
Durante las dos últimas décadas, el mapa migratorio de Colombia cambió por completo. Las últimas cifras del Observatorio de Migraciones, Migrantes y Movilidad Humana (OM3) de Migración Colombia muestran un país atravesado por múltiples rutas, dinámicas y propósitos de movilidad, un territorio que ya no solo expulsa o recibe, también se convirtió en punto clave de tránsito regional.
El informe “Panorama actual de las migraciones en Colombia: tendencias y dinámicas regulares e irregulares” reveló que entre 2002 y septiembre de 2025 se registraron más de 245 millones de movimientos migratorios de entrada y salida. El crecimiento fue constante —un promedio anual del 14%, sin contar los años de pandemia— y da cuenta de una transformación profunda en la forma en que Colombia se relaciona con la migración.
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Pero, detrás de los números hay una historia más compleja. En ese mismo periodo, el país identificó cerca de 1,4 millones de personas en tránsito irregular, un indicador que confirma la posición estratégica del territorio colombiano dentro de los flujos migratorios que conectan Suramérica con Centro y Norteamérica.
A pesar de las dificultades que supone esta realidad, el estudio también destacó la consolidación de una población extranjera con vocación de permanencia, en la que sobresalen los ciudadanos venezolanos. A 31 de agosto de 2025, 2,83 millones de venezolanos estaban registrados en el país, lo que los mantiene como el grupo migrante más numeroso en Colombia. Según la entidad, su presencia adquirió un rol estructural dentro de la realidad migratoria nacional, al tiempo que plantea desafíos en integración social, acceso a servicios y procesos de regularización.
El comportamiento de la migración irregular, por su parte, mostró cambios notables en el último año. Si en 2024 se alcanzó un máximo histórico de 539.959 detecciones, los primeros nueve meses de 2025 registraron 124.442 casos, una caída del 61% frente a 2023. Para Migración Colombia, esta disminución no significa un alivio definitivo, sino un ajuste en los patrones de movilidad motivado por controles más estrictos en países de tránsito y destino. De ahí surge un fenómeno emergente que los expertos llaman “migración inversa”, en el que los flujos rompen con la dirección tradicional Sur-Norte.
El informe advirtió que esta reconfiguración está influenciada por el contexto político y las políticas migratorias de otras naciones, lo que obliga a mantener un monitoreo constante para anticipar posibles cambios y presiones sobre las capacidades institucionales del país.

Más allá de las cifras, el documento señaló que en Colombia coexisten múltiples formas de movilidad humana, movimientos regulares, irregulares, de tránsito y de retorno. Esta diversidad exige fortalecer la coordinación intersectorial y la capacidad de respuesta institucional, así como generar información precisa y oportuna para orientar las políticas públicas.
Comprender la magnitud de estos procesos, señaló el análisis, es clave para diseñar estrategias que garanticen una gestión migratoria basada en derechos, seguridad y desarrollo. Por eso, Migración Colombia asegura que continuará fortaleciendo los sistemas de recolección y análisis de datos, además de sus mecanismos de articulación con entidades nacionales e internacionales.

“Este conocimiento es fundamental para anticipar tendencias, comprender la evolución de los flujos y diseñar respuestas institucionales más oportunas y ajustadas a las realidades del país, garantizando un manejo migratorio que priorice los derechos humanos y el desarrollo nacional”, afirmó la directora general de Migración Colombia, Gloria Esperanza Arriero.
En un país donde las fronteras se volvieron más dinámicas que nunca, las migraciones ya no son un asunto periférico, sino un reflejo directo de los cambios sociales, económicos y políticos de la región. Colombia, señaló el informe, está aprendiendo a entenderse también desde su movilidad.





