Argentina recurrió al Fondo Monetario Internacional (FMI) en múltiples oportunidades, puntualmente desde los 2000, donde la crisis económica y la estabilización de las finanzas eran una emergencia que necesitaba pronta solución. Sin embargo, lejos de resolverse, el país debió solicitar insistentes ampliaciones y negociar nuevos programas de pagos, lo que, en consecuencia, agigantó la deuda.
Pero, ¿cómo se gestaron estos compromisos? Y, en términos actualizados, ¿de cuánto fueron las deudas que se tomaron? Inicialmente, bajo la presidencia de Fernando de la Rúa, en marzo del 2000, se firmó un acuerdo con el FMI por u$s7.200 millones. En ese entonces, la agenda estaba marcada por la recesión y el creciente déficit fiscal tras la convertibilidad del gobierno previo. Pese al préstamo, la crisis se agudizó rápidamente, lo que desembocó en una ampliación en diciembre de ese año conocida como el «Blindaje». Esa solicitud elevó el monto a u$s13.700 millones, con el presunto objetivo de restaurar la confianza en los mercados.
Fernando de la Rúa, ex presidente de la Nación (1999-2001)
Allí, el entonces ministro de Economía, José Luis Machinea, intentó llevar calma vía conferencia de prensa detallando qué se haría con ese dinero. «Este acuerdo nos da el oxígeno necesario para evitar el default», aseguró. Pero, pese a ello, la situación no mejoró, el default fue inevitable y en agosto del 2001, ya con Domingo Caballo en Palacio de Hacienda, se negoció una nueva ampliación que llevó el total a u$s22.000 millones, desembolsando u$s6.300 millones adicionales. Solo en este plazo, el país recibió u$s14.000 millones, ya que no todos los fondos acordados fueron girados antes del colapso económico de diciembre de 2001. Esto equivale a 26,6 millones del 2025.
Tras ese colapso, Eduardo Duhalde asumiría en enero del 2002 y, un año después, su gobierno renegoció un nuevo acuerdo por u$s12.500 millones, enfocado en refinanciar deudas previas. Luego, en mayo, el mandatario Néstor Kirchner firmó otro acuerdo por u$s13.300 millones a tres años, buscando, tal como en ocasiones anteriores, la estabilidad tras la devaluación. De ambos acuerdos, se estima que se desembolsaron unos u$s3.000 millones en fondos nuevos, equivalentes a u$s5.100 millones en la actualidad. Y, en 2006, Kirchner cancelaría la deuda con el FMI de u$s9.500 millones con reservas, cortando esa dependencia hasta la siguiente década.
Cristina Fernández de Kirchner y su política anti-FMI
Su sucesora y esposa, Cristina Fernández de Kirchner, mantuvo una política estricta de no recurrir al FMI, pero para sustentar las incontables políticas públicas instaladas durante su primera y segunda presidencia necesitó recurrir a financiamiento externo. Es importante destacar que, si bien no se recurrió al FMI, sí se tomaron préstamos del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Corporación Andina de Fomento (CAF). Entre 2007 y 2015, por ejemplo, el Banco Mundial aprobó proyectos por unos u$s4.500 millones y el BID desembolsó -aproximadamente- u$s6.000 millones en programas. Es decir que, de igual forma, se incrementó la deuda externa.
Cristina Fernández de Kirchner, expresidente (2007-2015) y vicepresidente de la Nación (2019-2023)
También durante su paso por la Presidencia, Fernández de Kirchner propició que la deuda pública creciera por el uso de reservas del Banco Central y la emisión de deuda en pesos con organismos públicos como ANSES. De acuerdo a la Oficina Nacional de Crédito Público, la deuda con el sector público interno pasó de u$s40.000 millones en 2007 a cerca de u$s80.000 millones en 2015.
La creación de la «pesada herencia»
Ante ese endeudamiento y el fin de su mandato, el entonces presidente Mauricio Macri negoció -en julio de ese año- un acuerdo de 50 mil millones de dólares, el mayor préstamo del FMI hasta ese entonces. El abultado monto fue justificado por el entonces ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien sostuvo que ese acuerdo les daría la previsibilidad para «evitar una crisis mayor».
Pero, en septiembre del 2018, el monto se amplió a u$s57.100 millones debido a la incontrolable inestabilidad y hasta 2019, se desembolsaron u$s44,5 millones, suspendiéndose el resto tras el cambio de gobierno. Ese total se traduciría en unos u$s53.4 millones en valores actuales.
Con la asunción de Alberto Fernández, se renegoció el préstamo de Macri y en 2022 se aprobó un Acuerdo de Facilidades Extendidas por u$s44.000 millones para refinanciarla. Tal como lo había hecho Dujovne en su respectiva cartera, el entonces ministro de Economía de Fernández, Martín Guzmán, aseguró que «este programa ordenará la deuda sin ajustes insostenibles», pero el costó terminó siendo la devaluación.
Durante su presidencia (2015-2019), Mauricio Macri solicitó y obtuvo un préstamo récord
Hasta noviembre del 2023, se pidieron unos u$s41.000 millones al FMI, equivalentes a u$s45.1 millones actuales, este acuerdo no implicó nuevos fondos, sino una renegociación de la deuda anterior, según lo que planteó la administración kirchnerista en aquel entonces. Finalmente, bajo el mando de Javier Milei, el país volvió a pedirle recursos al Fondo, a través de un decreto de necesidad y urgencia (DNU), que terminó siendo aprobado en el Congreso hace unas semanas.
En las últimas horas, el ministro de Economía Luis Caputo confirmó que el acuerdo asciende a u$s20.000 millones y que se «usará para sanear el Banco Central, cancelando parte de la deuda del Tesoro con este, exterminando la inflación». Según el entorno de este mismo, este acuerdo, a diferencia de los anterior, busca fortalecer las reservas y librar el tipo de cambio.
Entonces, en total, desde los 2000, el país recibió unos u$s150.2 millones en valores de este año: u$s26.6 millones con De la Rúa, u$s5.100 millones con Duhalde y Kirchner, u$s53.4 millones con Macri, u$s45.1 millones con Fernández y u$s20.000 millones con Milei (este último aún por desembolsar). Claro que, cada uno de ellos se enfrentó a contextos distintos: De la Rúa una crisis terminal, Duhalde y Kirchner una recuperación posdefault, Macri una corrida cambiaria, Fernández una refinanciación y Milei una estabilización con foco en el Banco Central. Sin embargo, la constante solución siempre fueron los recursos del FMI.