En un canal de aguas bajas, en Miami, un velero y una barcaza se cruzaron y las consecuencias fueron trágicas: murieron dos nenas argentinas que iban en el velero junto a otras cuatro personas. Las imágenes muestran poco, pero las hipótesis sobre lo que puedo haber pasado no paran de crecer.
Si bien es muy pronto para establecer la mecánica y las causas de lo ocurrido en la Isla Hibiscus queda claro que algo falló. Al respecto, Clarín dialogó con Fernando Morales, perito naval y presidente de la Liga Naval Argentina. En primer lugar, aclaró: “En la navegación, como en el transporte aéreo o terrestre, hay normas internacionales, el Reglamento Internacional para prevenir los abordajes (RIPA).»
En líneas generales, siguiendo el reglamento internacional, siempre un barco a vela tiene prioridad de paso por sobre un barco a motor. Pero hay consideraciones que no pueden pasar desapercibidas y que muchas veces exceden el común de lo establecido por norma internacional.
Partiendo de esa base, analizó el escenario en el que se desarrolló el impacto entre ambas embarcaciones. Marcó como primera diferencia la navegación por mar abierto y la navegación en zona restrictiva.

“Una cosa es el mar libre, donde las reglas son taxativas y no habría porqué no cumplirlas. Y otras cosas son las aguas cerradas, donde existen otras embarcaciones y donde no siempre podés hacer cumplir un reglamento. En este caso hay consideraciones”, explicó el perito naval.
“Acá hay una embarcación que pertenece a un club que enseña a navegar a vela a chicos de corta edad. Una chica instructora con cinco menores a cargo. Sola, teniendo que controlar todo y mirar al entorno al mismo tiempo. Hay que ver si se alejó más allá de la zona autorizada por el reglamento”, agregó. Estas suelen estar marcadas con boyas.
Por su parte, Gustavo Gallas, jefe de control del Río de la Plata, de la Prefectura Naval Argentina, manifestó ante la consulta de Clarín que “cualquiera que tenga una habilitación náutica, sea recreativa o comercial, tiene que conocer las normas RIPA; de la situación particular de Estados Unidos no sabemos si existen normas particulares, pero igualmente no pueden ir en contra de los convenios internacionales”.
“En aguas abiertas el buque que viene por la derecha tiene prioridad de paso siempre y cuando las dos embarcaciones tengan propulsión mecánica. Si no es el caso, siempre tendrá prioridad el velero. Ahora, si esto ocurrió en un canal restringido, la barcaza tiene prioridad porque el velero no ocupa tanto cuerpo de agua”, enfatizó el experto.
Escenarios hipotéticos
Según Morales, en un escenario que es conjetural pudo haber ocurrido que la barcaza movida por el remolcador haya venido trasladándose por el canal y que el velero se haya cruzado en el mismo.
“La barcaza aparece en un canal, la instructora del velero se atraviesa y pasa la barcaza. Ahí se produce la colisión. El capitán no la ve y aunque viera el velero no puede salir del canal, porque está encajado. El velero, tal vez por la falta de viento, no podía hacer mucho. En ese caso, los dos quedaron con maniobra restringida”, analizó.
Aunque aclaró que, bajo esas circunstancias, lo sucedido se acerca más a un incidente, en donde ambas partes pudieron tener culpa concurrente.
“Se tendrá que ver si la barcaza no tenía un vigía que le indicara que había peligro en la proa y si estaba autorizado a estar en ese horario haciendo su tarea. Y si la instructora se alejó más de la cuenta de la zona que tenía habilitada. Si había un barco supervisando lo que hacía esta instructora, ¿la chica pidió permiso para alejarse? Antes de las pericias, se va a tener que analizar el grado de responsabilidades en base al conocimiento del reglamento”, destacó.
Gallas añadió que no es un detalle menor si en este caso el velero estaba realizando una navegación recreativa o algún evento náutico: “Generalmente tienen un lugar habilitado para ellos, pero si es necesario que el velero pase por los márgenes del canal de navegación tiene que tomar ciertos recaudos para no complicar la maniobra a la barcaza. Por ejemplo, tiene que procurar ir a popa de la barcaza.”
En el video, en cambio, se ve que el velero “corta la proa” de la barcaza, porque aparece por delante. En nuestro país, cuando hay una práctica como esta, siempre tiene que haber gente del club náutico controlando. “En aguas confinadas o restringidas hay más controles que se tienen que hacer. Hay lugares donde se establecen límites de seguridad con parámetros de velocidad”, indicó.
En tanto, Víctor Género, capitán de ultramar, hizo foco en las variables que pudieron entrar en juego en este escenario. Primero, apuntó a las fallas humanas. En el caso de la barcaza, la distracción en el puente de navegación (por uso del teléfono móvil, o por no tener un vigía enfocado en la proa de la embarcación, por ejemplo); así como la visibilidad delantera.
En este remolcador, una reacción tardía para realizar el cambio de rumbo o parada de la máquina también puede ser un factor porque no se actúa a tiempo por inestabilidad en la toma de decisiones.
Un conjunto de empuje (el remolcador) y la barcaza, al menos demora unos 20 a 30 segundos en reaccionar, y si se demora aún más, podría empeorar la situación. Género hizo una aclaración al respecto: “La parada de un artefacto de este tipo, está dado en no menos de tres veces el largo total del artefacto.”
En cuanto al velero señaló que las variables pueden estar sujetas a la falta de advertencia acerca de la presencia de la barcaza, sumado a la habilidad del timonel para realizar el cambio de rumbo.
Las fallas mecánicas, por otra parte, pueden ser la falta de reacción del motor propulsor del remolcador que empuja la barcaza, tal vez por alguna falla. Otras, la falla del timón, y alguna falla en los medios de alerta del remolcador.

En plena conferencia de prensa brindada este martes por la tarde, la Guardia Costera de Miami informó que el capitán de la barcaza ya brindó su declaración sobre lo ocurrido. También se entrevistó a personal del Yacht Club local en el que Mila Yankelevich (7) y las otras cinco personas que iban a bordo del velero asistían al campamento de verano.
También aclaró que las aguas estaban en condiciones seguras para navegar, que son comunes estos remolcadores desarrollando tareas de reparaciones en los puertos de las grandes ciudades y que los chicos que iban en el velero llevaban sus salvavidas puestos. A su vez, hay dos menores que siguen internados, en estado crítico.
“Estamos llevando adelante una investigación exhaustiva”, afirmó el capitán Frank Florio, a cargo de la Guardia Costera de Miami, durante la conferencia. Y agregó que aguardan los resultados de distintos peritajes realizados, entre ellos al capitán de la barcaza.
Cómo se investigan estos casos
El perito Morales señaló, además, que el Código de Investigación de Siniestros de la Organización Marítima Internacional (OMI) reconoce el derecho a investigar o participar de una investigación como Estado con Interés de Consideración, a aquellos Estados en el que, como resultado del accidente, hubiera argentinos que hayan perdido la vida o sufrido lesiones graves.
Por lo cual, en este contexto, la Dirección Nacional de Investigación de Sucesos Marítimos, Fluviales y Lacustres de la Junta de Seguridad en el Transporte (JST) podrá buscar entablar comunicaciones con las autoridades norteamericanas para investigar este accidente.
AA