Los conflictos en Europa del Este y Medio Oriente han renovado los temores sobre una posible Tercera Guerra Mundial. En ese escenario, algunos países destacan no por su poder militar, sino por la capacidad de sobrevivir gracias a su aislamiento, autosuficiencia y neutralidad. Entre ellos, cuatro aparecen como refugios improbables frente al desorden global.
Fiyi: el aislamiento como escudo natural

En medio del Pacífico Sur, el archipiélago de Fiyi se erige como una suerte de santuario natural. Su distancia de los principales focos de tensión internacional le otorga un aislamiento protector. Con una población pequeña y recursos esenciales que facilitan la gestión de crisis, este enclave insular podría sostenerse mientras el mundo se sacude por conflictos bélicos.
Aunque su economía no es poderosa, la localización remota y el estilo de vida pausado de la isla ofrecen una ventaja estratégica: ser invisibles ante los grandes choques militares.
Islandia: la fortaleza energética del Atlántico Norte
A miles de kilómetros de los campos de batalla, Islandia ofrece un ejemplo de autosuficiencia en tiempos de incertidumbre. Con apenas 300.000 habitantes, esta nación nórdica produce energía limpia de manera autónoma gracias a la geotermia y la hidroelectricidad.
Su lejanía de los centros de poder militar, junto con su capacidad para garantizar calor y electricidad a toda la población, convierte a Islandia en un refugio atractivo para quienes buscan un lugar seguro en caso de un conflicto global.
Nueva Zelanda: alimentos y estabilidad frente al caos

Nueva Zelanda, célebre por sus paisajes prístinos, se presenta como uno de los países mejor preparados para sobrevivir a una guerra mundial. Su aislamiento geográfico le otorga distancia respecto de los principales conflictos, mientras que su capacidad agrícola asegura una producción constante de alimentos, incluso bajo las condiciones más adversas.
Organizaciones internacionales han destacado que su estabilidad política y diplomática refuerza su posición como bastión de seguridad, con la posibilidad de resistir fenómenos extremos como un invierno nuclear.
Chile: un refugio inesperado en América Latina
En Sudamérica, Chile emerge como una opción de resguardo en medio de la incertidumbre global. Su cordillera de los Andes y su extensa costa lo dotan de barreras naturales, mientras que su riqueza en recursos minerales y energéticos fortalece su autonomía económica.
La capital, Santiago, mantiene relaciones diplomáticas sólidas con potencias occidentales, lo que refuerza su papel como receptor potencial de refugiados. Su estabilidad relativa, sumada a una geografía imponente, lo posiciona como un país capaz de sortear los efectos de una guerra global mejor que la mayoría de sus vecinos.