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viernes, febrero 28, 2025

¿Cómo fueron los años 90 para la clase media? Una radiografía de Marina Mariasch

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La primera idea que surge en la conversación con la escritora, docente y editora Marina Mariasch (Buenos Aires, 1963) es un inglés: “War Flashbancks”. Estamos dialogando sobre la reciente reedición del libro Estamos unidas (Emecé), una de esas narraciones que habilitan varias lecturas posibles: una novela episódica y fragmentada o una serie de cuentos que abordan los mismos personajes y construyen una suerte de collage. Ahora bien, en cualquiera de los dos casos, el texto se mete con tres cuestiones: crecer en la Argentina menemista (cada presidente marca la época de forma ineludible), crecer en una familia de clase privilegiada (el libro abre con una cita de Karl Marx) y crecer junto a una hermana en la última década del siglo XX con todo lo apocalíptico que significaba en ese momento (la destrucción y la autodestrucción son dos de los componentes atractivo de esta historia).

Sigue hablando Mariasch: “Cuando yo era chica se decía traumas del pasado y ahora se le dice War Falshbacks, como flashbacks de guerra que tenemos de los 90. Vienen esas sensaciones de que había una suerte de intento de aplastar a la clase media y que se estiren más las diferencias entre ricos y pobres y que en el medio no quede nada”.

Estamos unidas no es un libro melancólico ni se trata de leerlo como se mira un álbum de fotos viejas con cierta nostalgia (es más: “nada que ver con la nostalgia”, dice en un momento), sino que las narraciones muestran un tipo de vida particular con la prosa siempre afilada de Mariasch.

Shopping, dicroicas, musiquita

Algunas frases subrayables: “¿Adónde van los esqueletos de las montañas rusas cuando los parques de diversiones se cierran?”, “Los que manejan el país hoy fueron mis compañeros de primaras”, “La ruta ondulaba negra, seca y áspera como lengua de una vaca”, “Aunque era distinto, en el shopping, con la luz diamantina de las dicroicas y esa musiquita cómoda me sentía en una bañera de agua tibia”, entre otras.

Lo que me interesaba explorar sobre todo son las contradicciones de esa clase media alta ilustrada, que por supuesto no llegaba a ser tan alta ni tampoco era la oligarquía. Se trataba a de familias donde podían convivir gente que había militado en los 70 y cuyos compañeros también habían militado, o estado cerca de la militancia, y que después, ya en los 90, podían tranquilamente ir a los Estados Unidos y abrir una cuenta en dólares. O una madre que tenía libros de Marx y de los chinos, pero también quería estar flaca y bronceada. Esas contradicciones de la época que estaban muy patentes para mí en esa gente y que resultaban entre graciosas y patéticas”.

Marina Mariasch. Foto: Ariel Grinberg.
Marina Mariasch. Foto: Ariel Grinberg.

La literatura de Mariasch está profundamente atravesada por la política y las lecturas. Por eso mismo, no llama la atención que también haya salido recientemente su libro de poesía Mutual sentimiento (Nebliplateada) y los primeros versos que se leen dicen así: “Por lo pronto/amás la democracia/llevás un helicóptero a la plaza/un tren si sos mujer y querés/manejar la máquina”.

¿Los 90 de Estamos unidas parecen continuarse con el estallido del 2001 al mencionar la huida en helicóptero de De La Rúa? Es posible. Por lo pronto, dice sobre este poemario: “Mutual sentimiento es un libro que se escribió al calor de las asambleas feministas, muchas de las cuales se hicieron en la mutual que lleva ese nombre tan precioso. Son poemas escritos sobre la marcha, entre las palabras de otras y de otros, como creo se escribe siempre la poesía, la literatura en general. No pienso el libro como un proyecto sino más bien como un ambiente que se va condensando hasta que cae, una nube que se transforma en agua. Después viene otra cosa. Otra atmósfera, otro clima semántico. Otra zona de interés, de preocupaciones. Otro espacio que convoca la mirada, el pensamiento, la atención para escribir. Una zona que no solo está en el mundo sino también en el lenguaje.”

Dos libros sobre la mesa de novedades de las librerías, Estamos unidas y Mutual sentimiento, dialogan como formas de exponer un tipo de voz tan importante como la Marina Mriasch. Entrevistada por Clarín, la escritora cuenta su forma de entender la literatura en un momento del país que parece ir en la dirección contraria a la que ella esperaba luego de años de militancia, compromiso y escritura.

–Estamos unidas se maneja siempre en un tono que va del humor al dolor en muy pocas palabras, pero sin caer nunca en la conmiseración.

–Es un tono con el quiero desnudar o desvestir la propia clase y sus contradicciones. También es un libro que nace de un taller de biodrama que hice con Vivi Tellas. Uno de los ejercicios era escribir un relato autobiográfico a partir de una foto. Yo escribí un viaje a Estados Unidos. Eso fue un germen de lo que escribí en el libro, el corazón del asunto. Cuando lo escribí en ese momento hacía poco que había ocurrido el suicidio de mi mamá. Y sentí que había logrado sintonizar con la escritura respecto de eso. Hasta ahí podía llegar con mi escritura, no podía acercarme más. Y ese texto me hizo sentir muy feliz, como si hubiera hecho un doctorado, logré escribir algo sobre eso. Y el estilo trataba de llevarlo a lo que me pasaba cuando veía Twin Peaks, una serie de David Lynch de los 90. Había algo del tono de misterio lyncheano que me interesaba capturar. Además, yo estaba tratando de escribir de una manera más transparente, más pop.

–Los 90 fueron en sí mismos una década muy contradictoria pero todavía se podían ver estos cruces de clases sociales que se ven en el texto.

–En todas las épocas existieron sectores más excluyentes o más exclusivos, si querés, pero por ahí, esta capa social de la que hablo en Estamos unidas tenía, por ejemplo, en la escuela pública la posibilidad de tener cruces con todos los sectores. Pero más allá de esto el texto no quiere quedar presa de ninguna supuesta verdad de la realidad. Y esas dos palabras, verdad y realidad, para mí son muy molestas, incómodas, cuestionables.

Marina Mariasch. Foto: Ariel Grinberg.Marina Mariasch. Foto: Ariel Grinberg.

–El libro muchas veces vaticina un futuro devastador.

–Sí, tiene una especie de profecía de que el futuro va a ser muy terrible. Pero no sabía que iba a ser tan terrible como fue después.

–¿Tiene que ver con Efectos personales, tu novela anterior?

–Estamos unidas funciona de alguna manera como una precuela de Efectos personales. Por supuesto, no fue pensado así. Simplemente se dio así. Este libro cuenta cómo se fue gestando todo ese malestar de este mundo de tres mujeres, una madre y dos hijas. Son mujeres que habitan un mundo femenino medio sin hombres o con hombres medio fantasmas o que van circulando un poco como muñecos más sexuales que afectivos. Y hay descontrol en la cuestión afectiva porque hay falta de contención y de límites acá, en esta novela. Después todo eso se materializa y se sustancia en Efectos personales. También, desde el punto de vista político y económico, en lo que estamos viviendo hoy con Milei. Sí, yo avisé que iba a ser horrible todo pero fue peor de lo que imaginaba.

–¿En qué momento te encuentra esta reedición?

Estamos unidas es un libro que no podría escribir hoy porque ya tengo otra vez, han pasado los años. Pero me hago cargo de este libro. Me parece simpático en un sentido, acertado en algunas cosas. Ya lo considero un objeto externo, un satélite.

–Libro a libro fuiste armando una suerte de constelación alrededor de pensar desde muchos ángulos la familia.

–Me interesa mucho la construcción de las intituciones como base del capitalismo. De hecho, tengo un libro de poemas que se llama El zig zag de las instituciones, que me gusta el título porque pienso y reflexiono mucho en ese sentido. De hecho, estudié el suicidio en su sentido social para escribir Efectos personales que un libro solamente de catarsis, para nada y tampoco es literatura del yo, es un ensayo autobiográfico sobre la cuestión. Pero yendo al conjunto de mis libros no pienso en términos de obra. Sí pienso que está bueno y me pone contenta que circulen títulos que estaban agotados y ahora están ahí.

–¿Cómo ves lo que ocurre con la cultura en este momento político?

–Creo que hay que salir del bucle de la indignación y organizarse de una manera seria y comprometida. Y, además, me parece que no hay que dejarse capturar por la agenda de ellos. Y al mismo tiempo me pasa desde hace un tiempo que la literatura me interesa más para leer que para escribir y que escribir y publicar es un acto completamente vanidoso y que yo prefiero estar del otro lado. De todas maneras, con todo lo que pasa en el mundo solo me dan ganas de encerrarme y meterme en alguna novelita del siglo XIX, pero es imposible y sigo escribiendo.

–Hoy en día, ¿dónde encontrás lo que te lleva a un poema?

–Eso suele estar en lugares inesperados. Aunque a veces lo encuentro en lo más evidente, por ejemplo, en otro poema.

Marina Mariasch básico

  • Nació en Buenos Aires, en 1973.
  • Publicó los libros de poesía Coming attractions (1997), XXX (2001) y Tigre y león (2005), en el sello editorial Siesta, que fundó y codirigió. Esos y otros libros suyos fueron reunidos bajo el título Paz o amor (2014).
  • Siguieron Encantada de conocerte (2016) y Mutual sentimiento (2018), La pequeña compañía (2022).
  • Ensayos suyos fueron publicados en diferentes volúmenes. Sus novelas son El matrimonio y Efectos personales.
  • Es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y docente en la carrera de Artes de la Escritura (Universidad Nacional de las Artes).

Estamos unidas, de Marina Mariasch (Emecé).

Redacción

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