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martes, julio 15, 2025

¿Cómo opera la nueva generación de extorsionistas en Guatemala?

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En un operativo que pone de manifiesto la persistencia del flagelo de los extorsionistas en Guatemala, agentes de la División Nacional Contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (DIPANDA) lograron la captura en flagrancia de un presunto integrante de la Mara Salvatrucha mientras cobraba dinero producto de amenazas a comerciantes locales.

El hecho, ocurrido en el sector de Canalitos, zona 24 de la capital guatemalteca, evidencia los métodos operativos de las estructuras criminales que continúan asfixiando la economía de pequeños y medianos empresarios en el país.

Kevin «N», de apenas 18 años, conocido en el mundo criminal con el alias de «Monkey», fue sorprendido por las autoridades en el momento exacto en que recogía un paquete que simulaba contener Q3,000, cantidad que había exigido previamente a propietarios de un negocio de la zona bajo amenazas de atentar contra su integridad física y su establecimiento comercial.

El operativo, resultado de un minucioso trabajo de inteligencia e investigación por parte de la DIPANDA, incluyó una fase de seguimiento y la preparación de un señuelo que permitió documentar el delito en el momento de su consumación, una estrategia que ha demostrado ser efectiva para la judicialización de estos casos que frecuentemente quedan en la impunidad debido al temor de las víctimas a presentar denuncias formales.

Al momento de su captura, el joven extorsionista se movilizaba en una motocicleta con placas M-666MJL, vehículo que ha sido consignado como evidencia material del delito.

Adicionalmente, los agentes decomisaron dos teléfonos celulares que presumiblemente contienen información valiosa sobre la estructura criminal a la que pertenece el detenido, sus métodos de operación y potencialmente datos sobre otras víctimas y cómplices.

Captura de extorsionistas

La captura de «Monkey» pone en evidencia varios aspectos preocupantes del fenómeno de la extorsión en Guatemala. En primer lugar, la juventud del detenido (18 años) refleja cómo las organizaciones criminales continúan reclutando a adolescentes y jóvenes adultos para sus actividades ilícitas, aprovechando tanto su vulnerabilidad socioeconómica como las ventajas procesales que pueden obtener en caso de ser menores de edad.

Este patrón de reclutamiento temprano ha sido documentado extensamente por organizaciones que estudian el fenómeno de las pandillas en el Triángulo Norte de Centroamérica, donde la Mara Salvatrucha (MS-13) y otras estructuras similares han desarrollado sofisticados sistemas de captación, adoctrinamiento y asignación de roles específicos a sus miembros más jóvenes, frecuentemente comenzando con tareas de vigilancia hasta escalar a actividades más lucrativas y violentas como la extorsión.

Otro elemento significativo es el monto exigido: Q3,000. Esta cantidad, aunque considerable para muchos pequeños empresarios guatemaltecos, representa apenas una fracción de lo que las estructuras criminales recaudan mensualmente a través de sus redes de extorsión. La multiplicidad de víctimas y la regularidad de los cobros (generalmente semanales o quincenales) convierten este delito en una fuente constante y predecible de ingresos para las pandillas, financiando así otras actividades ilícitas y el sostenimiento de la estructura criminal.

Modus operandi

La modalidad operativa detectada en este caso sigue patrones bien establecidos: identificación de negocios vulnerables, contacto inicial generalmente telefónico donde se establecen las amenazas y condiciones del pago, y finalmente la recolección del dinero por parte de «recolectores» o «banderas» que, como en el caso de «Monkey», suelen ser los eslabones más expuestos y prescindibles de la organización criminal.

El uso de la motocicleta como medio de transporte tampoco es casual. Estos vehículos ofrecen ventajas tácticas para la comisión de delitos en entornos urbanos congestionados: facilidad de escape, capacidad para transitar por calles estrechas o congestionadas, y la posibilidad de cambiar rápidamente de rutas para evadir controles policiales o seguimientos.

Las amenazas de atentados contra los negocios que no cumplen con las exigencias económicas no son simples intimidaciones. La historia reciente de Guatemala está plagada de casos donde las negativas a pagar extorsiones han resultado en ataques armados contra establecimientos comerciales, incendios provocados, y asesinatos de propietarios, empleados o familiares. Esta realidad refuerza el ciclo de miedo que alimenta la efectividad de la extorsión como mecanismo criminal.

La captura de «Monkey» representa un golpe puntual contra las operaciones de extorsión en la zona 24 capitalina, pero el fenómeno persiste como uno de los principales desafíos de seguridad pública en Guatemala. Según datos de organizaciones especializadas, miles de negocios cierran anualmente en el país debido a la imposibilidad de sostener económicamente las exigencias de los extorsionistas, generando pérdidas millonarias para la economía nacional y profundizando la precariedad laboral en zonas ya afectadas por altos índices de pobreza.

Las autoridades guatemaltecas han implementado diversas estrategias para combatir este flagelo, desde la creación de unidades especializadas como la DIPANDA hasta campañas para fomentar la denuncia anónima. Sin embargo, la persistencia del fenómeno sugiere la necesidad de abordar no solo sus manifestaciones inmediatas sino también sus causas estructurales: la desigualdad económica, la falta de oportunidades para jóvenes en zonas vulnerables, y las deficiencias del sistema penitenciario, desde donde frecuentemente se coordinan muchas de estas operaciones criminales.

El caso de Kevin «N», alias «Monkey», ahora en manos de la justicia guatemalteca, representa apenas un pequeño fragmento de un problema sistémico que continúa desafiando la capacidad institucional del Estado y erosionando el tejido económico y social de comunidades enteras en Guatemala. La efectividad de este tipo de operativos solo podrá medirse en función de su capacidad para desarticular no solo a los ejecutores materiales sino a las estructuras completas que se benefician de la economía criminal de la extorsión.

Redacción

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