A diferencia de los perros, los gatos forjan un apego más exclusivo y su preferencia responde a una combinación de factores; especialistas explican cuáles son.

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Redacción El País
Reservados, independientes y, a la vez, profundamente afectuosos, los gatos tienen una forma particular de relacionarse con los humanos. Aunque muchos los perciben como animales distantes, lo cierto es que establecen vínculos fuertes y selectivos: eligen, casi siempre, a una persona del hogar como su favorita. Pero ¿qué determina esa elección?
A diferencia de los perros —que suelen repartir su cariño entre todos los miembros de la familia—, los gatos forjan un apego más exclusivo. Su preferencia responde a una combinación de factores: la confianza, la constancia en los cuidados y el respeto por su espacio.
Según especialistas, los felinos reconocen y valoran especialmente a quienes satisfacen sus necesidades básicas de forma regular. Alimentarlos, mantener limpia su caja sanitaria, dedicar tiempo al juego y ofrecerles caricias cuando están receptivos son gestos que refuerzan su sensación de seguridad y bienestar.
Más allá del afecto, el respeto por su independencia es clave. Los gatos necesitan momentos de soledad y no reaccionan bien ante los intentos de forzar el contacto. Acercarse en el momento equivocado o invadir sus espacios puede generar rechazo o estrés. Permitirles decidir el ritmo de la interacción refuerza la confianza y consolida el vínculo.
El modo en que los humanos se comunican también influye. Los gatos son muy sensibles a los sonidos y tienden a sentirse cómodos con voces suaves y movimientos tranquilos. Tonos fuertes o bruscos los alteran. De hecho, las mujeres suelen ser las preferidas de los gatos, en parte porque tienden a tener voces más apacibles y gestos menos invasivos.

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Cómo muestran cariño los gatos
Una vez que un gato elige a su persona, existen señales claras de ese afecto. Dormir cerca del humano, por ejemplo, es una de las más evidentes: durante el descanso, los felinos son vulnerables, por lo que compartir ese momento implica una muestra de absoluta confianza.
Otra señal es el clásico movimiento de “amasar” con las patas delanteras, un gesto que remite a la infancia y a la sensación de bienestar que experimentaban al alimentarse de su madre. También el ronroneo suele expresar placer y conexión emocional, aunque en algunos casos pueda tener otros significados.

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El frotamiento corporal es otro lenguaje de afecto. Cuando un gato roza su cuerpo contra una persona, está marcándola con sus feromonas, incluyéndola simbólicamente en su territorio y, por extensión, en su círculo íntimo.
Cada gesto cotidiano —desde el momento de la comida hasta una siesta compartida— fortalece la relación entre un gato y su humano. Comprender su lenguaje, respetar su espacio y actuar con coherencia son las claves para ganarse su afecto.
En base a La Nación/GDA
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