Redacción El País
Con el paso del tiempo, el cuerpo experimenta una serie de cambios que repercuten directamente en el sistema digestivo. En particular, a partir de los 50 años es común que se altere la capacidad de absorber nutrientes, que el sistema inmunológico pierda fuerza y que aparezcan molestias como hinchazón, digestión lenta o constipación.
Si bien muchas personas comienzan a interesarse por su salud intestinal en esta etapa, no siempre saben por dónde arrancar. La buena noticia es que con pequeños cambios cotidianos se puede recuperar el equilibrio y mejorar notablemente el bienestar general.
El intestino, un órgano clave en el envejecimiento
Distintas investigaciones han confirmado que el intestino está directamente relacionado con el estado de ánimo, el control del peso, el sueño y la función inmunitaria. Además, participa activamente en lo que se conoce como eje intestino-cerebro, una red que comunica al aparato digestivo con el sistema nervioso y regula procesos como el estrés y el descanso nocturno.
Tanto Mayo Clinic como Harvard Medical School subrayan que más del 70% de las células inmunes del cuerpo están alojadas en el intestino. Por eso, su buen funcionamiento es determinante para atravesar de forma saludable la mediana edad y las etapas hormonales como la perimenopausia o la menopausia, en las que se observa un descenso de estrógenos que también impacta sobre la microbiota intestinal.
Cuatro errores frecuentes que alteran la salud intestinal
1. Comer siempre lo mismo
Una alimentación monótona, con poca variedad de frutas, verduras, legumbres o cereales integrales, limita la diversidad de bacterias beneficiosas. Lo ideal es consumir unos 30 tipos de alimentos vegetales por semana, incluyendo hierbas, semillas y tés, para alimentar distintas cepas microbianas.
2. Dejar afuera los fermentados
Yogur natural, kéfir, chucrut o kimchi son algunas de las opciones que aportan probióticos vivos, esenciales para repoblar la flora intestinal y favorecer la digestión. También brindan proteínas, calcio y vitaminas del grupo B, claves después de los 50.
3. Estar muchas horas sentado
La vida sedentaria y el tiempo excesivo frente a las pantallas perjudican el tránsito intestinal. En cambio, caminar todos los días –sobre todo después de comer– estimula la producción de compuestos antiinflamatorios que protegen el intestino y ayudan a deshincharse.
4. Dormir mal o poco
Cuando el descanso se altera, también se desequilibra la microbiota. Esto se debe a la conexión constante entre cerebro e intestino. Por eso, mantener horarios regulares, evitar el celular antes de dormir y crear una rutina nocturna relajante puede mejorar tanto el sueño como la digestión.

Foto: Freepik.
Sumar hábitos saludables: simple y eficaz
La especialista en microbiota Kristen Stavridis propone algunas acciones concretas que pueden incorporarse sin grandes esfuerzos y que están respaldadas por centros médicos de referencia como Harvard y Cleveland Clinic:
- Aumentar la variedad de alimentos vegetales: probar nuevas frutas y verduras cada semana.
- Incluir fermentados: sumar yogur natural o algún alimento probiótico a la dieta diaria.
- Moverse más: aunque sea con caminatas cortas después de las comidas.
- Priorizar el descanso: dormir al menos 7 u 8 horas y evitar pantallas antes de acostarse.
Invertir en el intestino es invertir en salud
Un estudio realizado por Biotiful Gut Health en Reino Unido reveló que casi la mitad de las personas entre 55 y 64 años está preocupada por su salud digestiva, pero un alto porcentaje no sabe cómo cuidarla correctamente. La clave está en asumir que no se trata de una moda pasajera, sino de una inversión a largo plazo.
Cuidar el intestino no solo mejora la digestión, sino que impacta en la energía, el sistema inmune y el estado de ánimo. A medida que se avanza en edad, aprender a alimentar la microbiota se vuelve un recurso fundamental para vivir con mayor plenitud.