«Primero escuché explosiones, ruidos fuertes. Y cuando miré hacia adelante ví al camión de frente, que venía arrastrando a tres o cuatro autos más. Por inercia di marcha atrás. Tenía el cinturón puesto, pero igual choqué la cabeza contra el parabrisas, y salí despedido».
Con una enorme sorpresa, Luciano, la única persona que estaba metida en su auto cuándo un camión sin frenos se deslizó por la calle Salta llevando todo tras su paso, todavía recuerda que vio la muerte de cerca.
«Era una escena de ‘Destino Final’-evocó , recordando esa película en la que el desenlace fatal ronda a cada paso-Entendí que lo que me quedaba era morirme y sentí el golpe del choque, que fue tan fuerte que terminé en la esquina» relató.
Con una entereza increíble, entre autos que salían despedidos y un camionero que seguía avanzando sin control, pudo maniobrar y estacionar el auto.
«No podía creer lo que veía. Y de lo que me salvé. Primero pensé que si no me moría por el camión me moría por otro vehículo de los chocados en cadena. O por el árbol de mi casa que se cayó a lo largo, cuando me atropelló. Pero nada me mató. El sábado gasté toda mi suerte para el 2025″ compartió, entre risueño y asombrado.
Cuando salió del auto seguía en shock. «Lo más loco es que entre todo el caos vi a mi gato, lo agarré y lo abracé tan fuerte para que no se perdiera que ahora tengo todo el pecho arañado, porque él estaba tan asustado como yo» confesó.
También pensó en sus abuelos, que viven con él y hubieran sido testigos de una escena no apta para cardíacos. «Menos mal que estaban adentro de la casa, y en la parte más alejada de la calle. Si hubieran visto algo de lo que pasó se hubieran muerto de miedo» aseguró, aliviado.
Sobrevivir de milagro
El joven tiene 30 años, y sus rulos castaños están aplastados por la compresa de hielo que hasta hace un rato sostenía en su cabeza, para aliviar el golpe que sufrió.
Tiene cara de chico. Su pelo gotea el excedente de agua y en su frente se va inflando un chichón. Mira la calle. Esa que fue escenario de miles de imágenes que todavía no procesó.
«El sábado salía para entrenar, tenía que estar a las 14. Es más, ahora pienso que gracias a Dios fue sábado, porque si esto hubiera pasado un día de semana no la contábamos, porque el tráfico hubiera sido mayor» razonó.
Al deporte le endilga su capacidad de recuperación. «Creo que de ahí, de entrenar, me vinieron los reflejos. Porque si lo pienso, no sé como hice para estacionar a un costado, una vez que el camión me arrastró hacia la esquina» se sorprendió.
También contó qué una vez que todo cesó, una camioneta Eco Sport comenzó a arder, porque se le incendió la batería. «Vinieron varios vecinos con matafuegos, y lo apagaron» evocó.
Recordó además que nadie quería tocar al camionero, hasta que llegara la ambulancia. «Al final salió por sus propios medios, y ya estaba la policía y personal de salud que lo asistió».
Como último dato, no puede dejar de reclamar por un cambio para la circulación de la calle. «Que pasen estos camiones es increíble. En algún momento algo así iba a pasar. Y pasó» lamentó.