El Dámaso Centeno atraviesa tiempos turbulentos. El emblemático instituto social militar de Caballito -que depende del Ministerio de Defensa, a cargo de Luis Petri- fue la casa de estudios de muchas personalidades de la cultura y la política argentina, como Charly García y Victoria Villarruel. Está considerado uno de los mejores de Buenos Aires. Sin embargo, sus docentes vienen reclamando mejores salarios desde hace más de un año. Aseguran que cobran mucho menos que sus colegas que dependen de Nación, Provincia y Ciudad.
La situación es crítica, según dicen. Y por eso, este martes realizaron un paro con abrazo simbólico en las puertas de la institución. «La medida se enmarca en el reclamo urgente por la actualización salarial, ya que actualmente perciben sueldos por debajo de la línea de pobreza», describe un comunicado.
En el mismo texto, los docentes aseguran que «una maestra de las Fuerzas Armadas cobra $320.000 por cargo, mientras que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el salario por la misma función supera los $750.000». Por eso, los docentes exigen la homologación inmediata con CABA, para evitar una mayor precarización del sistema educativo de las FF.AA.
«Los docentes de las Fuerzas Armadas estamos por fuera de la paritaria nacional docente. Ese es el punto central de nuestro reclamo, entrar en el mínimo que perciben los docentes del país, que se fija en el Concejo Federal de Educación», explica a Clarín Darío Cecotti, docente en Dámaso.

En cambio, el salario de los docentes que dependen de las FF.AA. se fija a través del Decreto 2014/06, que es el convenio colectivo para el personal de la Administración Pública Nacional.
«Al quedar por fuera del convenio educativo, no percibimos ningún aumento que cobran los docentes de las otras administraciones. Hay casi un 120% diferencia entre el salario del Dámaso con el resto de los educadores de CABA«, completa Cecotti.
A su vez, los docentes se quejan de que el Ministerio de Defensa no les brinda respuestas. «Resolverlo implicaría una inversión mínima para el Estado: el total de docentes afectados no supera los 3.000 a nivel nacional«, afirma el comunicado.
Al respecto, desde la mencionada cartera indicaron a Clarín que están trabajando para resolver un problema que viene desde hace muchos y del que nadie se ocupó, y que les resulta llamativo que los gremios de los docentes se quejen ahora cuando nunca antes les importó.
Un problema de arrastre
Otro docente del Dámaso, Alan Ojeda (34), asegura que desde que el trabaja en la institución -hace ya ocho años- viene arrastrando problemas con el salario. Cubría 14 horas, pero tuvo que renunciar a cinco para poder atender sus puestos en otros colegios, seis en total. «Todos los salarios están congelados, están todos muy bajos, y si no tengo varios laburos, no llego a fin de mes», comenta.
Ojeda señala que si cobrara lo mismo que los docentes de CABA, por ejemplo, él podría dejar uno de sus otros trabajos, ya que «recuperaría esa plata con el mismo sueldo del Dámaso». Y recalca que equiparar su ingreso con el salario docente significa poder pagar gran parte de su alquiler.

«A este ritmo, la sustentabilidad del sistema educativo de las Fuerzas Armadas está en riesgo», afirman en el comunicado y piden medidas urgentes: «De no tomarlas, las escuelas podrían verse forzadas a cerrar sus puertas, con el consecuente daño a la calidad educativa y al derecho a enseñar y aprender.»
Ojeda remarca esta advertencia. Dice que lo único que sostiene a los docentes en estas instituciones es «la vocación por enseñar, el cariño de los chicos, el compromiso con la comunidad educativa» y que «si fuera por el salario, muchos ya se habrían ido, porque ninguna mente sana trabajaría por la mitad de su valor».
Segundo abrazo y paros desde marzo
El de este martes se trató el segundo abrazo simbólico del año que realizaron los docente del Dámaso Centeno a la sede de avenida Rivadavia al 5500. Y según Ojeda, vienen haciendo paros desde marzo. Asegura que el éxodo de docentes viene pasando desde hace meses.
De acuerdo a este docente, una situación así ya había ocurrido en 2018, cuando Oscar Aguad era el ministro de Defensa del gobierno de Mauricio Macri. «En ese momento, llegó a haber 300 horas libres. La escuela nos sabía cómo cubrirlas. Los chicos estaban con recreo constante. Los padres no sabían por qué estaban mandando a sus hijos a la escuela», cuenta Ojeda y añade: «Si esto sigue así, eso va a volver a pasar.»

En el Liceo Militar General Paz, de Córdoba, ocurre lo mismo. Paola Sampietro, docente de dicha institución, cuenta que hicieron dos paros este año. «El problema es que una docente que recién inicia cobra 320 mil pesos. Con la antigüedad, aumenta un poco el salario. Pero el tope es de 25 años. Como resultado, una docente que ya tiene más de 20 años de antigüedad, y trabaja 25 horas semanales, cobra 700 mil pesos en el bolsillo», detalla.
Sampietro apunta que la mayoría de los docentes tienen varios cargos, ya que el sueldo no alcanza. Y remarca la diferencia con las educadoras de la municipalidad, que llegan a cobrar 2.500.000 pesos. «La diferencia es abismal», sostiene la docente y aclara que nadie los escucha porque son pocos entre los cinco liceo militares que hay en todo el país.

De la Villarruel a Charly
El Instituto Social Militar Dámaso Centeno surgió a fines del siglo XIX y actualmente cuenta con unos 1.057 estudiantes. Allí se graduó de perito mercantil, en 1992, la actual vicepresidenta Victoria Villarruel. Y también pasaron a finales de los ‘60, los músicos Charly García y Nito Mestre.
El colegio cuenta hoy con un 10 por ciento de hijos de militares, gendarmes o policías. El currículum es oficial, del Ministerio de Educación, que establece los contenidos mínimos que son necesarios enseñar.

En el nivel secundario hay tres orientaciones: Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, y Economía y Administración. Y tienen un sexto año que sería equivalente al ingreso a la Facultad. Hay muchos familiares de militares que son docentes. Pero no son todos.
Por sus aulas también pasaron el fiscal Carlos Stornelli, el geólogo y oceanógrafo Carlos Gómez y la periodista Fernanda Iglesias.
AA