«Llore, Nelson, llore que eso vende”. Esa frase quedó marcada en Pasión de Carnaval, según lo cuenta Nelson Burgos a Domingo, entre otras cosas porque nace en una situación que refleja lo que ocurre con la mayoría de los comunicadores que cubren “el Carnaval más largo del mundo”. “Tu vida pasa a ser Carnaval y casi casi que nada más; en tu casa estás medio de visita”, dice el hoy conductor del programa carnavalero de VTV.
Y eso le sucedió a Nelson cuando su hija obtuvo el título de Licenciada en Comunicación. Fue en plena fiesta de Momo, el comunicador no paraba casi en su casa y un día estando al aire para el programa recibió una foto de su hija con la noticia de que había salvado la tesis. “Se me empezaron a caer las lágrimas, empecé a llorar y Coco Echagüe dijo la famosa frase”, recuerda.
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La misma emoción asaltó hace unas pocas noches a Mariana Romano presentando el backstage de La Cáscara, murga de su actual pareja, Martín Farol Beracochea. Las lágrimas aparecieron cuando lo tuvo que entrevistar. Y no es la primera vez que le ocurre algo así, en que vida personal y trabajo se mezclan delante de cámaras. La notera de Pasión de Carnaval trae a cuento lo sucedido en su primer año en este programa, en el que con su pareja de entonces estaba buscando quedar embarazada.
“En una de mis primeras noches en el Teatro de Verano me sentí mal, con vómitos, y fui a atenderme al servicio 1727 del Teatro. Me pasaron intravenoso, me dijeron que era una gastroenterocolitis y me mandaron para casa. Llegué, me puse a mirar el programa y mis compañeros empezaron a embromar con que yo estaba embarazada, que el bebé se iba a llamar Gastrito y demás. Mi familia y mis amigos me llamaban y yo lo negaba. Cuestión que a la semana me hice un estudio y ¡efectivamente estaba embarazada! Entonces, volví a salir al aire mostrando la ecografía junto a Nelson Burgos en el escenario”, cuenta y, de inmediato, se acuerda de algo que le pasó en el desfile de escuelas de samba de este año. “En el palco había una chica con un cartel que decía: ‘Tengo gastroenterocolitis’. Fui a entrevistarla y le dije: ‘Ojo, mirá que yo tuve un hijo así, a los nueve meses mi gastroenterocolitis terminó siendo Francesco”.
Mariana también tiene muy presente cómo comenzó a trabajar en Carnaval. Recién recibida del Instituto Profesional de Enseñanza Periodística (IPEP) iba una noche manejando y escuchando en radio el programa Colados al camión, y en un momento su conductor, Gustavo Seijas, relató que le habían robado el auto. Dio las características del vehículo y alrededor de una hora más tarde, cuando la comunicadora estaba regresando a su casa, vio un auto con esa descripción rodeado de policías.
“Llamé por teléfono a la radio, pedí para hablar con Gustavo, le conté y terminé la conversación diciéndole: ‘Ojalá que tengas suerte y, si es así, me vas a tener que dar trabajo porque me acabo de recibir de periodista y me encanta el Carnaval’”, señala. Una semana después le suena el teléfono y era Seijas para decirle que aquel no era su auto, pero que ella tenía trabajo porque estaba buscando una productora para su programa. “Me incorporé a Colados al camión y de ahí no paré más”, apunta.
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Foto: Estefanía Leal.
A propósito de Colados al camión, son muchísimas las anécdotas que hay teniendo en cuenta que el programa de la 890 (Sport) va por su Carnaval número 23. Gustavo Seijas, director, productor, conductor y comentarista de este espacio que también tuvo su versión televisiva en VTV y Canal 10, guarda especialmente en su memoria lo ocurrido en la primera transmisión en vivo que hicieron, que fue desde el viejo tablado de Defensor Sporting.
Fue allá por el 2002, en que las comunicaciones no eran lo que son en la actualidad. Por aquel entonces había que pedir a “mesa de radio” que les proporcionaran una línea telefónica. Con el caos del primer día, la radio no pudo darles la conexión, entonces Gustavo debió apelar a la amistad que tenía con un dirigente de fútbol de Defensor Sporting al que conocía porque él fue árbitro de básquetbol mucho tiempo y también porque sus respectivos hijos iban juntos a la escuela.
“La respuesta fue que lo único que me podía ofrecer es que nosotros nos encargáramos de averiguar los bornes que tenía la sede, o sea la casona de 21 de Setiembre, e hiciéramos la conexión nosotros”, rememora Gustavo sobre una tarea que demandó salir de apuro a comprar unos 60 metros de cable de teléfono por los supermercados (lo que había abierto a esa hora), golpear en varias casas de familia del complejo habitacional de enfrente a la sede hasta dar con el borne correspondiente y que entre dos compañeros —Claudio Muniz y Gastón “El Cabeza” Lepra— se animaran subir varios metros para hacer la conexión aérea. “Con el detalle de que no podía ser el borne del fax porque estaban esperando la confirmación de México de una transferencia de un futbolista para Defensor”, apunta Gustavo. “Toda una odisea que tuvo un final feliz”, concluye.
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Luego llegarían las transmisiones en el Teatro de Verano en un lugar precario que les dieron en un principio como cabina porque eran la tercera radio en importancia. “Nos mandaron a un hueco que quedaba en el escenario, como en un entrepiso debajo de la vieja bóveda. Los días de calor era un sauna y los de frío te pegaba todo el viento de frente. Además estaba el motor del telón, entonces cuando lo prendían ¡era un ruidaje! Para colmo, cada dos por tres nos visitaba alguna rata o ratón por los tirantes”, cuenta y se ríe al confesar que al locutor comercial, Daniel “El Manteca” Macias, como tenía vértigo, le movían el banco donde se sentaban todos.
Otro que se acuerda de aquella cabina radial improvisada es Juan Castel, quien hoy también conduce Todo Carnaval en TV Ciudad junto a Valeria Tanco. “Como la cabina estaba arriba del escenario, había que apurarse para salir de ahí cada vez que empezaba una actuación. Una vuelta me pasó que volví a buscar algo de apuro y cuando quise irme estaban abriendo el telón, así que me quedé toda la actuación de ese conjunto adentro del escenario, medio sentado de costado, donde había unas vigas de madera”, evoca entre risas.
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Descontrol y confusiones en Noche de Fallos
La cobertura de la Noche de los Fallos es de los momentos más folclóricos del Carnaval uruguayo.
En los clubes se junta mucha gente esperando los resultados y pueden desaparecer cosas, como la antena para celulares del equipo de Colados al camión, que obligó a improvisar una. Gustavo Seijas recuerda también la vez que terminó haciendo la nota del primer premio de Asaltantes con Patente de 2007 desde el escenario de su lugar de festejo, como si fuera un miembro más de la murga.
La Peke Sander, en tanto, se ríe al evocar cuando le preguntó a Fabricio Speranza qué sentía con el primer premio de los Chobys cuando, en realidad, los humoristas habían salido segundos por una penalización en el puntaje. “Me quería matar porque yo era una gurisa y sentí como que le estaba metiendo el dedo en la llaga”, dice.
Diego Castro menciona el día que Tito Pastrana, director de La Nueva Milonga, fue a saludar a Los Arlequines tras perder con esta murga en polémicos fallos. Cuando va a entrevistar a Pastrana, lo conecta con la gente de estudios de la radio y se empieza a cortar. “Se ve que Tito ya venía caliente y gritó: ‘¡Pero se corta, carajo, se corta!’ Hubo que cortar porque nos entramos a tentar todos de risa”, relata el comunicador, quien además se ha ganado la fama de no acertar con sus pronósticos y más de una vez ha tenido que soportar las cargadas de los hinchas. “Te bancás una, te bancás dos, pero a la tercera ya contestás”, apunta.
Nelson Burgos y Juan Castel, por su parte, recuerdan las muchas veces que confundieron los nombres de componentes de los conjuntos al no reconocerlos por el maquillaje. “Fue la vez que más me putearon en las redes”, reconoce Nelson. Mientras que Juan admite que muchos siguen la corriente para no dejarlo quemado al aire. “Lo bueno que tiene el Teatro de Verano es que cuando hay un problema con alguien, se arregla rápido porque estamos todos muy cerca unos de otros”, rescata.
La famosa comadreja
Hacer asados entre una rueda y otra del concurso o al final de cada Carnaval es un clásico para los comunicadores de Momo. Algunos hasta terminan tirando penales en una cancha de baby fútbol, como le sucedió a la gente de Colados al camión en el picadito que jugaron tras un asado en la cancha de Exploradores Artigas allá por el 2008 o quizás 2010, la memoria falla a veces en materia de fechas.
Un comunicador que hace referencia a los asados es Diego Castro, hoy encargado de las coberturas carnavaleras para Telemundo (Canal 12) y Montevideo Portal. El periodista no se olvida de los famosos asados con la gente de CX 42, Emisora Ciudad de Montevideo, la radio que de 1978 a 2020 se ocupó de transmitir el Carnaval en forma ininterrumpida y de la que él formó parte desde 1992.
“Pedíamos lo que se llamaba ‘la isla’, que es un lugar con parrillero que está en la parte de atrás del Teatro de Verano. Hoy es un lujo, pero antes era un quincho con piso de tierra y plantas que crecían por todos lados. Una noche nos pusimos a comer y empezamos a sentir ruido entre las plantas. ¡Fa! ¿Qué pasó? Miramos y había tremendo bicho, ¡una comadreja! Después estaba siempre, pero la primera vez nos pegamos flor de susto. El dueño de la radio hasta amenazó en broma con meterla en la parrilla”, relata Diego a Domingo.
La comadreja —o las comadrejas, porque en tantos años deben haber sido varias— también fue famosa en las transmisiones de Pasión de Carnaval. “Es una bicha muy sociable, muy amiga de las cámaras y de las luces”, ironiza Marcelo Fernández, uno de los fundadores del programa de VTV y comentarista de Carnaval desde 1991. “Nos ha sucedido que la comadreja pasaba por el estudio que teníamos en el Teatro de Verano y tenías que ver las caras de Jessy (López), que se moría del susto y, no solo eso, ¡pegaba cada salto! Obviamente que todo eso salió en televisión”, asegura.
En otro sector del Teatro de Verano está siempre su compañera Fernanda “Peke” Sander, con su ya consagrada Bajadita, en la que le hace nota a los componentes de los conjuntos ni bien bajan del escenario. “Ahí he presenciado propuestas de casamiento. Por ejemplo, un muchacho de un conjunto bajó y dijo: ‘A mi novia le quiero decir que ‘sí, acepto’, me caso con ella’. O la del año pasado, cuando para la ronda de ganadores implementé que la Bajadita la hicieran los propios componentes y Tato García, de humoristas Sociedad Anónima, entrevistó a Tati, que era la utilera, y le pidió matrimonio con alianza y todo ”, relata la comunicadora.
Peke también atesora con mucho cariño la vez que “de atrevida” se subió a la cachila en la que circulaba Julio Sosa, “Canela”, en un desfile de DAECPU por el Día del Candombe. “Fue en los primeros días de diciembre de 2019 y Canela falleció el 28, entonces se convirtió en su último desfile y la última nota que dio. Me acuerdo que la nota termina con él diciéndome: ‘Te felicito por lo audaz que sos’. Es un lindo recuerdo”, destaca emocionada.
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Dos enamorados de la revista Uruguay Show
“De niña me llamaba mucho la atención la revista Uruguay Show. Yo la amaba y la miraba embelesada, sobre todo por el espectáculo de una niña que se quedaba dormida en una juguetería y los juguetes cobraban vida”, menciona Analaura Barreto como uno de sus primeros recuerdos del Teatro de Verano.
No es el único comunicador que hace alusión a Uruguay Show, Diego Castro asegura que si la revista hubiera salido uno o dos años más, quizás él hubiera sido un integrante en lugar de empezar a trabajar en CX 42.
Como la revista se preparaba en el Club Arrieta, en la esquina de su casa, comenzó a ir a los ensayos, conocer a los componentes y saberse los libretos de memoria, al punto tal que Lilián Rodríguez lo usaba como una especie de apuntador.
En el último año de Uruguay Show (1991), Diego ya tenía 13 años y, si bien no era el utilero oficial, iba a los tablados con ellos. “Me gané el mote de Linterna Verde, que me lo pusieron Lilián y Mónica Santos porque yo era un palito que iba siempre con un short verde flúo”, cuenta.
El periodista dice que ve Carnaval desde que tiene 7 años, cuando su madre lo llevaba al Teatro de Verano a ver a parodistas Klapers. “Yo me quería quedar en el Parque Rodó, pero mi madre me decía que entoces teníamos que subir al Mambo y a mí no me gustaba. Gracias al Mambo estoy haciendo Carnaval”, confiesa entre risas.
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Foto: Estefanía Leal.
Los desfiles
Las historias no solo tienen por escenario el Templo de Momo, como se suele llamar al Teatro de Verano Ramón Collazo, sino que también se dan en los distintos desfiles que promueve el Carnaval por todo el país.
Estefania Leal/Archivo El Pais
Entonces hay comunicadores, como Analaura Barreto, que encuentran ahí las raíces del amor por esta fiesta popular que a la larga ha terminado siendo objeto de un trabajo que realizan con mucha pasión. Analaura comenzó haciéndolo para Agitando una más, continuó con micros para Telenoche (Canal 4) y hoy brinda toda la información en Subrayado (Canal 10). “Me gusta informar, no dar opinión sobre los espectáculos porque considero que no estoy capacitada para eso”, aclara.
Al Carnaval lo lleva en la sangre porque su abuelo salía en la murga Los Nuevos Saltimbanquis. Lo primero que recuerda es la ida todos los años al corso de niños de la Avenida 8 de Octubre con su hermano Oscar, ambos disfrazados con los trajes que les hacían su abuela y su madre. Supo ser una india, una gitana, una hawaiana… pero el disfraz que se lleva todos los premios es el de Mujer Maravilla. “Hasta las botas me hicieron con cartulina y forradas de dorado. ¡Eran reprogres los disfraces!”, bromea quien le tenía terror a los cabezudos. “Eso me pasaba en el desfile de 18 de Julio, pero yo sentía que si iba con mi padre no me iba a pasar nada. Mi hermano, en cambio, les tiraba papelitos”, acota.
Ya de grande, cubriendo para el noticiero la salida de los conjuntos para el desfile desde la Plaza Independencia, le sucedieron varias cosas.
“Una vez tenía la nota programada con un conjunto y cuando me dan la entrada en el informativo, el largador de DAECPU habilitó la salida, me doy vuelta y ya no había nadie. Entonces fui tras ellos y me puse a desfilar con el conjunto ese pedacito de la plaza. Era en vivo y había que remarla”, expresa.
En los desfiles, la lluvia es una presencia con la que muchas veces hay que lidiar. Nelson Burgos la ha tenido que padecer muchas veces. Recuerda que en uno de los cuatro años que Pasión de Carnaval cubrió el Carnaval de Artigas, se largó a llover a la una de la mañana, cuando quedaban todavía 12 escuelas de samba por desfilar. Suspender representaba perder mucha plata. “Estuvimos reunidos dos horas y 20 minutos con el Intendente, representantes de las escuelas de samba y autoridades de Tenfield. Al final, el desfile arrancó de vuelta a las 5 de la mañana. ¡Fue eterno!”, comenta.
Algo similar le ocurrió en el Desfile de Llamadas, una vez que empezó a llover torrencialmente en la época en que desfilaban las 40 comparsas el mismo día. “Cortamos la transmisión a la una y media de la mañana y la retomamos a las 3 y 20. No me olvido más de eso. ¡Terminamos de día!”, señala.
También le viene a la mente la vez en que con la Peke Sander viajaron ilusionados a Cerro Largo para cubrir por primera vez el Carnaval de Melo. “Llegamos, se vino un vendaval y se suspendió. Llegamos al hotel, nos dimos media vuelta y nos volvimos a Montevideo. Fue un paseo”, apunta.
Marcelo Fernández también tiene sus historias en desfiles, una de las cuales no lo dejó muy bien parado, pero igual se anima a compartirla: “Estaba transmitiendo con dos compañeros las Llamadas de Colonia. En un momento creímos que estábamos en la tanda y comenzamos a conversar sobre la voluptuosa anatomía de una de las chicas que participaba en una de las comparsas. Inmediatamente los celulares se pusieron no rojos, se pusieron bordó con gente que decía ‘animales, bestias peludas, están saliendo al aire’. Hoy seríamos súper cancelados por hacer en público comentarios que se siguen haciendo en privado todos los días, en todos los ámbitos, en todas las edades y en todas las circunstancias. Deberíamos no hacerlos nunca”.
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Foto: Estefanía Leal.
El comunicador también hace referencia a las bataolas que se han armado en plenas transmisiones y menciona sin ir más lejos una del Carnaval de 2024. “Durante las Llamadas se generó una gresca frente a dónde nosotros estábamos transmitiendo que incluyó botellazos, cabezas rotas, sangre derramada y policías que llegaron muy tarde, cuando todo ya se había calmado. Y nosotros poniendo nuestra mejor cara de ‘no pasa nada’, aunque algún comentario hacíamos. Fue una mezcla de película de Tarantino con División Palermo”, bromea.
Las historias podrían seguir, son infinitas y variadas. “Muchas no se pueden contar”, coinciden varios de los consultados. Quizás dieran para un espectáculo en sí mismo, si alguno de ellos alguna vez se animara a armarlo. Material no faltaría.
Los enojos de Pinocho y la valentía de Coco
Los enojos son moneda corriente en el Carnaval y muchos tienen como destinatarios a los comunicadores. Como, por ejemplo, una murga que durante dos años no le habló a Nelson Burgos.
Quizás quien ocupe el podio en eso de hacerse el ofendido es el fallecido Ariel “Pinocho” Sosa. Nelson recuerda la vez que lo echó del “back” de los Zíngaros pidiendo a gritos que viniera la Peke. Estuvieron tres años sin hablarse hasta que el comunicador tuvo que entrevistarlo. “Cuando termino la nota dice: ‘Me gustaría que me hubiera tratado mejor el peladito’, a lo que yo le recordé nuestro cruce. Me abrazó, me besó y me dijo: ‘Yo te quiero tanto’ y seguimos como amigos como siempre”, cuenta.
Una historia parecida tiene Diego Castro, quien en 2016 fue jurado del desfile y Pinocho se enojó por el puntaje que le puso, que dejó a los Zíngaros segundos. Pasó todo ese Carnaval sin hablarle hasta que en la nota final que se hacía en CX 42 con los conjuntos, cuando fue el turno de Pinocho en un momento dijo: “La 42 ha sido mi casa, pero acá hay un periodista que se equivocó feo, pero ¿saben una cosa? Como es de la 42 yo lo perdono”. “No le ganabas una a Pinocho. La puteada me la comí yo y terminó diciendo que él me perdonaba a mí. Era terrible”, señala Diego.
Analaura Barreto, en tanto, destaca que a pesar de sus reacciones era un hombre de códigos. “En Agitando una más yo hacía el personaje de la periodista indiscreta y un día anuncié que iba a haber un pase muy importante en la categoría de parodistas, pero que no podía dar nombres. Pinocho me llamó para saber quién era y yo me negué alegando que cuando él me contaba cosas y me pedía reserva, yo lo respetaba. Se lo dije con muchos nervios. Tiempo después lo llamé para preguntarle algo y me contestó diciéndome que me tenía 100% de confianza, que me iba a decir lo que pudiera y más porque sabía que si me pedía silencio yo lo iba a acatar. Todo porque se acordaba de aquella vez del tema del pase”, relata la comunicadora.
En esto de los enojos, Daniel Porciúncula, creador de las transmisiones de CX 42, destaca la actitud que en una oportunidad tuvo Gustavo “Coco” Rivero (ya fallecido) de no respetar la decisión del director del conjunto de parodistas en el que actuaba, que dispuso que nadie hablara con la radio por un comentario que no le gustó. “Gustavo era muy amigo de gente del equipo y al finalizar la actuación volvió especialmente para hacer la nota con nosotros. Terminamos a los abrazos y generándose una gran amistad. Esto demuestra el respeto de los actores por la actividad periodística. Me quedó marcado para siempre”, remarca Daniel.
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