Hollywood atraviesa horas de profunda tristeza tras la sorpresiva noticia de muerte de Diane Keaton, ícono indiscutido del cine estadounidense, quien falleció el pasado 11 de octubre en California a los 79 años.
La noticia fue confirmada por un portavoz de su familia, que en un breve comunicado pidió respeto y privacidad “en este momento de enorme dolor” y evitó brindar mayores detalles sobre las circunstancias del fallecimiento.
Aunque la actriz mantenía un bajo perfil en los últimos años, su muerte tomó por sorpresa al mundo del espectáculo: se desconocía que atravesara complicaciones de salud, aunque allegados revelaron que su estado había “empeorado de manera repentina” en los últimos meses.
Según confirmó el Departamento de Bomberos de Los Ángeles, una ambulancia acudió a su domicilio a las 8.08 de la mañana tras una llamada de emergencia. La actriz fue hallada inconsciente en su casa y trasladada de inmediato a un hospital cercano, pero no lograron reanimarla.

Qué se sabe de los últimos días de Diane Keaton y cuál fue su último posteo en redes
Un amigo cercano, citado por People, aseguró que la actriz “vivió exactamente como quiso, rodeada de la gente que amaba y disfrutando de los placeres simples de la vida”. También describió su carácter entrañable: “Era una entre un millón. Divertida hasta el final, con la capacidad de volver especiales incluso los momentos cotidianos”.
A diferencia de otras estrellas de Hollywood, Diane Keaton llevaba una vida reservada y lejos de cualquier exposición innecesaria. En sus últimos meses eligió refugiarse en su casa junto a su familia y su inseparable perro Reggie, quienes fueron, según confirmó un portavoz a People, su principal sostén durante este período íntimo que decidió mantener lejos de los medios.

“En sus últimos meses estuvo acompañada únicamente por sus familiares más cercanos. Eligieron transitar este momento en privado”, reveló la fuente. De hecho, incluso amigos históricos de la actriz aseguraron que no estaban al tanto de la gravedad de su estado de salud, ya que Keaton evitó hablar públicamente del tema.
Su actividad en redes sociales también había disminuido de manera notoria, aunque dejó una última señal pública días antes de morir: su último posteo en Instagram fue una foto dedicada a su perro Reggie, como parte de una colaboración con una marca de artículos para el hogar. La imagen, tierna y cotidiana, la mostraba en el interior de su casa, transmitiendo calidez, naturalidad y ese humor sencillo que la caracterizó hasta el final.
Ese fue su último gesto público antes del hermetismo absoluto que rodeó sus últimos días. Un cierre silencioso para una actriz que, a pesar de su enorme fama, siempre eligió priorizar su vida personal por encima de cualquier cosa.
El legado de Diane Keaton: una actriz única en Hollywood
Diane Keaton no fue solo una actriz icónica: fue una figura cultural que redefinió el modo de construir personajes femeninos complejos y emocionantes en el cine. Con más de cinco décadas de trayectoria, supo moverse entre la comedia, el drama y el romance con una naturalidad que la convirtió en una referencia ineludible dentro de la industria audiovisual estadounidense.
Nacida en Los Ángeles en 1946 bajo el nombre de Diane Hall, era la mayor de cuatro hermanos en una familia de clase media. Su padre era ingeniero civil y su madre, ama de casa con inclinación artística, fue quien la inspiró a explorar el universo creativo desde muy joven. Durante su adolescencia participó en obras escolares y, apenas terminó la secundaria, decidió que quería actuar. Estudió teatro brevemente en la universidad, pero pronto comprendió que su destino estaba en Nueva York. Allí adoptó el apellido de soltera de su madre, Keaton, como nombre artístico, ya que en Actors’ Equity ya estaba registrada otra intérprete llamada Diane Hall.

Su gran salto llegó en 1972 cuando Francis Ford Coppola la eligió para interpretar a Kay Adams, la novia —y luego esposa— de Michael Corleone en El Padrino, uno de los filmes más influyentes de la historia del cine. Ese papel no solo fue el inicio de su fama mundial, sino también la introducción a Hollywood de una figura atípica: segura, irónica y con una sensibilidad dramática fuera de lo común. Volvió a interpretar el papel en El Padrino II (1974) y El Padrino III (1990), consolidando su presencia en la saga.
En paralelo, Keaton inició una exitosa alianza creativa con Woody Allen, con quien trabajó en títulos como Sueños de un seductor (1972), Manhattan (1979) y La última noche de Boris Grushenko (1975). Pero fue Annie Hall (1977) la película que cambió su vida para siempre: ganó el Oscar a Mejor Actriz por su interpretación de Annie, un personaje que mezclaba fragilidad emocional y humor espontáneo de un modo novedoso para la época. Su estilo andrógino, con trajes oversized y sombreros fedora, inspiró una revolución estética aún recordada en el mundo de la moda.

Lejos de limitarse a la actuación, Diane Keaton también fue productora, directora y escritora. Publicó varios libros, incluyendo memorias y ensayos sobre arquitectura y estilo, otra de sus grandes pasiones. En el plano personal eligió no casarse y formar su propia familia monoparental: adoptó a su hija Dexter en 1996 y a su hijo Duke en 2001, quienes fueron su prioridad absoluta.
Respetada por sus colegas, admirada por generaciones y celebrada por su autenticidad, Diane Keaton fue —y seguirá siendo— un emblema del cine. Una mujer que jamás pidió permiso para ser distinta y que hizo de su vida y su carrera una celebración de la libertad creativa. Su huella en Hollywood es indeleble.

Fotos: Fotonoticias