los hombres sean femeninos, sino que tenemos que ir hacia atrás, revisar ideas anticuadas, buscar la fuerza positiva y plantearnos cómo reducir la violencia. Para ello tenemos que centrarnos también en los perpetradores”.

–Qué más piensa que debería compartirse en la literatura contemporánea?

–Necesitamos ver más mujeres en la literatura seria. Me refiero a la vida interior de las mujeres, a su humanidad confusa, liada, compleja. Damos por sentado que esto se abordó en la gran literatura, pero ella fue escrita por hombres. Y los hombres no representan a las mujeres en su complejidad. También importan los cuerpos de las mujeres y de la salud de forma directa. Yo escribo ficción realista. Espero que sirva para cuando, dentro de 100 años, alguien lea y vea cómo vivimos hoy. Incluso a veces refleja lo que se nos permite hacer a partir del cuerpo de las mujeres. Si más hombres leyeran más sobre los cuerpos de las mujeres tal vez tal vez mejoraría la comunicación.

Chimamanda Ngozi Adichie siente que ha madurado, que ha hecho las paces con la incertidumbre a la que ahora abraza. “No es que no esté segura de la gente que quiero, sino que no estoy segura del mañana y eso hace que el amor sea más frágil y más valioso. Tal vez me he convertido en una persona que entiende más el amor y el perdón como una parte del amor”.

Y luego de expresarse sobre las dificultades de ser mujer, negra y pobre, y de su experiencia de aflicción y tristeza durante su duelo personal en la pandemia, aclaró que escribe en inglés porque es su lengua materna, aunque sueña en inglés y también en igbo, una de las lenguas nativas de Nigeria, que es un país diverso lingüísticamente ya que tiene 500 idiomas hablados.

Volviendo a lo obtenido con la madurez, la escritora africana dijo que hoy está interesada en observar cómo nos construye y nos configura el pasado. «La Historia siempre es apasionante. Estoy muy interesada en este momento por la Segunda Guerra Mundial», concluyó.

Redacción

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