Según la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de las 216.883 personas que atendieron en los últimos 17 años, el 30 por ciento eran niñas, niños y adolescentes, lo que da un total de 65.065. Es decir, cada día recibieron diez denuncias por chicos víctimas de violencias que van desde los malos tratos hasta el abuso sexual.
En el marco del Día Mundial de la Infancia -que se conmemora cada 20 de noviembre por los aniversarios de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) y la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño (1989)- el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral presentó un informe sobre las condiciones de vida de niños, niñas y adolescentes en Argentina. Los datos son más que preocupantes.
El estudio, elaborado por las investigadoras María Sol González, Victoria Bein y Lorena Bolzon, analiza cuatro dimensiones clave para el desarrollo infantil: hábitat, educación, salud y protección frente al maltrato.
Uno de los datos más alarmantes del informe es que el 35,4 % de los niños entre 1 y 14 años recibió castigo físico como método de disciplina, mientras que un 6,6 % fue víctima de castigos físicos severos, como golpes con objetos o palizas. Las cifras son de la Encuesta Nacional de Niñas, Niños y Adolescentes, elaborada por UNICEF y SIEMPRO. El informe también destaca que más del 50 % de los niños fue objeto de agresiones verbales, y que solo el 30,6 % recibe métodos de disciplina no violentos, como explicaciones o redirección de conducta.
El trabajo de la Universidad Austral retoma los datos de la Oficina de Violencia de la Corte y destaca que la tendencia fue creciendo en los últimos años, que 9 de cada 10 víctimas tenía vínculo familiar con el agresor y que 6 de cada 10 padecía violencia diaria o semanal.
Las formas más frecuentes fueron la violencia psicológica (más del 90 %) y la física (entre el 34 % y el 39 %), seguidas por violencia simbólica, económica y sexual. El grupo más afectado fue el de 6 a 10 años, mientras que entre los adolescentes de 15 a 17 años se registró el 28 % de las lesiones físicas constatadas.
Desde el Observatorio advierten que el maltrato infantil no solo afecta el bienestar inmediato de los niños, sino que incrementa significativamente el riesgo de problemas de salud mental, ideación suicida y dificultades en el desarrollo emocional y cognitivo. El informe subraya la urgencia de avanzar hacia una legislación específica que prohíba el castigo físico como forma de disciplina, y promueva entornos seguros, afectivos y respetuosos para la crianza.
El maltrato alcanza al 30% de los niños, niñas y adolescentes. Foto Shutterstock.
La mayoría de las violencias no se denuncia
«Los primeros informes de la OVD en 2009 daban cuenta que el porcentaje de denuncias por violencia y maltrato contra niñas, niños y adolescentes era del 27%, desde entonces la cantidad de menores afectados por violencia ha creciendo paulatinamente. En 2023 ese porcentaje alcanzó al 38% del total anual de denuncias», explica a Clarín Lorena Bolzon, Decana del Instituto de Ciencias para la Familia e investigadora del Observatorio de la Universidad Austral.
«Recordemos igualmente que estos datos son sobre denuncias realizadas, hay muchos más casos que nunca son denunciados, especialmente teniendo en cuenta la indefensión de los más pequeños», agrega. Aunque reconoce que hoy se denuncia mucho más que antes porque hay más conciencia. «Ello es muy bueno para poder intervenir y proteger a las victimas evitando la cronificación de las situaciones de violencia», afirma.
«Las débiles relaciones vinculares cada vez más conflictivas, la falta de habilidades parentales, las pautas culturales y transmisiones de modelos violentos de crianza, los consumos problemáticos y los problemas mentales son algunos de los fenómenos sociales que explican la mayor violencia en todos los ámbitos, especialmente en el doméstico», detalla Bolzon.
Y agrega: «La violencia es un fenómeno multicausal que hunde sus raíces en factores personales, familiares, comunitarios y sociales. La falta de educación en el reconocimiento de las propias emociones, la imposibilidad de poner en palabras lo que sentimos para hallar caminos de solución pacífica en nuestras relaciones y el debilitamiento de las redes familiares y sociales son factores muy importantes que también modifican el contexto en el que las relaciones familiares se desarrollan».
«Si bien no existen registros estadísticos oficiales unificados sobre la violencia y el maltrato contra niñas y niños en la crianza, los datos disponibles relevados por UNICEF muestran que casi 6 de cada 10 chicos crecen en hogares donde se aplican prácticas de crianza violenta como gritos, humillaciones y castigos físicos», dice a Clarin Hernán Monath, Oficial de protección de derechos de UNICEF.
«La violencia física se incrementa notablemente en los hogares con familias más numerosas», detalla el especialista y asegura que uno de cada cuatro adultos dice que no explica a los chicos por qué estuvo mal su comportamiento al momento de castigarlos.
«El maltrato intrafamiliar y la crianza violenta son dos de los principales motivos por los que los organismos de protección de la niñez deben intervenir formalmente para lograr que cese esa vulneración de derechos. En los casos más graves, y cuando se agotan otros recursos de apoyo a las familias, pueden tomarse medidas que implican la separación del niño o niña de su grupo familiar», concluye Monath.
Violencia digital
Los chicos son las principales víctimas de la violencia digital. Foto: UNICEFCiberbullying, grooming, acoso, discursos de odio, exposición a apuestas… Las tecnologías hoy también son un medio por el cual se amplía el alcance e impacto de la violencia.
«Sin embargo, en la mayor parte de los casos la violencia digital no se denuncia. La violencia digital solo representa el 1% de las denuncias de violencia y maltrato contra menores de 17 años recibidas en la OVD durante 2024″, asegura Bolzon.
«Las nuevas tecnologías muchas veces dificultan la disponibilidad de tiempo para el diálogo entre adultos y niñas, niños y adolescentes, lo cual puede repercutir en dificultades para que los adultos puedan promover una crianza respetuosa», opina Monath.
«Los entornos digitales generan además nuevos escenarios de participación y comunicación con niños y adolescentes, lo cual puede ser aprovechado por otros que quieren ejercer violencia contra ellos aprovechándose de las condiciones de anonimato que ofrecen las redes sociales y otras plataformas de juego. Muchas veces los contactos se originan en el entorno digital, pero luego se convierten en vulneraciones que suceden con contactos presenciales», agrega el especialista.
La violencia digital se incorporó como otra modalidad de violencia a partir de la promulgación de la Ley 27.736 o “Ley Olimpia” en 2023, algo muy reciente. En 2013 se aprobó la ley que incorporó al Código Penal el delito de acoso sexual por Internet a menores de edad, conocido como «grooming» o «ciberacoso» sexual, por el cual se establecen penas para quienes contacten a chicos por la Web con ese fin.
Por una mayor inversión en educación
En materia educativa, el informe de Austral muestra avances en la escolarización, pero persisten brechas asociadas a la pobreza. Los datos del tercer trimestre de 2024 revelan que la asistencia escolar es casi universal en primaria (98,8 % entre 5 y 12 años), aunque a los 3 años solo el 53,5 % de los niños accede a la educación inicial. Además, el 70 % de la matrícula pertenece al sistema público, que exhibe menores rendimientos en Lengua y Matemática frente al sector privado.
Las evaluaciones Aprender 2024 confirman que los niños del cuartil socioeconómico más bajo presentan los peores desempeños, mientras que quienes ingresan tempranamente al sistema (sala de 3) logran mejores resultados. Concluye el informe: «Estas desigualdades, sumadas a la reciente desregulación de aranceles en el sector privado, plantean el riesgo de una mayor presión sobre la educación estatal, reforzando la necesidad de invertir en calidad y equidad educativa«.


