Durante mucho tiempo, el comercio exterior de nuestra región estuvo centrado en acuerdos tradicionales con bloques como Europa o Norteamérica. Sin embargo, la realidad actual es otra: Asia lidera el intercambio comercial con Latinoamérica, y todo indica que esta tendencia no hará más que profundizarse.
China encabeza la lista como el mayor socio comercial de muchos países del continente. Exportamos a China, importamos de China, y en ambos flujos, la logística juega un rol determinante. En este contexto, entendemos que optimizar las operaciones de importación y exportación ya no es sólo una ventaja competitiva: es una necesidad para sobrevivir y crecer.
EEUU, China y los terceros en juego
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Según un briefing del Parlamento Europeo de 2025 China ocupa un rol clave en el comercio con América Latina, con una participación del 16,9% del comercio total de Latinoamérica con el mundo, superando a la UE.
Cómo evolucionó el comercio de Asia en Latinoamérica
En el año 2000, el comercio bilateral entre China y América Latina apenas superaba los 8.000 millones de dólares. Dos décadas después, esa cifra se había multiplicado por más de veinte, superando los 180.000 millones de dólares en 2020, según datos de China Briefing basados en estadísticas de comercio exterior chino y latinoamericano. El crecimiento no se detuvo allí. En 2024, el intercambio comercial entre China y los países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) alcanzó un récord histórico de 515.000 millones de dólares, de acuerdo con la Administración General de Aduanas de China. Esto representa un salto cualitativo en la relación económica entre ambos bloques y posiciona a China como uno de los principales socios comerciales de la región, tanto en términos de exportaciones como de importaciones.
Pero hablar de Asia implica también considerar el rol estratégico de Hong Kong, que opera como una plataforma comercial, fiscal y logística diferenciada dentro del contexto chino. Gracias a su régimen tributario altamente competitivo -con tasas corporativas que van desde el 8,25% al 16,5% y sin IVA-, y a su infraestructura avanzada de conectividad marítima, aérea y financiera, Hong Kong se posiciona como un punto de entrada privilegiado al mercado asiático.
Para muchas empresas latinoamericanas que desean escalar sus operaciones en la región, establecer una estructura en Hong Kong ofrece ventajas que van más allá de lo impositivo: facilita la apertura de cuentas bancarias, operaciones de comercio internacional, servicios logísticos y acuerdos de representación con operadores locales.
Por su parte, China continental no solo representa una potencia en términos de volumen, sino también una referencia en términos de infraestructura. Con puertos como Shanghai, Ningbo-Zhoushan y Shenzhen liderando los rankings mundiales en capacidad y eficiencia, y con redes ferroviarias y centros logísticos intermodales conectando el interior del país con sus zonas francas costeras, China ha transformado su territorio en un ecosistema logístico de escala global. Según World Trade Statistical Review 2024 de la OMC, el país asiático representa casi el 30% de todos los bienes manufacturados que se exportan en el mundo, lo que explica tanto su rol como proveedor como su creciente importancia como destino de consumo.
Para los bienes latinoamericanos, esta realidad implica múltiples desafíos. La distancia geográfica, las diferencias culturales y regulatorias, los tiempos aduaneros y los costos de transporte internacional son variables críticas que requieren planificación y precisión. En este sentido, la eficiencia logística se vuelve el eje central para hacer viable y rentable el comercio con Asia. Desde la consolidación de carga, la gestión documental y aduanera, hasta la distribución nacional y el almacenamiento inteligente, cada eslabón de la cadena debe ser optimizado para evitar pérdidas, demoras y sobrecostos.
El Mercosur y la EFTA firmaron un Tratado de Libre Comercio
Por otro lado, Panamá y su Zona Libre de Colón se han convertido en un eje neurálgico del comercio transcontinental. El 85% de la producción que se importa en Panamá proviene de China, lo que consolida al país como un hub logístico regional para Centroamérica, el Caribe y parte de Sudamérica. Su ventaja radica no solo en una posición geográfica -conectando al Atlántico y el Pacífico en apenas 80 km-, sino también en su estabilidad monetaria (dólar estadounidense) y su sistema fiscal competitivo dentro de la Zona Libre de Colón.
Panamá actúa así como puerta de entrada y redistribución de las mercancías chinas y hongkonesas hacía América Latina. Los empresarios latinoamericanos pueden almacenar productos, consolidar carga y distribuir sin necesidad de desplazarse a Asia, gracias a la presencia de bodegas locales y acuerdos directos con proveedores chinos. Este esquema logístico flexible y seguro reduce costos, acorta plazos y mejora la trazabilidad de la cadena de suministro.
En este nuevo escenario global, América Latina tiene una oportunidad ineludible: fortalecer su integración logística y aprovechar las plataformas que ya posee.
(*) Business Developer de Interborders