Cuando descuidamos otros tipos de descanso, el sueño no alcanza para recuperar la energía y mucho se despiertan cansadas, irritables o sin motivación.

Foto: Freepik.
Redacción El País
Dormir y descansar no son sinónimos, aunque muchas veces se usen como si lo fueran. Podemos dormir ocho horas y aun así levantarnos agotados, sin energía ni claridad mental. ¿Por qué sucede esto? La clave está en entender que dormir es una función biológica, mientras que descansar es un proceso integral que involucra cuerpo, mente y emociones.
Según especialistas en neurociencia y Medicina del Sueño, dormir es una necesidad fisiológica básica. Durante el sueño, el cuerpo realiza tareas esenciales: repara tejidos, fortalece el sistema inmunológico, consolida la memoria y regula hormonas que influyen en el apetito, el ánimo y la concentración. Sin embargo, descansar implica algo más profundo: desconectar del ritmo acelerado, reducir el estrés y permitir que tanto el cuerpo como la mente recuperen su equilibrio.

Foto: Freepik.
La doctora estadounidense Saundra Dalton-Smith, autora del libro Sacred Rest (descanso sagrado, en español), distingue siete tipos de descanso que van mucho más allá de cerrar los ojos por la noche:
- Descanso físico, que incluye el sueño, pero también la relajación muscular y los momentos de pausa activa.
- Descanso mental, necesario para frenar el exceso de pensamientos, la rumiación y la sobreestimulación.
- Descanso sensorial, que se logra al desconectarse de pantallas, ruido y estímulos constantes.
- Descanso emocional, cuando dejamos de sostener apariencias o cargas afectivas.
- Descanso social, vinculado a elegir relaciones que nutran y evitar las que drenan.
- Descanso creativo, que revitaliza la inspiración y la conexión con la belleza.
- Descanso espiritual, relacionado con el sentido, la fe o la conexión con algo más grande que uno mismo.

Foto: Freepik.
Cuando solo nos enfocamos en dormir, pero descuidamos estos otros tipos de descanso, el sueño no alcanza para recuperar la energía. Por eso, muchas personas se despiertan cansadas, irritables o sin motivación, incluso después de una noche aparentemente reparadora.
Algunas prácticas simples pueden marcar la diferencia: establecer rutinas de sueño regulares, apagar pantallas una hora antes de acostarse, caminar sin auriculares, practicar meditación o simplemente permitirse no hacer nada durante unos minutos al día. Dormir restaura el cuerpo, pero descansar —en todas sus formas— es lo que realmente renueva la vida.
¿Encontraste un error?
Reportar