A veces, la sabiduría popular coincide con la evidencia científica. Mucha gente asocia los dolores en las articulaciones con el frío y la elevada humedad. Es más, algunos aseguran que este dolor puede, incluso, predecir estas condiciones del clima.
Sin embargo, los dolores de huesos y articulaciones tienen causas específicas, como artritis reumatoide o la artrosis, o pueden ser parte del desgaste natural producto del envejecimiento.
Por eso, quienes padecen de una enfermedad reumatológica serán más propensos a las sensaciones producidas por la temperatura o la humedad ambiente.
En personas sanas, algunos estudios encuentran una relación, mientras que otros, hasta ahora, no arrojan resultados concluyentes.

Dolor en las articulaciones y la lluvia: ¿Se relacionan?
En un artículo sobre este tema, Robert H. Shmerling, reumatólogo y editor del Harvard Health Publishing, explica que los estudios científicos que analizaron el efecto de la lluvia y la humedad relacionados con los síntomas de la artritis son poco concluyentes e incluso contradictorios.
En el mismo sentido, según el sitio Cuidate Plus, la Sociedad Española de Reumatología explica que la artrosis “no se debe a un clima determinado ni a los componentes de la dieta; y que el clima y la humedad no aumentan el riesgo de sufrir artritis reumatoide”. Lo que ocurre, admite la Sociedad, es que los pacientes con estas dolencias pueden sufrir más dolor cuando hace frío o hay mucha humedad.
Una explicación proviene de médicos del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre. Según ellos, las patologías crónicas aumentan las molestias “en cambios estacionales, sobre todo el paso del otoño al invierno debido a una sobrecarga de la musculatura por el frío”.
Los médicos españoles aclaran que el llamado dolor de huesos es, en realidad, un problema en las articulaciones que ocurre porque, con el frío, disminuye el suministro de sangre. Además, el cambio de presión atmosférica habitual en invierno provoca que el líquido sinovial, un lubricante natural, se expanda, lo que también puede resultar en molestias articulares.

Como dijimos, según Shmerling, la evidencia científica, por ahora, no es clara. Sin embargo, existen estudios que sugieren que esta afectación del tiempo sobre las articulaciones se debe a cambios en la presión barométrica, mientras que otros explican que la caída en la presión puede provocar el dolor en la articulación o rigidez.
Por ejemplo, un estudio realizado en seis países de Europa, con 810 participantes que sufrían de osteoartritis en la rodilla, la mano o la cadera, analizó si había suficiente asociación entre el dolor articular y la humedad media diaria. Según las conclusiones, publicadas en The Journal of Rheumatology, los cambios climáticos no tenían influencia. En cambio, el aumento de la humedad sí se relacionaba con más dolor y rigidez, especialmente cuando hacía frío.
Como mudarse a zonas más cálidas o menos húmedas no está al alcance de cualquiera, los expertos aconsejan tomar algunas precauciones para mitigar este tipo de dolor.
Evitar corrientes de aire que provoquen cambios de temperatura bruscos y usar bufandas o pañuelos que protejan el cuello y la parte alta de la espalda; mantener una buena alimentación que asegure un aporte de calorías que permita conservar, más fácilmente, una temperatura adecuada para el cuerpo y fortalecer las articulaciones y músculos mediante el ejercicio físico y los estiramientos.