Según la Unión de Kiosqueros, el 15% de los kioscos del país bajaron sus persianas. Advierten que el rubro está en riesgo por el desplome del consumo, la suba de costos y la competencia de cadenas y supermercados.
La crisis económica sigue arrasando con los pequeños comercios, y uno de los sectores más golpeados es el de los kioscos. En el último año cerraron 16.000 locales en todo el país, lo que representa un 15% del total. Así lo informó la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (UKRA), que advirtió que de los 112.000 kioscos que había en 2024, hoy apenas sobreviven unos 96.000.
Claudio Páez, kiosquero desde hace 12 años en el barrio porteño de Almagro, lo resume en cifras: “Este mes pagamos el IVA de marzo y aún debemos abril, mayo y julio. La luz me vino 600.000 pesos y las ventas bajaron un 24% en mayo respecto de abril”.
A pesar de implementar promociones y alianzas con negocios cercanos, Páez asegura que ya no alcanza para sostener el local. La situación se repite en distintas provincias y afecta tanto a comercios familiares como a pequeñas cadenas.
Kioscos en riesgo: tarifas altas y ventas en baja
Ernesto Raúl Acuña, vicepresidente de UKRA, advirtió que el cierre de kioscos no solo es un problema económico, sino social. “El kiosquero es parte del tejido barrial: te guarda la llave, te fía un paquete, conoce a los vecinos. Estamos perdiendo un actor clave de la comunidad”, alertó.
Además, denunció competencia desleal de farmacias, supermercados chinos y verdulerías que también venden cigarrillos, bebidas y golosinas, productos típicos del rubro kiosquero.
Reconversión forzada y futuro incierto
Muchos kioscos intentan sobrevivir sumando cafetería, librería o venta de productos regionales. Pero la reconversión exige habilitaciones costosas y obras que, muchas veces, no logran recuperar. “Podés sumar superpanchos, pero te piden extractor, gas, habilitación sanitaria… y no da”, explicó Páez.
Acuña comparó la situación actual con la de los almacenes en los años 90: “Antes el almacenero tenía casa y auto; hoy sus hijos son empleados de supermercado. Si no hay políticas que protejan al kiosco, puede desaparecer”.