Más de veinte especialistas realizan estudios en la zona de Mallín Ahogado, donde el fuego arrasó 3.800 hectáreas y afectó viviendas, producción y ecosistemas.
26/08/2025 14:47 Hs.
El fuego consumió 3800 en la zona denominada «confluencia». Foto gentileza: Pablo Alcorta
El gobierno de Río Negro convocó a especialistas del CONICET para encabezar un plan de diagnóstico y asistencia técnica tras el último incendio que afectó al Área Natural Protegida Río Azul – Lago Escondido, en El Bolsón, y zonas aledañas.
Se trata del incendio “Confluencia”, que se extendió desde fines de enero hasta marzo de este año y quemó unas 3.800 hectáreas. De ellas, 2.100 corresponden a bosque nativo y el resto a plantaciones forestales, humedales y chacras. El fuego también alcanzó 220 viviendas, obligó a evacuar a más de 700 turistas y dejó pérdidas millonarias en el sector productivo.
Ante esta situación, se puso en marcha el Programa Integral de Manejo de Riesgo y Restauración del incendio Confluencia, que reúne a más de veinte investigadores de distintos institutos del CONICET y de organismos provinciales. El objetivo es comprender los impactos del siniestro y diseñar estrategias para la recuperación ambiental y social de la zona.
“El trabajo articulado entre el equipo científico y los actores afectados es un gran desafío”, señaló Javier Grosfeld, coordinador general del proyecto. Y agregó: “Escuchar, buscar acuerdos y trabajar en conjunto será clave para lograr un plan de manejo que contemple la recuperación del ambiente y las necesidades de los pobladores”.
Uno de los ejes centrales será la medición de la severidad del incendio, es decir, el impacto que el fuego tuvo sobre la vegetación y los suelos. Según el investigador Thomas Kitzberger, este incendio fue particular porque no solo afectó ambientes naturales, sino que avanzó sobre áreas rurales, con consecuencias directas sobre la producción y la vida de las personas.
Además, el equipo analizará los riesgos geoambientales posteriores al incendio, como erosión de suelos, deslizamientos, aluviones o alteraciones en los cursos de agua, fenómenos que pueden agravarse luego de un evento de esta magnitud. Para ello, se prevé la implementación de sistemas de monitoreo con participación ciudadana y herramientas de alerta temprana.
El trabajo abarca también aspectos sociales, turísticos y de educación ambiental, con el fin de fortalecer la capacidad de respuesta y la prevención a futuro. “La restauración no se limita a plantar árboles. Implica un abordaje integral que incluya el manejo del ganado, el control de especies exóticas y la planificación del uso público de los espacios”, explicó Grosfeld.
Finalmente, el especialista remarcó la necesidad de un cambio cultural frente a la problemática: “La prevención empieza en el lote, en el barrio y en la ciudad. En la región andino-patagónica conviviremos todos los años con el riesgo de incendios, por eso el trabajo conjunto entre ciudadanos e instituciones es fundamental”.