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sábado, junio 21, 2025

Cuidar es buen trato: una ética para todas las edades

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Inspirada por la ética del cuidado que desarrollan pensadoras como Joan Tronto, politóloga estadounidense y pionera en los estudios del cuidado; Leonardo Boff, teólogo brasileño que propone el cuidado como el nuevo gran paradigma civilizatorio; y Bernardo Toro, filósofo y educador colombiano que entiende el cuidado como principio organizador de una sociedad justa y sostenible; propongo mirar el buen trato no como un gesto aislado, sino como una ética de vida.

Cuidar es sostenernos en la trama

Cuidar no es algo que sucede solo en momentos de fragilidad. No es un servicio, ni una acción unidireccional. Es, como dice Tronto, un proceso relacional, contextual, profundamente político y humano. Cuidar es una práctica que sostiene la vida cotidiana, desde lo más íntimo hasta lo más colectivo. Implica darnos cuenta de las necesidades del otro, y también de las propias, equilibrando así derechos y responsabilidades.

Ofrecemos lo que somos capaces de darnos. Si no me escucho, no puedo escuchar. Si no me cuido, difícilmente podré cuidar. Y esto aplica a todas las edades. Porque todos, en algún momento de la vida, somos cuidadores y receptores de cuidado. No hay un único rol fijo. Como dice Tronto, el cuidado es parte de la democracia: requiere participación, diálogo, reconocimiento mutuo.

Biología del bienestar: entre el sol, la risa y el encuentro

En cada charla del Club de la Porota proponemos pequeñas prácticas para hackear el viejismo y reconectar con nuestra potencia vital. Porque el buen trato también empieza por casa. Por el propio cuerpo. Por la respiración consciente. Por una sonrisa frente al espejo que, aunque forzada, activa la serotonina (hormona de la felicidad). Por salir al sol, movernos un poco, buscar la risa, el contacto humano, la ternura. Todo eso tiene un correlato biológico.

Y acá vale detenerse. Porque no es lo mismo una descarga de dopamina, ligada al placer inmediato, que la activación sostenida de serotonina, oxitocina y endorfinas, que construyen bienestar a largo plazo. Las hormonas de la felicidad se encienden cuando nos vinculamos, cuando damos, cuando abrazamos, cuando reímos. Es decir: cuando cuidamos.

Autores como Estanislao Bachrach, Daniel López Rosetti, Nazareth Castellanos y Diego Golombek coinciden: no se trata solo de “sentirse bien”, sino de generar entornos (y hábitos) que promuevan la neurobiología del bienestar.

Cuidar es buen trato: una ética para todas las edades

Te lo regalo porque sí: gestos que transforman

Cuando dirigí un espacio socio cultural y recreativo para personas mayores impulsé una práctica muy simple y poderosa: “Te lo regalo porque sí”. Consistía en invitar a las personas a pensar en un regalo para otra persona (no importaba quién) y dejar un pequeño obsequio hecho a mano, con amor, en una caja comunitaria. Luego, alguien más sacaba al azar ese regalo. Podía ser una poesía, una carta, una flor seca, una mirada dibujada, un café ya pago en el bar. El gesto era sencillo pero profundo: dar sin esperar nada a cambio, con la única intención de hacerle bien a otro ser humano y, en definitiva, también a uno mismo.

Porque en ese proceso tan sencillo y maravilloso ocurría la magia: se activaban las llamadas hormonas de la felicidad, esas que están asociadas al bienestar emocional (las vuelvo a mencionar: serotonina, oxitocina o las endorfinas) y que florecen cuando nos vinculamos desde la empatía, la ternura y la intención amorosa.

Me gusta pensar que en esos actos también confiamos en lo que Blas Pascal, filósofo, físico y matemático del siglo XVII, supo afirmar con sabiduría cuatro siglos atrás: “El corazón tiene razones que la razón no entiende”. Y esa intuición amorosa, emocional, corporal, es hoy también respaldada por la ciencia.

Dar con intención, sin esperar retribución. Confiar. Cuidar. Confirmar.

Gestos pequeños que, lejos de ser banales, construyen vínculos, regeneran la confianza y nos devuelven al otro como parte de nuestra propia trama vital.

Porque al final, lo humano (eso que nos sostiene) no siempre se explica… pero sí se siente. Y se cultiva en cada acto amoroso que nos recuerda que no estamos solos, ni estamos hechos para estarlo.

Cuidar es buen trato: una ética para todas las edades

El cuidado como respuesta frente al paradigma del riesgo

Joan Tronto, en su obra “¿Riesgo o cuidado?”, contrasta dos formas de mirar el mundo: una sociedad organizada en torno al riesgo, donde predomina la ansiedad, el control y la desconfianza; y una sociedad del cuidado, donde se parte del reconocimiento de la vulnerabilidad y la interdependencia humana.

En lugar de vivir desde la amenaza constante, Tronto propone tejer vínculos, distribuir responsabilidades, asumir colectivamente el bienestar. En sus palabras: “En la sociedad del cuidado, equilibrar necesidades y derechos es parte sustancial de la discusión política”.

El cuerpo en movimiento y la cultura como medicina

Otra forma de promover el buen trato es habitar el mundo. Participar. Sentirse parte de la vida cultural de la comunidad en que vivimos. ¿Cuántas actividades gratuitas o accesibles dejamos pasar por desgano o inercia? Incluso cuando no tenemos ganas, el movimiento hace lo suyo. Caminar, bailar, cantar. Ir a un museo. Asistir a una charla. Inscribirse en un taller. Todo eso nos pone en contacto con otros, y con lo que nos hace bien.

La soledad no deseada muchas veces se alimenta de la idea de que no tenemos nada para ofrecer. Pero eso es una gran mentira del viejismo. Siempre tenemos algo para dar: una historia, una palabra, una presencia. Y también tenemos derecho a pedir ayuda, a recibir. Con asertividad. Sin renunciar a la autonomía. Cuidar no es controlar ni dirigir la vida del otro. Es acompañar. Es estar.

Cambiar la mirada: el acto político más transformador

Muchas veces, en el discurso social, la vejez aparece ligada al déficit, al “ya no”, a la pérdida. Ya lo he dicho en reiteradas ocasiones. Y advierto: utilizo el recurso de la repetición cuan mantra. Ustedes ya lo saben queridos y queridas integrantes de esta comunidad, desde El Club de la Porota proponemos narrar otras vejeces posibles. Para hackear el viejismo, tenemos que hackear la idea de que solo somos valiosos si producimos, si rendimos, si mostramos. Como dice Bachrach: “Si cambiás la vista del punto, aparece otro mundo”.

Ese otro mundo es el de la confirmación, la reciprocidad, la ternura. No es una utopía. Es una práctica. Es, como sostiene Jean Shinoda Bolen (médica psiquiatra, escritora y analista junguiana estadounidense) en su libro “El millonésimo círculo”, una forma de contagio cultural. Cada gesto amoroso suma. Cada círculo que se sostiene en el tiempo, transforma.

Cuidar es buen trato: una ética para todas las edades

Cuidarnos es buen trato

Este Mes del Buen Trato no es solo una campaña. Es una invitación:

  • A respirar conscientemente, inhalando y exhalando, llevando oxígeno a todo nuestro cuerpo.
  • A hacer una cosa a la vez, contemplando lo que acontece, sin apuros.
  • A movernos. A mirarnos. A compartir lo que nos hace bien.
  • A ser pacientes con los demás, entendiendo que cada quien tiene sus propios ritmos y procesos.
  • No es fácil. No es inmediato. Pero es posible.

Porque en el cuidado (recíproco, amoroso, consciente) está el acto político más transformador que tenemos.

De joven, cuando participaba de las propuestas del Centro de Orientación Vocacional (COV) en Córdoba (un espacio confesional que acompañaba a jóvenes en la construcción de proyectos personales y colectivos desde una perspectiva integral de la vocación), había una frase del beato Manuel Domingo y Sol que siempre nos acompañaba y que hoy se las “regalo porque sí” en el cierre de esta nota:

No sabemos si estamos destinados a ser un río rápido que haga florecer a sus orillas jardines amenos, o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el desierto a la planta desconocida; pero, más brillante o más humilde, nuestra vocación es cierta: no estamos destinados a salvarnos solos.

Por Sol Rodríguez Maiztegui, Gerocomunicadora y Geroperiodista

 “Lo viejo funciona”: una campaña que resignifica la vejez desde el buen trato

En el Mes del Buen Trato hacia las Personas Mayores, el Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM) de la Universidad Nacional de Río Cuarto impulsa una campaña para visibilizar el valor de la edad y hackear los prejuicios viejistas. Compartimos a continuación la gacetilla de prensa que nos hicieron llegar. Porque lo viejo no solo funciona… también enseña, cuida, transforma.

Con el lema “Lo viejo funciona”, el Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM) de la Universidad Nacional de Río Cuarto lanzó una potente campaña en el marco del Mes del Buen Trato hacia las Personas Mayores. La frase, tomada de la historieta El Eternauta, adquiere una nueva dimensión cuando se resignifica desde la psicogerontología y los derechos humanos.

En una sociedad que muchas veces asocia la vejez con la obsolescencia, esta consigna propone un cambio de mirada. “Lo viejo funciona” no solo desafía prejuicios edadistas: celebra la historia, la experiencia, la resiliencia, la creatividad y el saber acumulado por las personas mayores.

Cuidar es buen trato: una ética para todas las edades

Desde el enfoque psicogerontológico, el envejecimiento es un proceso heterogéneo y dinámico, moldeado por factores biológicos, sociales y culturales. Lejos de ser una etapa de pérdida, puede ser un tiempo fértil para el aprendizaje, la participación y la revalorización de uno mismo.

En esta línea, la campaña también introduce un símbolo: la insignia plateada, que representa la sabiduría y dignidad del paso del tiempo, así como el derecho a envejecer con plenitud. Desde el PEAM destacan que “lo plateado brilla”, y recuerdan que las personas mayores no son sujetos pasivos, sino protagonistas de su propio envejecimiento.

Afirmar que “lo viejo funciona” es también afirmar que las personas mayores siguen teniendo mucho para aportar, decidir y transformar. En un contexto donde urge hackear el viejismo, esta campaña se vuelve una invitación a mirar con otros ojos y a practicar activamente el buen trato.

Jueves de teatro, salud y descubrimiento

Por Víctor Ramón Gómez / Mensaje recibido a través de la cuenta de Instagram @elclubdelaporota

Me llamo Víctor Ramón Gómez, tengo 60 años, y quiero contarles algo que me hace bien. Nos comunicamos por Instagram porque soy lector de El Club de la Porota en el diario Hoy Día Córdoba, y sentí ganas de compartir la experiencia que estoy viviendo junto a un grupo hermoso.

Desde hace unos meses participo en un taller de teatro para personas mayores de 50 años que funciona en Maipú 350, todos los jueves de 16:30 a 18:30. Es un espacio que ya lleva cuatro años de vida. Yo me sumé este año, pero hay compañeros y compañeras que lo vienen sosteniendo desde el comienzo. Algunas superan los 70 años, y ahí están, firmes, con entusiasmo, con entrega.

Ensayamos una obra de un autor español que transforma tres tragedias de Shakespeare en comedia. Pero el verdadero tesoro del taller está en lo que nos pasa como grupo: la risa es limpia, contagiosa; la presencia del otro se valora; la timidez se disuelve. Nos sentimos vivos. Nos descubrimos con nuevas posibilidades.

Es un espacio de salud. De confianza. Tenemos compañeras que se movilizan con bastón o andador, y que aun así se entregan a la improvisación con una frescura maravillosa. Hemos superado el temor al ridículo y muchas otras barreras más.

Y todo esto es posible gracias a David, nuestro profe. Un joven que, con poco más de 30 años, tuvo la generosidad y la claridad de crear un lugar de libertad y expresión para quienes tenemos más de 50. Y ese espacio creció, se mantuvo, se reinventó. Hoy somos unos 17, y cada jueves nos emocionamos con las sensaciones que solo el teatro sabe provocar.

No sabemos cómo saldrá la obra. Puede que nos equivoquemos, que se nos escape alguna línea… pero eso no importa. Lo importante es que existe —en pleno centro de Córdoba— un lugar donde las personas mayores nos animamos a jugar, crear, sentir, recordar y reír. Y eso, ya de por sí, es un acto de transformación.

Gracias a El Club de la Porota por abrirnos las puertas. Y gracias al grupo, por regalarme cada semana una escena más de este teatro que también es la vida.

Una lectora que nos abraza con sus palabras

Juliana Jodar, ¡gracias por dejarnos este mensaje tan hermoso en nuestra página de Facebook @elclubdelaporota!: “Leo El Club de la Porota todos los viernes en el diario Hoy Día Córdoba. Tengo 85 años y deseo que me acepten como amiga, una amiga que admira ese espacio tan necesario para todos y todas. Un espacio que permite que los más jóvenes aprendan a valorar nuestra experiencia, el amor y la contención que les brindamos a ellos y a nuestros seres queridos. Todo lo que colaboramos en bien de la humanidad y en la conservación de la naturaleza, que es quien nos da la vida. Les mando un gran abrazo.”

Escuchá nuestros podcasts en YouTube (@elclubdelaporota)

Desde El Club de la Porota te invitamos a pasar por nuestro canal de YouTube y disfrutar de los primeros episodios de nuestros podcasts junto a María José Bustos. Reflexionamos con humor, profundidad y ternura sobre temas que importan:

  • ¿La vejez es una mierda?
  • Lo viejo funciona

Suscribite al canal y sumate a esta conversación que interpela, emociona y transforma.

¡Sumate a la GeroMasterclass!

Si te interesa la temática del envejecimiento, la longevidad y las nuevas formas de habitar la edad, no te pierdas la edición intensiva de la GeroMasterclass 2025. Modalidad virtual, clases grabadas, cuadernillo de trabajo, certificado de participación y comunidad de intercambio.Nos encontramos el 4 y 5 de julio para hackear el viejismo y amplificar el buen trato. Consultá más info y escribinos por WhatsApp al +54 9 3513 260243 o en nuestras redes sociales: @elclubdelaporota

Cuidar es buen trato: una ética para todas las edades

Redacción

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Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

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