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lunes, marzo 24, 2025

China y América Latina

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En las dos últimas décadas, China ha consolidado su posición como una de las principales potencias económicas a nivel global, transformando su rol en la economía mundial y ampliando significativamente su influencia más allá de Asia. Este fenómeno ha tenido un impacto notable en América Latina, convirtiendo a nuestra región en un punto estratégico dentro de la dinámica geopolítica contemporánea, marcada por la competencia entre China y Estados Unidos.

La relación entre China y los países latinoamericanos ha evolucionado de manera significativa, destacándose en áreas como el comercio bilateral, las inversiones en infraestructura y la cooperación educativa. China ha trabajado activamente para fortalecer sus vínculos con esta región, rica en recursos naturales y en busca de nuevos socios comerciales. Sin embargo, esta creciente presencia también plantea retos importantes para los latinoamericanos, entre ellos, se encuentran las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda, la creciente dependencia económica y la capacidad de los países de la región para gestionar sus propias prioridades políticas frente a esta influencia externa.

En contraste, América Latina ha experimentado dos décadas de estancamiento económico, un período que podríamos calificar como de «desarrollo muerto». Durante este tiempo, incluso Estados Unidos parece haberse distanciado de nuestra región, dejando un vacío que China ha sabido aprovechar estratégicamente para posicionarse como un rival geopolítico en el propio terreno estadounidense.

En este complejo tablero geopolítico del siglo XXI, América Latina ha emergido como un escenario estratégico para la expansión global de China. Más allá de ser un mero socio comercial, Beijing ha construido una sólida red de influencia que abarca los ámbitos económicos, políticos y de seguridad, reconfigurando las prioridades regionales en un espacio tradicionalmente dominado por Estados Unidos, lo que representa un desafío significativo para este último.

Desde el punto de vista económico el intercambio comercial entre China y América Latina se multiplicó entre 2000 y 2023 alcanzando los 450.000 millones de dólares en 2023. Las inversiones en minería, energía e infraestructura, concentran 70% de sus inversiones, pero además los préstamos del Banco de Desarrollo de China superan los 150.000 millones de dólares. Este creciente protagonismo de China plantea un importante desafío para Estados Unidos, que históricamente ha considerado a América Latina como parte exclusiva de su esfera de influencia. La dinámica actual sugiere una competencia estratégica cada vez más marcada en la región en especial con la administración Trump.

Ha sido una realidad que Occidente ha perdido dinamismo y creatividad, frente a los países del tercer mundo, mientras que China a medida que se fue transformando y fortaleciendo su economía, manteniendo un perfil bajo y con sabiduría al mismo tiempo, desarrollo una política de estrecho acercamiento y de cooperación financiera con los países en vía de desarrollo, utilizando la herramienta económica y financiera como un mecanismo para influir en política exterior de otros países.

Es evidente que Estados Unidos ha reaccionado tardíamente al notar que una región que históricamente consideraba su «patio trasero» se estaba transformando en un terreno fértil para la inversión extranjera, particularmente por parte de China. Mientras esto ocurría, China supo identificar oportunidades, invirtiendo en una región que buscaba soluciones y mejoras en la calidad de vida.

Esta situación puede permitir a nuestra región aprovechar las oportunidades de desarrollo que surgen de esta competencia entre las dos potencias. Sin embargo, es crucial evitar caer en dinámicas del neocolonialismo y, en cambio, enfocarnos en construir capacidades autónomas, tanto en negociación como en la producción de tecnología y desarrollo económico en la cual nos puede ayudar también China si tenemos esa capacidad de negociación y si lo hacemos unidos y no de manera bilateral.

A pesar de los beneficios que la influencia china ha traído a la región, no podemos ignorar los desafíos que vienen asociados. La dependencia económica puede generar vulnerabilidades, especialmente en el ámbito político. Por ello, debemos prepararnos unidos para los retos comerciales y estratégicos que surgirán en el contexto de esta rivalidad global. Es fundamental que adoptemos un enfoque equilibrado y estratégico, priorizando el desarrollo sostenible y la autonomía de nuestra región frente a estas dinámicas internacionales.

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