¿Cabe la realidad en la ficción? Quizá no toda, pero por partes sí. Y, como escribió Baudelaire, en la novela el escritor, frente a una hoja en blanco, tiene la mirada en el futuro y el pensamiento en el pasado.
Rio de Janeiro. Control policial en las cercanías al complejo Da Penha dondese realizó el operativo contra comando Vermelho que dejó más 130 muertos. Foto: Juano Tesone /enviadoQuizá por eso Ciudad de Dios, publicada en 1997 por Paulo Lins y con varias reediciones, convertida luego en una exitosa película dirigida por Fernando Meirelles, y El año en que Zumbí tomó Río de Janeiro, publicada en 2004, del reconocido escritor angoleño José Eduardo Agualusa, han perforado las capas del tiempo para anticipar lo que la realidad exhibió en Brasil la semana pasada: el combate entre las fuerzas policiales del Estado de Río y el narco-crimen organizado, en los complejos de favelas de Penha y Alemão.
Hay una escena en el libro de Agualusa que, hace 20 años, cuando lo leímos, parecía inverosímil y tal vez por eso nos quedó grabada. El narco atacaba a la policía en helicópteros, provocando una masacre. Por eso fue un déjà vu ver el ataque del crimen organizado con drones contra las fuerzas policiales en Río. Agualusa lo tuvo claro cuando resucitó a Zumbí, un hecho que en el libro tiene un altísimo valor simbólico.
¿De qué trata esta novela anticipatoria de Agualusa? El año al que alude el libro es ficticio y el hecho que narra tampoco es real. Zumbí dos Palmares, el legendario líder del Quilombo dos Palmares, regresa para tomar la ciudad. En Brasil, el quilombo —también llamado palenque en Colombia— denomina a los lugares políticamente organizados de descendientes de esclavos emancipados. Su antecedente, en lengua bantú (la más hablada en Angola), es kimbundu.
Insurrección social en Río
La novela de Agualusa juega con la idea de una insurrección social en Río de Janeiro que, obviamente, baja desde las favelas. El protagonista Zumbí se inspira en el histórico Zumbí, que fue ejecutado en 1695 tras convertirse en un líder abolicionista.
El año en que Zumbí tomó Río de Janeiro describe una devastadora epidemia de crack en Río de Janeiro, mostrando esa realidad de guerra entre la policía y el narco, así como la crisis social profunda que se vive en las favelas. Nada, salvo la violencia, es posible para quienes habitan el territorio controlado por el narcotráfico.
Pero lo más interesante no es solo que la novela de Agualusa haya anticipado la guerra contra el narco que la prensa brasileña y mundial llamó “histórica” en estos días, sino la pregunta que el escritor se formula.
“En Río de Janeiro las bandas del narcotráfico se disputan a tiros sus respectivos dominios y la policía cierra los ojos. Nadie parece demasiado preocupado por las víctimas, porque éstas casi siempre son pobres y negras. El campo de batalla se limita a las favelas, donde se hacinan cientos de miles de personas en condiciones lamentables. Mientras tanto, a los lujosos barrios del centro solamente llega el eco de los disparos. Tal vez la pregunta no sea qué pasaría si los desposeídos, los desheredados de Brasil, se decidieran a recuperar su parte del pastel por la fuerza. La pregunta es: ¿cómo es posible que no lo hayan intentado todavía?”, se pregunta Agualusa.
Cuando en 2019 José Eduardo Agualusa estuvo en Buenos Aires, hablamos con el escritor sobre esta novela de anticipación.
En 2019 José Eduardo Agualusa estuvo en Buenos Aires. (Foto Lucía Merle)Le preguntamos entonces, con el ojo puesto en Zumbí, si la literatura podía ser premonitoria, y esto nos respondió: “La gran literatura se anticipa al futuro. La literatura crea el futuro, partiendo de que en el principio fue la palabra. En aquel libro, el tema de fondo era el conflicto racial y la violencia. Era una guerra contra la burguesía blanca. Hay un momento en que el conflicto racial concuerda con la fractura social. A los brasileños no les gustó nada esa novela, aunque ahora se ha hecho obvio. Hoy es explícita. Esa guerra ya existe. Solo falta que baje de los morros al asfalto”.
Olvidada de Dios
El suceso editorial y cinematográfico de Paulo Lins, Ciudad olvidada de Dios, se concentra en la evolución del crimen organizado en la favela homónima entre 1960 y 1980. Hay tres niños protagonistas, cuyas vidas están marcadas por la violencia, las balas y la muerte: Inferninho, Pardalzinho y Zé Miúdo; y un cuarto chico que representa, de alguna manera, la redención posible de esa vida que es una encerrona trágica: Busca-Pé, que, a través de la fotografía, busca salir de ese destino de horror.
En los años 60 hubo en Brasil una transición de crímenes de violencia media al auge del narco, que significó la violencia extrema. A ellos se les suman, como es de conocimiento público, el escenario miserable de las favelas y la corrupción policial.
Paulo Lins, escritor brasileño. Archivo Clarín.Como ocurrió ahora con el Comando Vermelho en Río de Janeiro y las otras bandas del crimen organizado, también en Ciudad de Dios la lucha por el control del territorio parece desbordarse, lo que conduce a matanzas entre narcos, pero también incluye la intervención policial.
La obra de Lins se inspiró en hechos reales. A lo largo de 20 años sigue la vida de Inferninho, Pardalzinho y Zé Miúdo, y la escasa suerte con que transcurren, alternando el fútbol con el asesinato. Supervivencia y venganza marcan el paso de los días.
En ese mosaico decadente, solo la historia de Busca-Pé abre un hueco respiratorio. Sin caer en la criminalidad, el chico trata de escapar a ese sino trágico a través de su pasión por la fotografía.
Para Lins, a diferencia de Agualusa, “la realidad no cabe en la literatura. La realidad es muy extraña, es muy descontinuada; hoy ocurre algo, mañana algo totalmente distinto. Solo hay previsión en la literatura”.





