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sábado, junio 7, 2025

Cristina Kirchner, en plena decadencia: por qué debe terminar presa e inhabilitada para siempre

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El gran dato de la política argentina es la caída libre del kirchnerismo. Las últimas elecciones en distintos lugares del país reflejan claramente esa realidad. Cristina Fernández de Kirchner está perdiendo toda relevancia y su situación judicial se agrava cada vez más.

Durante el gobierno de Mauricio Macri, el kirchnerismo se mantenía activo y conspiraba permanentemente, instalando temas que prendían en ciertos sectores de la población, como el intento de culpar al gobierno por la muerte de Santiago Maldonado. Hoy en día no podrían instalar un tema similar y los debates en los que se embarcan son intentos patéticos de armado político que evidencian una profunda desconexión con la ciudadanía.

En la Legislatura de la provincia de Buenos Aires están intentando restablecer las reelecciones indefinidas de los intendentes, práctica que había sido interrumpida durante la gestión de María Eugenia Vidal. Este gesto refleja la preocupación del aparato político kirchnerista que busca aferrarse a porciones de poder. La mayoría de intendentes peronistas son corruptos y necesitan quedarse en ese cargo toda la vida.

La provincia de Buenos Aires es el territorio más problemático de la Argentina, ya que contiene muchas zonas sumidas en la pobreza, lo cual genera enormes bolsones de clientelismo. Esto ha sido una constante histórica, pero el aumento de la pobreza incrementa aún más el clientelismo político.

Ahora que vemos a Carlos Ruckauf proclamándose libertario, podemos recordar cuando regalaba una zapatilla con su nombre y solo entregaba el par completo si la persona votaba por él. El peronismo ha sido históricamente la herramienta mediante la cual los sectores más vulnerables perdían su dignidad y libertad política a cambio de dádivas. Desde Eva Perón hasta la actualidad, poco ha cambiado.

El gran problema es que la provincia está hoy en manos de Axel Kicillof, quien, además del clientelismo, exhibe un estado permanente de idiotez personal que parece ser su marca de origen. Solo el kirchnerismo podría haber generado un engendro político como ese gobernador, que durante su gestión junto a CFK le hizo perder al país más de 30.000 millones de dólares por decisiones estrafalarias. En cualquier país normal no podría aspirar ni a un cargo de concejal, pero en la distorsión de la Argentina kirchnerista es gobernador de la provincia más grande, gracias a los milagros del clientelismo.

En su última muestra de precariedad intelectual, compró con fondos públicos 8.700 carteles con temática de las Islas Malvinas para distribuir en colegios, en respuesta a los anuncios del gobierno sobre la quita de impuestos a productos electrónicos y su impacto en Tierra del Fuego. En su indigencia intelectual pretende vincular el régimen de beneficios fiscales en Tierra del Fuego —que favorece a un reducido grupo de empresarios— con el reclamo argentino por Malvinas. El nacionalismo bobo ha sido siempre una característica fundacional del peronismo. Además, es espeluznante la cantidad de robos y asesinatos que hay en esa provincia.

La provincia de Buenos Aires se ha transformado en tierra liberada y el kirchnerismo ha normalizado todo lo negativo. Recientemente fue detenido por lavado de dinero Jorge Omar Castillo, dueño de La Salada. Argentina ha caído tan bajo que, durante la presidencia de CFK, lo llevaban de gira internacional acompañado por el entonces secretario de Comercio, el impresentable Guillermo Moreno, como si representara al empresariado nacional. Lo que se mostraba como herramienta de exportación era, en realidad, alguien que operaba fuera de la ley.

Toda esta decadencia de años debe terminar con CFK presa e inhabilitada políticamente. El dictamen del procurador Casal dejó buenas sensaciones y solo falta que la Corte Suprema haga su trabajo.

Argentina tiene una oportunidad: que quienes la llevaron a la decadencia terminen en prisión y se vuelvan políticamente insignificantes. Está en juego la imagen del país ante el mundo y, con ello, el regreso de las inversiones. Nadie invertirá en la Argentina si CFK o Kicillof siguen siendo opciones políticas.

DARIO LOPERFIDO

Redacción

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