Sonríe Darío Barassi cuando se le pregunta. Con ese estilo que lo dice todo. Aún cuando le preguntamos cómo logra mantener la actividad en la pareja en medio de las jornadas de grabación, el trabajo como actor y la crianza de las pequeñas Emilia e Inés, hijas que tuvo con Lucía Gómez Centurión.
“Digamos que… -arranca, para rápidamente aclarar-: obviamente que la sexualidad va por otro lado, tiene que estar y es importante para una pareja. Igual que disfrutar cada nuestros momentos juntos. Así que como a mí me gusta hacer dormir a las nenas, las baño, les leo un cuento y después sí alguien nos ayuda para escaparnos al cine o algún restaurante. Pocas veces nos fuimos un fin de semana juntos. Cuando sucedió, la abuela se quedó con ellas”, afirma el conductor de Ahora caigo a Revista GENTE.

“No nos encanta hacerlo porque las extrañamos, pero viene bárbaro ir con mi mujer a pasar un lindo rato charlando de la vida, jugando al buraco o criticando gente (carcajada)”, comenta.
«En síntesis –redondea ahora sí Darío, siempre entre risas-, con Luli nos hacemos nuestro tiempo para estar en pareja».
Es que, más allá de lo que le demanda actualmente ponerse al frente del ciclo del horario central de eltrece, durante el año pasado filmó una ficción en Uruguay que le demandó tener que alejarse de su hogar por poco más de un mes.
Y es justamente que, cada compromiso laboral es debidamente analizado… dejando de lado ciertas propuestas que le gustaría tomar y que por el momento rechaza. “Muero de ganas de hacer teatro. Me encantaría una obra comercial grande que funcione, pero eso implica permanecer fuera de martes a domingos en un horario en el que para mí es fundamental estar en casa”, reconoce.

Y completa: “Llegan propuestas de proyectos espectaculares a los que digo que no, después veo que se hacen con otros actores y es un puñal. Me cuesta perderme esas cosas, aunque por ahora prefiero el momento de cenar con ellas, bañarlas o leerles un cuento. Si aparece algún proyecto como el de una película, que significaba ausentarme un poco más de un mes, me siento y lo charlo con mi mujer”.
“Rechacé ofertas teatrales. Dos o tres proyectos que me duele no haber hecho, se terminaron haciendo, los fui a ver y resultaron muy exitosos”, lamenta.
A pesar de todo, agradece el apoyo de su esposa: “Ella me banca a morir, pero sufre. Frente a cada trabajo, primero veo en qué situación estoy en casa. La entrega de ceder la brindó un poco más mi mujer, que es una psicóloga prestigiosa y debió dejar algunas cosas para que yo pueda hacer lo mío. Ahora estamos los dos en el ruedo porque las enanas crecieron y van al colegio”.

La herida abierta de Darío Barassi por la muerte de su mamá
Este nuevo comienzo en la tevé remueve sensaciones. Es que, para Barassi, es inevitable recordar las grabaciones del último Ahora caigo a lo largo de la etapa final de la vida de su mamá, Laura, que luchó contra un cáncer de páncreas y murió en noviembre de 2023… Y de todo el esfuerzo que hacía para estar presente a su lado.
Así lo recordó en un posteo que hizo este fin de semana, en donde compartió algunas divertidas postales juntos y dijo: “Yo terminaba de grabar y huía a la casa de mi vieja. Compraba abajo algo para tomar el té que le gustara. Llegaba, la ayudaba a levantarse de la cama y nos instalábamos en el living”.

“El mundo se paraba a la hora del programa. Nos sentábamos en el sillón, manta encima, y a disfrutar. Ella jugaba, estaba lúcida, era buena. Me ponderaba trajes, me criticaba chistes, de vez en cuando me miraba y me decía, ‘sos terrible gordito’. Esa gracia y rapidez las heredaste de mí, sentenciaba, y un poco cierto era”, rememoró en Instagram.
-Fiel a tu ácido estilo, muchas veces te escuché hacer humor con la muerte de tu papá. ¿Todavía es algo que no te permitís con tu mamá?
-No. No puedo. Mi papá murió cuando yo tenía 5 años, así que en el medio pasaron 37. Pero lo de mi vieja todavía lo sufro. No puedo creer que mis hijas no puedan disfrutar a su abuela. Recién terminamos de grabar uno de los programas y sí, te digo que hago todo el tiempo chistes con la muerte o con el hecho de ser huérfano. Pero específicamente sobre mamá no puedo.
-¿Cómo transitaste el duelo?
-El primer año estuve detonado. Destruido. Se me desmoronó el mundo y sentí que perdí el control de todo. No podía encontrarme, me sentía fuera de eje. Sin dudas que fue la pérdida más grande de mi vida, pero mis hijas, mi mujer, y el trabajo me ayudaron un montón.
-¿Cómo hiciste para procesarlo?
-Con mucha terapia, porque la muerte de mi vieja me partió al medio, como que me descolocó. No queda otra que poder hablarlo. Y me fui un par de días solo a un lado para terminar de procesar el duelo: transitar el cáncer terminal de una persona tan cercana es doloroso. También fue gratificante porque pude estar cerca suyo. Se murió en los brazos de sus tres hijos. Lo hablo y no termino de entender que me haya pasado. Quiero que esté acá. Fue todo un proceso.. Pero yo me río de todo y en algún momento también voy a poder hacer humor de esta situación.

-¿Quedó alguna charla pendiente con ella?
-Fue el peor proceso por el que pasé en mi vida, pero haber estado tan juntos nos dio la oportunidad de reconciliarnos. No porque hayamos estado peleados, sino porque generamos esas charlas de «de chico no me gusto esto» y di lugar a sus reclamos. Pudimos hablar un montón. Nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir y nos despedimos. Sentí la última mirada, la tenía de la mano.
-¿Cómo la recordás?
-Yo crecí solo con mamá porque mi viejo murió, así que nos unió un vínculo muy fuerte. Ya no la recuerdo desde la tristeza o el dolor, sino desde un lugar libre. La siento libre, etérea y abierta. Hablo con ella, creo en ese tipo de conexiones. Si bien parece una frase hecha, siento que vive dentro de mí… A veces me encuentro cocinando alguna comida que ella hacía o diciendo alguna frase que siempre repetía.
Fotos: Rocío Bustos y redes sociales
Video: Ramiro Palais
Arte de portada y retoque digital: Gustavo Ramírez