Entrar en La Paloma es viajar en el tiempo. Afortunadamente reabierta el pasado octubre, esta mítica sala de Barcelona, considerada la discoteca más antigua de Europa, está viviendo una segunda vida.
Pese a haber permanecido dos décadas cerrada, una efectiva restauración ha hecho que mantenga su esencia de antaño con su gran pista de baile, sus palcos laterales de madera, sus detallados frescos en el techo y una gran lámpara central que es visible desde cualquier punto. No es ninguna coincidencia, pues, que 122 años después de su apertura La Paloma cuente con una apretada agenda con conciertos, tardes de baile y fiestas. Y de estas últimas, hay una que ya se ha vuelto fija: Polenta.
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“El contraste entre lo antiguo de la sala y lo moderno de la fiesta me cautivó”, dice su creadora
Nacida en Argentina en el 2019 de la mano de Maru Frohmann y Nacho Elizalde no solo se ha convertido en un éxito en su país, sino que ha traspasado fronteras. Ha llegado a lugares como Chile, Paraguay y México, y en Barcelona ha encontrado su segunda casa.
“Me obsesioné con la ciudad porque hay muchos argentinos”, reconoce Frohmann a La Vanguardia, y añade que cuando dieron con La Paloma fue amor a primera vista: “El contraste entre lo antiguo de la sala y lo moderno de la fiesta me cautivó”. “Me emociona pensar que Pablo Picasso estuvo ahí con sus amigos y ahora estamos nosotros”, dice orgullosa.

La dj hace bailar a los reunidos en La Paloma, una sala histórica que vive una segunda vida
Miquel Gonzalez/Shooting
Polenta se celebra un viernes de cada mes en la capital catalana y si uno pasea por las inmediaciones de la sala se da cuenta de por qué el interés de sus creadores: el número de argentinos que residen en la Ciudad Condal es muy elevado y han hallado en esta fiesta una manera de sentirse cerca de casa. “La hacemos solo una vez al mes porque queremos que nos echen de menos”, explica su creadora.
Centenares de jóvenes, también españoles y de otras nacionales, se reúnen en los distintos bares de Ciutat Vella, y de ahí se dirigen a la cola para acceder a la sala. Una cola en la que se controla mucho el ruido: ya es mala suerte que justo en frente haya un hostal.
En el interior, una dj y algunos afortunados VIP ocupan durante toda la noche el mismo escenario en el que hace algunos años desfilaron los más grandes del momento. El reguetón es, sin duda, el predominante, aunque también hay espacio para el hip-hop. Y unos modernos láseres y grandes carteles de Polenta iluminados provocan el contraste de épocas que tanto buscaba Frohmann.

Vista del clásico techo de la sala, que contrasta con los láseres, luces y carteles iluminados de la fiesta
Miquel Gonzalez/Shooting
Seguramente, el momento favorito para muchos se produce pocos minutos antes del cierre. Es entonces cuando el personal de la sala saca bandejas llenas de churros que serán de gran ayuda para las resacas del día siguiente. Y a las 5.00 horas en punto, luces encendidas y hasta la próxima.
Polenta tiene confirmadas fiestas cada mes en La Paloma hasta el año que viene. Y dentro de los futuros proyectos de la marca destaca un gran festival en Buenos Aires en el 2026. ¿El sueño? llevarlo a Barcelona en el 2027. Quien sabe si también con churros a altas horas de la madrugada.