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domingo, agosto 10, 2025

Clarín recuerda sus 80 años con una novedosa producción digital que rescata notas del pasado

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Osvaldo Pepe

Fue el 28 de agosto de 1945, un año divisorio de aguas en el mundo y en la Argentina: Las rotativas lanzaban a la calle un diario con la aspiración de inaugurar caminos y rutas periodísticas entonces inexplorados: la idea era que aquel producto se convirtiera en “un toque de atención para la solución argentina de problemas argentinos”, como decía el enunciado de la portada del primer número del diario creado y fundado por Roberto Noble. De allí el nombre: Clarín, como voceaban prolongando la i (¡Clariiiiin!) los pregones de los canillitas de entonces, en cada esquina y en cada quiosco. Aquel lema pionero, hoy ha devenido en una síntesis contenedora: estuvimos, estamos, estaremos.

Eran aquellos los primeros pasos de un largo camino, la suscripción de un pacto con sus lectores, un “contrato de lectura”, como se diría años después, cuando se vislumbraban nuevos rumbos en la sociedad, la política, la economía, la vida cotidiana, la cultura, el deporte, el espectáculo, los entretenimientos caseros como las convocantes palabras cruzadas y los planes de salidas semanales que ofrecían las carteleras de cines y teatros. De eso se trataba, según los relatos de los tiempos inaugurales: de celebrar la llegada de “un diario para toda la familia”.

Pasó hace ochenta años, ocho décadas, 4.172 semanas, 29.200 días y no menos de seis generaciones. Fue -y es- algo así como un atrapante viaje diario, impregnado del añejo olor a tinta y el rugir de las rotativas hasta arribar al aséptico y organizado mundo digital de los algoritmos de hoy, expertos en disciplinar las preferencias a domicilio de internautas ávidos de bucear las tendencias mediante las cuales cada ciudadano se transforma en su propio canillita. Con un simple click de acceso se zambullen en un universo híper conectado, global, de múltiples voces y actores, reflejados en sus móviles y otras plataformas con la inmediatez propia de la época.

Una de las más novedosas y logradas formas de Clarín para compartir con sus lectores las ocho décadas de fidelidad mutua es la serie Clarín 80, lanzada desde el 1° de agosto, exclusiva de sus plataformas digitales, con la idea de rescatar la historia y traerla al presente de una manera atractiva, sin perder certeza sobre la noticia originaria de cada suceso. Se trata de una serie de tres notas diarias que une el ayer y el hoy de Clarín y que se puede encontrar en la portada de clarín.com, con acceso abierto para toda la audiencia. Las notas también están disponibles en una web específica del proyecto (www.clarin80.com) y se pueden conocer a través de newsletters, para quienes se encuentren suscriptos al sistema.

Clarín 80 es uno de los proyectos que a través de estas ocho décadas recrea los sucesos que conmovieron, entristecieron o alegraron a la Argentina y al mundo, contados en las pantallas con una estética y un contenido desafiantes, «como si Internet hubiera existido siempre». El trabajo comenzó con una curaduría de alrededor de 90 noticias históricas de alto impacto, seleccionadas por su relevancia y representatividad, tanto nacionales como internacionales. Estas piezas, originadas en temas de secciones como política, economía, sociedad, vida cotidiana, cultura, espectáculos y deportes fueron digitalizadas en el archivo de Clarín, se transcribieron y se editaron como si hubieran sido concebidas en el entorno digital actual, con fotos, videos y páginas animadas, manteniendo siempre los textos originales. Este es el corazón de la propuesta: una narración desde los códigos y herramientas de Internet, sobre hechos ocurridos en su mayoría antes de que existiera Internet.

Cómo capturaron a Adolf Eichmann en 1960.Cómo capturaron a Adolf Eichmann en 1960.

Como parte del enfoque documental, las notas incluyen avisos originales de la época en que fueron editados, lo cual procura enriquecer la experiencia visual y permitir un recorrido histórico que los ubique en un contexto social, cultural y de mercado de acuerdo al imaginario publicitario de cada período. También se incluyen carteleras de cine, programación televisiva y los relevantes avisos Clasificados, todo un clásico de Clarín en su historia. Asimismo, se incorporaron testimonios de figuras públicas, artistas, actores, deportistas, que ayudaron a resignificar los contenidos originales. Se trata de protagonistas de primer orden, que supieron emocionarnos y atravesar generaciones con sus hazañas, creaciones o análisis, evocadas desde sus autorizados puntos de vista: entre ellos, Gabriela Sabatini, Manu Ginóbili, Leo Ponzio, académicos como Edwin Williamson (catedrático emérito de Estudios Hispánicos de la Universidad de Oxford) y periodistas internacionales como Jonathan Freedland (The Guardian). También músicos, como Nito Mestre y Palito Ortega.

Atento a las demandas actuales de la circulación y difusión de noticias, el proyecto cuenta además con una estrategia específica para redes sociales, donde se difunden fragmentos seleccionados de las crónicas, imágenes y citas que remiten al archivo de Clarín, ampliando así el alcance del proyecto y atrayendo a nuevos públicos a redescubrir estos hitos del periodismo. La idea original y dirección es de Julián Gallo, periodista de amplia trayectoria en comunicación digital, miembro de la Academia Nacional de Periodismo, autor de diversos proyectos innovadores en medios nacionales e internacionales. Y contó con la producción ejecutiva de Mercedes Azcona Sanmillán, la investigación y curaduría histórica de Osvaldo Pepe (quien fuera 25 años secretario de redacción de Clarín y editor de muchas de sus tapas) y la producción de Sol Ávila García y Nicolás de Anchorena. La confección de las newsletters estuvo a cargo de Marina Dragonetti, el material de archivo fue aportado por Claudio Reino y Natalia López y Enzo Soto se hizo cargo de las transcripciones. Edición de video y animaciones: Pedro Rodríguez. Diseño web y dirección de arte: Germán Duarte (Zetenta). El desarrollo web fue obra de Sergio López, Glenda Patete, Georgina Campenni y Agustina Beltrán.

En 1974 la organización guerrillera Montoneros pasó a la clandestinidad y anunció que tenía en su poder a los hermanos Juan y Jorge Born,En 1974 la organización guerrillera Montoneros pasó a la clandestinidad y anunció que tenía en su poder a los hermanos Juan y Jorge Born,

Los lectores tradicionales, aquellos de “la primera hora”, o aquellos para quienes no hay desayuno completo sin café con leche con medialunas o austeros cafecitos con el diario de papel como cotidiana compañía, en sus casas o en un bar; o aquellos que comparten la lectura en ambas plataformas; en fin todos aquellos que hicieron de Clarín lo que es, tendrán suplementos especiales (ya en curso) dedicados a actividades productivas y generadoras de valor agregado, motores que dan dinamismo a una sociedad abierta y creativa como la nuestra. Y que son una radiografía del país y del diario, como la salud, los autos, la energía, el consumo, la industria, el conocimiento, el ahorro, el crédito y el campo. Motores todos de una Argentina aspiracional y al mismo tiempo posible. Una Argentina aún en tránsito, sin apartarse para su contribución de la senda editorial originaria trazada en aquel lejano 1945.

Habrá una revista especial, publicación tradicional en cada nueva década del diario y a mediados de ella también, con formato de revista, dedicada esta vez a “80 años, 80 personajes”, una producción a cargo del editor general, Ricardo Kirschbaum, con la edición de los históricos periodistas de Clarín, Silvia Fesquet, Luis Vinker y Horacio Convertini. En esas páginas podrán leerse evocaciones de figuras como Churchill, el Papa Francisco, Perón y Evita, Alfonsín, Cortázar, Messi, Maradona, Ginóbili, Mirtha Legrand, Susana Giménez, Simone de Beauvoir, Borges. Fangio, Vilas, Sabatini, The Beatles, Taylor Swift, Piazzolla, Lanata y Woody Allen, entre otros, reconstruidos por prestigiosas firmas como las de Andrés Malamud, Rodolfo Terragno, Luis Alberto Romero, Gastón Duprat, Tamara Tenembaum, Natalio Botana, Norma Morandini, “Maravilla” Martínez, Jorge Valdano, Horacio Lavandera, Pipi Piazzolla, Luis Moreno Ocampo, Ricardo Darín, Alejandro Seselovsky, Gabriel Rabinovich y Luis Brandoni.

Es bien sabido que, a lo largo de estas ocho décadas, Clarín marcó hitos significativos en la industria editorial. A 12 años de estar en los quioscos, sin ir más lejos, el diario plantearía un nuevo contrato de lectura con su público: le apuntaría al corazón de la clase media en plena expansión, después de las transformaciones sociales del peronismo. Lo haría en una virtual interpelación a su público, una muestra pionera del ADN del diario y su cercanía con el lector. En ese contexto, aportará un dato inusual para la época: Clarín le hablará a la audiencia femenina, cuando se daba por hecho que el diario era un producto de consumo masculino. En su oferta editorial surgiría con claridad que el diario consideraba a la mujer como una consumidora de noticias de todo orden, no sólo de las específicas para sus hábitos culturales y antiguas tradiciones sociales. Les hablaba de igual a igual tanto a las amas de casa, como a las mujeres profesionales que salían a conquistar el mercado laboral y acompañaban las transformaciones de su tiempo. El formato tabloid sería vital en esa estrategia, por sus contenidos de lectura rápida y comprensión sencilla, su mirada cómoda y amena, incluso en colectivos, trenes y subtes. Y así lo anunciaba el diario en un recuadro al pie de su portada de la edición del 5 de octubre de 1957, con un título significativo (¿Por qué lee usted este diario?), acompañado de este texto:

Sabatini, a los 20 años. Pura promesa.Sabatini, a los 20 años. Pura promesa.

Hombres y mujeres de hoy quieren recibir la noticia en un claro impacto visual. Un título y pocas líneas tienen que suministrar la esencia de la información, las circunstancias de tiempo, lugar y modo en el que el suceso ha ocurrido y el motivo que lo produjo. Por eso Clarín es un “tabloid”. Para poder servir -dentro de un menor volumen de palabras- la mayor cantidad de noticias de las que la sociedad moderna -ocupada e impaciente- está ávida y necesitada. Se sabe más y en menos tiempo leyendo Clarín que cualquier otro diario. Por eso Clarín es un “tabloid”. Y por eso usted lee Clarín”

Ya a mediados de 1959, a menos de 15 años de su aparición, daría señales de ese proceso de crecimiento en busca de consolidar su modelo en gestación de diario para toda la familia. En la portada de una edición dominical de ese año, anunciaba con título destacado, dos columnas a lo largo de la página, que decía: “Con una gran primicia: los cuatro suplementos de Clarín de los domingos/Suplemento Económico – Financiero/Suplemento Literario, con “Clamor”, la obra que acaba de escribir don Enrique Larreta/ Suplemento Cinematográfico/Suplemento Femenino”. Y en 1960 sería el primer diario argentino en lanzar una revista dominical: Clarín Revista, a dos colores, con proceso de rotograbado.

Desde los primeros años Clarín buscaría un público que no sólo satisfaciera sus necesidades de información. Proyectaba que el diario fuese una herramienta útil para la vida cotidiana de sus lectores. Y los históricos Avisos Clasificados serían vitales, y una unidad de negocios en sí misma, para el desarrollo de esa estrategia. En tiempos sociales difíciles, de intensa agitación económica, la empresa decidiría repartir gratis los suplementos de Clasificados a quienes hacían cola durante las noches para poder acudir temprano al día siguiente a una entrevista laboral. Fue una época dorada, ya con la dirección de Ernestina Herrera de Noble, viuda y sucesora del fundador.

2004. La Generación Dorada, en la tapa de Clarín, a todo color. 2004. La Generación Dorada, en la tapa de Clarín, a todo color.

Clarín no dejaría de acompañar los grandes acontecimientos que tomaron el pulso de la Argentina y el mundo, y que también marcarían las vidas privadas de millones y millones de personas por el fuerte impacto emocional que causarían en ellas las circunstancias vividas, nacidas de noticias difundidas por el diario. Un dato fácil de corroborar. Un lector que nacería con Clarín tiene hoy 80 años; quien empezaba el proceso de educación sistemática a través de las aulas debería tener entre 74 y 75 años; quien haya terminado la primaria en aquellos años andará por los 69 años.

Y así se podría seguir, esos lectores terminaron la primaria o la secundaria, se recibieron de bachilleres, maestros, peritos comerciales o maestro mayor de obras; fueron médicos, abogados, contadores, docente. Se pusieron de novios, se casaron, fueron padres, madres, abuelos. Y, de un modo u otro, Clarín acompañó sus sueños. También, sus pesadillas: en estas ocho décadas, desfilaron por la Casa Rosada 30 presidentes, 14 de jure y 16 de facto. Hubo quienes se dedicaron a “matar al mensajero”, viejo vicio autoritario de patas cortas. Antes o después, los gobiernos terminan. Los medios continúan.

Clarín fue testigo de casi todas nuestras vidas. Nos contó las monstruosas consecuencias del bombardeo atómico en Hiroshima y Nagasaki, con el memorable título en la portada de su primer número: “Aún arde Nagasaki…” . Supimos del asesinato de Kennedy, de la llegada del hombre a la Luna, de las tensiones militaristas de la Guerra Fría, del oprobio del Muro de Berlín y de la celebración de su derrumbe. De la implosión de la utopía colectivista de la Unión Soviética, del horror de la dictadura de Videla y su cría, de los textos maravillosos de María Elena Walsh (El país del Jardín de Infantes, 1979), y Jorge Luis Borges (Juan López y John Ward, 1982) que el diario publicó en exclusiva durante aquel forzado silencio de sepulcro, mientras algunos, que luego quisieron ungirse como adalides de los derechos humanos, miraban para otro lado, acusaban con los argumentos de la falsía o apenas nacían.

Supimos de las tragedias de LAPA, Cromañón y Once, apañadas por la corrupción estatal. De la designación y muerte de Francisco, un Papa argentino. De los asombros que nos regalaron dos pibes que supieron corretear potreros suburbanos y, ya crecidos, con la 10 en la espalda albiceleste, alumbraron millones de alegrías criollas en épicas funciones de ballets futboleros. Vimos hace poco a Bahía Blanca bajo el agua. Y tantas y tantas cosas que desde ahora se podrán repasar cuando los lectores quieran en Clarín 80, una colosal biblioteca ambulante para consultar a toda hora y atesorarla con la convicción de que todos quienes hicimos y hacen hoy Clarín podrán decir con la satisfacción del deber cumplido: estuvimos, estamos, estaremos.

Informe: Mercedes Azcona Sanmillán.


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