La Ciudad de México, una de las metrópolis más grandes y culturales de América Latina, enfrenta un reto geográfico único. Fue construida sobre el Lago de Texcoco, lo que ha generado un proceso de hundimiento gradual.
Cada año, la ciudad se hunde aproximadamente 40 centímetros, lo que afecta su infraestructura y estabilidad. Este fenómeno es consecuencia de dos factores principales: el movimiento natural de los suelos blandos y la excesiva extracción de agua subterránea, que agrava la crisis hídrica en la región.
Originalmente, los mexicas fundaron Tenochtitlán en 1325 sobre este lago, usando un sistema innovador de chinampas. Sin embargo, tras la destrucción de la ciudad por los conquistadores españoles en 1521, la nueva Ciudad de México se construyó sobre los cimientos de Tenochtitlán, sin considerar los riesgos del terreno lacustre.
Hoy, el hundimiento es un desafío para ingenieros y urbanistas, quienes intentan mitigar sus efectos mediante estrategias como la restauración de acuíferos y el monitoreo avanzado del hundimiento. Sin embargo, encontrar una solución definitiva sigue siendo un gran reto.
