Strava es una aplicación para deportistas con sede en California que ofrece desde hace años en la red su mapa global de actividades. El Strava’s global heatmap supera los doce billones de ejercicios individuales –carreras, caminatas, recorridos en bici, incluso a nado– registrados vía GPS en todo el planeta.
Si tienen oportunidad, échenle un vistazo a ese mapa y observen con detalle la imagen cenital del área metropolitana de Barcelona que se reproduce en esta página. La gran virtud de esta cartografía digital es que no describe nuestra movilidad obligada por el trabajo, el ir y venir forzoso de cada día. Describe nuestro tiempo de ocio. Es el mapa de nuestra sociabilidad metropolitana. Corremos, andamos, vamos en bici o nadamos. De madrugada o al anochecer. Hombres y mujeres. Acompañados o en solitario, por un territorio sin confines. Los centros y las periferias se difuminan.
Europa nos recuerda que la competitividad se gana en la agregación urbana con una estrategia compartida
Desde su creación en 1974, el área metropolitana de Barcelona se debe una explicación sobre sí misma. La convicción infundada de que el relato metropolitano desafía la integridad de Catalunya ha convertido en una realidad silente este territorio –un exiguo 2% de la superficie del país– en el que viven algo más de tres de sus ocho millones de habitantes que, juntos, producen más de la mitad del producto interior bruto del país. Está, pero no se explica, o no del todo. Existe.
En cierto sentido, la ciudad de Barcelona –que es el principal aportador al presupuesto metropolitano– también es cautiva de esa misma prevención. Sigue explicándose a sí misma en el exiguo confín de los 11 kilómetros longitudinales de la avenida Diagonal. Sus conflictos en torno al turismo, la vivienda, la seguridad, las migraciones o la salud se dirimen en su trama ortogonal. La dinámica local de los otros 35 municipios que integran el área metropolitana no es muy distinta.
Área Metropolitana de Barcelona
11 proyectos estratégicos

1 Suman más de 800 hectáreas de terreno, la mayoría de antiguo uso industrialPotencial residencial27.000 VIVIENDAS
Pero, por ejemplo, ¿tiene algún sentido debatir sobre el impacto del turismo en Barcelona y la disponibilidad de vivienda asequible sin tener presente que a dos calles del denostado barrio de La Mina, de Sant Adrià de Besòs, Airbnb alquila apartamentos a precios no mucho más baratos que los del centro de Barcelona?
Hace años que los sucesivos informes vinculados al Comité de las Regiones de Europa llaman la atención sobre el hecho de que solo las grandes agregaciones urbanas bien conectadas con el exterior y con un proyecto estratégico compartido podrán ser realmente competitivas. En especial, las áreas urbanas que no son capitales de Estado. Estas últimas llevan tiempo jugando con enorme ventaja respecto de sus competidoras. Para muestra ahí está Madrid, que en la práctica es una región metropolitana con los poderes administrativos y políticos de una comunidad autónoma. Así que, en este caso, el tamaño importa.

Vecinos de La Mina pasean por el barrio
Joan Mateu Parra / Shooting / Colaboradores
El gobierno metropolitano de Barcelona existe. Es hoy el tercer presupuesto público de Catalunya. Desde sus oficinas en la ignota calle 62 de la Zona Franca, los novecientos empleados del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) gestionan la mayor parte de los servicios esenciales que hacen funcionar la retícula desordenada de sus 36 municipios con un presupuesto de 1.400 millones de euros. Transporte, aguas, residuos, infraestructuras esenciales, zonas verdes, el litoral, parte el medio natural y, sobre todo, el planeamiento urbano de grandes sectores intermunicipales.
La mayoría de las decisiones que van a determinar hacia qué futuro se encamina Barcelona, su área metropolitana y, por extensión, Catalunya, se dirimen ahora fuera del suelo la capital catalana. Y esto no solo sucede con proyectos más o menos controvertidos como la ampliación del aeropuerto de El Prat.
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A día de hoy en las oficinas del Àrea Metropolitana se planifica el desarrollo de más de 800 hectáreas de territorio en reconversión. Desde el sector de las Tres Xemeneies de Sant Adrià hasta el entorno del sincrotrón de Sant Cugat, pasando por la reordenación de Quatre Camins entre Sant Vicenç del Horts y Pallejà o el sector de la antigua fábrica de La Roca entre Gavà i Viladecans, el Biopol, entre Barcelona i l’Hospitalet. Así. hasta 11 enclaves.
Sumados, multiplican por cuatro la superficie del último territorio en reconversión en el término municipal de Barcelona, el 22@ en el Poblenou, o veinte veces la superficie que ganará Barcelona sobre la gran estación de La Sagrera.
Si de verdad el tamaño importa, el nuevo tartán de la carrera metropolitana ha de recorrer sus antiguas periferias.
La mayoría de las decisiones que van a determinar hacia qué futuro se encamina Barcelona, su área metropolitana y, por extensión, Catalunya, se dirimen ahora fuera del suelo la capital catalana
Por ejemplo: si todos los proyectos metropolitanos en ciernes llegaran a desarrollarse en un plazo razonable de tiempo se podrían construir unas 27.000 viviendas, esto es más de la mitad del objetivo de 50.000 nuevos pisos comprometidos por el Govern de la Generalitat para toda Catalunya hasta el año 2030. Qué viviendas, con qué precios, para quién, puede ser determinante para una generación precaria.
Y algo más interesante. El sustrato común de todas estas operaciones urbanas es la reconversión de las antiguas zonas industriales, del tiempo en que Catalunya era la fábrica de España. Ahora decidimos cuál será su nueva vocación. No es poco.