Hasta el 30 de marzo en el Centro Cultural Recoleta y hasta el 11 de abril en Galería Rubbers, la artista Gaby Grobo invita a conectar con la tierra. Desde lo profundo, expone su viaje interior, hacia su profundidad que es decir hacia sus raíces: el campo.
Con la curaduría de Fernando Farina, en ambos espacios expositivos, Grobo alimenta sus pinturas con los colores de sutiles arboledas, raíces, suelos y horizontes que solo pueden disfrutarse en los paisajes rurales.
Durante la apertura, sin luz eléctrica pues se había cortado, la artista contó que en sus pinturas “confluyen sentimientos, historias y recuerdos a través de capas superpuestas que son realizadas con una materia espesa en las que condenso mis vivencias”.
A fuerza de haberse intoxicado pintando sus telas en el piso creó una impactante instalación de 56 metros de largo, para la cual el Centro Recoleta adecuó una sala especial que tenía otro uso.
Entre paisajes abstractos, cuyos trazos traen ecos de esa tierra que está dentro de la artista, el visitante se verá inmerso en los sonidos y una atmósfera evocativa del paisaje rural. En el ingreso de la sala unas almohadillas negras a lo largo de la abertura contienen tierra y semilla para que la experiencia inmersiva sea completa.

Hablar de lo más íntimo
“No se trata de representar ni de poner en evidencia cuestiones simbólicas, sino de buscar las maneras de hablar de lo más íntimo a través del arte. Es el cruce entre un expresionismo que sale de lo más profundo con la conciencia de estar comunicándolo”, según reza el texto curatorial de Fernando Farina, curador de las dos muestras en el CCR y en Rubbers.
Claro que no solo los pigmentos construyen ese corpus sorprendente de obras que rinde su homenaje a la tierra, sino que Grobo incorpora objetos muy sutiles que se descubren haciendo zoom sobre sus pinturas.
Según el curador “así como es usual preguntarse acerca de cuál es nuestro lugar en el mundo, sin dudas ella reconoce el campo de Carlos Casares –donde nació y creció– como lo más propio, un punto de referencia donde pasa gran parte de su vida”.

Y eso es determinante porque “lo rural” transmite vivencias que no podemos disfrutar los urbanitas en medio del caos de las ciudades, de la contaminación visual y auditiva, del vértigo hostil de las calles. En el campo el horizonte no tiene fin, el espacio es inabarcable y los sonidos son un regalo de la naturaleza.
Para el curador “a veces los lugares que nos marcaron se recuperan a la distancia o después de mucho tiempo en forma nostálgica, como cuando Lucio Fontana habla del horizonte pampeano, o en forma crítica, cuando Anselm Kiefer revive su ignorancia infantil –por la negación de una sociedad culposa que apostó al olvido después del Holocausto–, y busca dar cuenta de cómo la historia inevitablemente está presente en la geografía”.
Lo que la tierra da
Gaby Grobo no añora el campo en su arte. Lo vivifica y lo reconoce, pero además lo comparte, como quien es consciente que ese paisaje no puede atraparse en la pintura, sino que el arte le rinde homenaje por existir.
En su texto curatorial, Farina también puntualiza que “su hacer implica abordar un universo y al desandar el camino de vivencias mediante las capas pictóricas renueva la fascinación por descubrir algo que tal vez esté soterrado, un misterio o negación. Cosas que quizás se han dejado de nombrar. Y se perciben más claramente cuando en sus trabajos incluye raíces, porque no se trata simplemente de la fascinación por las formas retorcidas, intrincadas. Hay una indagación que es trascendental y son seguramente en esas obras donde aparece más clara la síntesis de lo que siente”.

¿Pero cómo define su obra la artista? “En cada trazo de mi pincel busco explorar las profundidades de la tierra, las raíces que nos conectan con nuestro ser más íntimo. Mis obras son un viaje hacia lo que no vemos, una introspección que manifiesto a veces a través de árboles, como símbolos de nuestra existencia y de la historia que llevamos dentro”, dice Gaby Grobo.
Para ella el arte es una celebración a partir del proceso de transformación que se va operando dentro de sí con cada pieza que pinta. “Es un homenaje a la vida y a la memoria, un descubrimiento constante de lo que somos y de lo que podemos ser”, subraya.
Y la memoria se expresa en el tributo a sus predecesores, tanto en el arte como en la vida: “Cada raíz que pinto es un recordatorio de que somos el fruto de aquellos que han caminado antes. Mi lugar de origen me define; me invita a mirar el paisaje en el que nací con una nueva perspectiva, libre de condicionamientos y prejuicios”, reflexiona.

Según un texto del historiador del arte Hugo Petruschansky en el catálogo, citando reflexiones del teórico Dan Cameron, con el tiempo nos acostumbramos a la abstracción como modo de vida, es decir que la abstracción se convirtió en otra forma de realidad. Para el crítico la obra de Grobo navega en la dualidad “abstracción-figuración”.
Y agrega: “Tierra, paja, agua, pigmentos, elementos que reúne y convoca para realizar un rastrillaje impecable, donde el ojo ve y el cerebro rectifica y transforma la simple palada de tierra espesa y fértil”.
La expo del Centro Recoleta dialoga con la muestra de Galería Rubbers. La temática se mantiene pero son los espacios expositivos los que generan una interacción diferente.
Entre las pinturas de Rubbers se destacan algunas que incluyen raíces reales, que hablan de su espacio en Carlos Casares, o se constituyen en síntesis de sus últimas experimentaciones, mientras que en Recoleta un conjunto de obras funciona como anticipo de la gran instalación inmersiva donde confluyen pintura, olores y sonidos para que el público pueda vivir una experiencia diferente. Así lo expresa Fernando Farina ante una consulta de Clarín.
Para el estribo (nunca mejor aplicada la expresión), las palabras de Gaby Grobo sobre esta doble exposición en Recoleta y Rubbers: “Siempre tuve la intención de que ambas exposiciones dialogaran entre sí. En el Centro Recoleta, las obras seleccionadas exploran temas de espacialidad, introspección y movimiento, mientras que en la Galería Rubbers, las piezas elegidas se centran más en la emotividad. El arte puede dialogar consigo mismo y con el espectador de maneras múltiples y complejas”.
Desde lo profundo, por Gaby Grobo. Hasta el 30 de marzo en el Centro Cultural Recoleta, de martes a viernes de 12 a 21, sábados y domingos, de 11 a 21. Y luego en Galería Rubbers, hasta el 11 de abril de lunes a viernes de 12 a 19.