La electricidad es una forma de energía que se produce por el movimiento de cargas eléctricas, principalmente electrones. En la materia, los átomos están compuestos por protones (carga positiva), neutrones (sin carga) y electrones (carga negativa).
En condiciones normales, los átomos tienen igual cantidad de protones y electrones, por lo que son eléctricamente neutros. Pero cuando los electrones se trasladan de un objeto a otro (o de un cuerpo a otro), se produce un desequilibrio de cargas y allí aparece la electricidad.
La electricidad estática es un tipo de electricidad que ocurre cuando hay una acumulación temporal de cargas eléctricas en la superficie de un material. Se llama “estática” porque las cargas no se mueven de manera continua, como en la corriente eléctrica, sino que permanecen acumuladas hasta que encuentran una vía para descargarse.
Esta acumulación suele ocurrir por fricción, cuando dos materiales se frotan entre sí y uno de ellos gana electrones mientras el otro los pierde. Un ejemplo típico es cuando te sacás un suéter de lana y escuchás pequeños chasquidos: eso es electricidad estática en acción. Pero veamos bien cómo funciona esta trasmisión eléctrica de un cuerpo a otro.

Como se dijo, la electricidad se transmite cuando hay movimiento de cargas eléctricas, generalmente electrones. Estos electrones pueden pasar de un objeto a otro si hay una diferencia de carga entre ellos.
Cuando un cuerpo tiene más electrones de lo normal, decimos que está cargado negativamente; si tiene menos, está cargado positivamente. Esta diferencia crea una tensión eléctrica o diferencia de potencial, que impulsa a los electrones a moverse de un cuerpo al otro para igualar las cargas.
Una de las formas más comunes de transmisión de electricidad entre cuerpos es el contacto directo. Si tocás un objeto que tiene una carga eléctrica distinta a la tuya, los electrones pueden pasar de un cuerpo al otro rápidamente.

Este movimiento brusco de electrones es lo que se siente, por ejemplo, cuando recibís una descarga al tocar una manija metálica después de caminar sobre una alfombra: tu cuerpo acumuló electrones por fricción (electricidad estática) y, al tocar el metal, los electrones saltan hacia él, generando una chispa.
Otra forma es la inducción electromagnética, donde no hace falta contacto físico. Si un cuerpo cargado se acerca a otro neutro (sin carga), puede provocar una redistribución de las cargas dentro del segundo objeto.
Electrones, materiales y materia corporal
Por ejemplo, si acercás un objeto con carga negativa a uno neutro, los electrones del objeto neutro se alejarán y los protones quedarán más cerca de la fuente cargada. Si luego conectás el objeto neutro a tierra (es decir, a algo que pueda recibir o ceder electrones), las cargas pueden moverse, cargando el objeto sin haberlo tocado.
La facilidad con que la electricidad se transmite entre cuerpos depende también del material del que están hechos. Los conductores, como los metales, permiten que los electrones se muevan con facilidad.
En cambio, los aislantes, como el plástico o la madera, dificultan o impiden ese movimiento. Por eso es mucho más fácil recibir una descarga eléctrica al tocar una superficie metálica que una de plástico, incluso si ambos objetos tienen carga.
Para finalizar, es importante tener en cuenta que la electricidad estática no se «crea» en el sentido de generar nueva energía desde la nada. Lo que realmente ocurre es una redistribución de electrones.

Cuando dos materiales se frotan entre sí, como por ejemplo una regla de plástico contra el pelo, uno de los materiales pierde electrones y el otro los gana. Esto provoca que uno quede con carga negativa (exceso de electrones) y el otro con carga positiva (déficit de electrones). Así surge la electricidad estática.
Este tipo de fenómenos son desiguales y temporales. ¿Por qué? Desiguales, porque uno de los cuerpos termina con más carga que el otro; y temporales, porque esas cargas tienden a buscar el equilibrio: los electrones no se quedan acumulados para siempre.

Apenas encuentran un camino para regresar al equilibrio (por ejemplo, cuando tocás algo conductor como una manija metálica), se descargan rápidamente. Esa es la famosa “chispita”.
No se genera energía en sí, solo se transfiere y redistribuye. La energía involucrada viene del trabajo mecánico (como el roce entre dos objetos) que permite mover esos electrones. Es un buen ejemplo del principio de conservación de la energía: no se crea ni se destruye, solo se transforma.