Los catalanoparlantes tenemos una lengua que anda más bien justita. Vamos con el pie cambiado en este mundo globalizado de mutación acelerada del paisaje humano de los pueblos. El impacto de la inmigración y el suicidio demográfico derivado de la tasa de natalidad en las sociedades como la nuestra, complican mucho las cosas a las lenguas que, digámoslo así, no son de carácter y tradición imperial.
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