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lunes, septiembre 15, 2025

¿Comprar libros sin tener tiempo para leer?: Una paradoja con la que muchos conviven

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Los libros siempre han sido un símbolo de conocimiento, cultura y placer personal. Sin embargo, en los últimos años creció un fenómeno curioso: la acumulación de títulos que muchas veces no llegan a abrirse. O sea: comprar sin tener tiempo de leer. Este hábito, lejos de ser raro, se volvió común en todo el mundo y hasta tiene un nombre propio.

El término japonés tsundoku describe exactamente esa conducta: comprar libros sin leerlos y dejar que se apilen en la biblioteca. Más allá de lo anecdótico, se trata de una práctica que conecta con emociones como el deseo de aprender, la ilusión de proyectar una identidad lectora o, simplemente, el placer de tener ejemplares en casa.

Este fenómeno no es exclusivo de Japón. En Occidente también se observa con fuerza, al punto de que se lo asocia a la bibliomanía, una inclinación a coleccionar libros más allá de la posibilidad real de leerlos. Y aunque pueda sonar contradictorio, se ha naturalizado tanto que ya no sorprende.

¿Comprar libros sin tener tiempo para leer? ¿Comprar libros sin tener tiempo para leer?

En tiempos donde los días se llenan de obligaciones y pantallas, surge una pregunta inevitable: ¿qué sentido tiene comprar libros si no hay tiempo para leerlos? La respuesta no es tan sencilla, porque involucra factores culturales, psicológicos y hasta sociales que ayudan a explicar por qué este hábito se sostiene.

El tsundoku combina la fascinación por las librerías con la promesa de un futuro ideal donde se supone que habrá tiempo para leer. Muchas personas compran un título pensando en ese “momento libre” que nunca llega, pero aun así sienten satisfacción al poseerlo.

Lejos de interpretarse como un problema, algunos especialistas entienden que acumular libros es una forma de reconocer la propia curiosidad intelectual, aunque no se concrete en la lectura inmediata. La simple presencia de los volúmenes en casa funciona como un recordatorio de los intereses personales.

También existe un componente aspiracional. Comprar libros puede ser un modo de construir una identidad cultural, de mostrarse como alguien que valora la literatura o la información. En este sentido, la biblioteca deja de ser un espacio meramente práctico para convertirse en parte de la proyección social.

El fenómeno del tsundoku y la acumulación de libros. Foto: PexelsEl fenómeno del tsundoku y la acumulación de libros. Foto: Pexels

La paradoja se acentúa en una época de exceso de información. Al igual que ocurre con listas de series pendientes o cursos sin terminar, los libros acumulados generan tanto placer como cierta culpa. Esa mezcla emocional explica por qué el fenómeno se mantiene vigente.

En definitiva, tener más títulos de los que se leen no es solo un capricho moderno: es un reflejo de cómo nos relacionamos con el tiempo, el consumo cultural y el deseo de conocimiento.

El fenómeno del tsundoku y la acumulación de libros

El origen del término tsundoku se remonta al Japón del siglo XIX, cuando se empezó a usar para describir la costumbre de apilar textos sin leer. Con el tiempo, la palabra se globalizó y hoy se la menciona en diferentes idiomas como parte de un mismo comportamiento compartido.

La bibliomanía, en cambio, refiere a la obsesión por adquirir libros incluso cuando no se leen, una inclinación que en casos extremos puede ser vista como una forma de coleccionismo desmedido. Aunque el tsundoku no siempre alcanza esa intensidad, ambos conceptos se vinculan en la práctica cotidiana.

Qué representa acumular libros. Qué representa acumular libros.

En sociedades modernas, donde el consumo cultural se diversificó, la acumulación de libros responde a múltiples factores. Algunos lo hacen por impulso, otros como inversión simbólica y muchos simplemente porque disfrutan de la idea de tener un respaldo de lecturas posibles.

Lo interesante es que el tsundoku no suele vivirse como una patología, sino como una parte natural de la vida lectora. Acumular libros, incluso sin leerlos, representa para muchos una fuente de placer y tranquilidad, una manera de estar rodeados de conocimiento latente.

Redacción

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