Más allá de los previsibles resultados de las recientes elecciones en Misiones (como el triunfo del oficialista Frente Renovador o la competitiva performance de La Libertad Avanza), el batacazo quedó a manos del subcomisario mayor Ramón Amarilla, portavoz del recordado conflicto policial que mantuvo en vilo a la provincia el año pasado y quien ahora acaba de ser consagrado legislador en la tierra colorada gracias a una gran cosecha de votos, especialmente en Posadas, donde su lista ganó. Con el 19,12 por ciento y a la cabeza de la boleta del Partido Por la Vida y Los Valores, el uniformado retirado quedó a un pellizco del segundo lugar (lo obtuvo LLA con el 21,89 de los votos en nombre del ex tenista y actual broker Diego Hartfield) y no tan lejos de Sebastián Macías, el director provincial de Vialidad, quien logró el 28,6 y le dio el triunfo a la Renovación, aunque con el caudal electoral más bajo desde que gobierna la provincia. Además, Amarilla sepultó las ambiciones de cambiemitas y radicales, desperdigados en distintas listas menores. En el reparto, las diferencias son aún más estrechas: el FR encajó seis diputados provinciales, LLA cinco y el PVL cuatro.
Sin embargo, lo más notable de quien fuera el referente del acampe policial frente al Comando Radioeléctrico de Posadas en mayo del año pasado no es solamente que logró quebrar la bipolaridad del mapa electoral misionero, sino que además se hizo de una banca en la legislatura mientras está alojado en una celda de la Unidad Penal VII de Cerro Azul. La Justicia le dictó prisión preventiva desde septiembre a él y también a otros siete uniformados mientras se los investiga por una causa de sedición. En efecto, Amarilla se acaba de convertir en el primer detenido de la historia de la provincia que accede a la denominada Cámara de Representantes ubicada a espaldas del Parque Paraguayo de la capital. Ahora sus abogados trabajan para que, amparado en los fueros legislativos, le concedan la excarcelación varias veces negada. Ramón Amarilla logró visibilidad nacional el año pasado, cuando rápidamente se convirtió en la cara visible de un conflicto salarial que agrupó a policías y miembros del servicio penitenciario que reclamaban mejoras salariales al gobierno de Hugo Passalacqua. La protesta incluyó un prolongado acampe primero frente al Comando Radioeléctrico, aunque luego se extendió por varias cuadras de la transitada Avenida Uruguay en el barrio posadeño de Palomar.
La presencia de móviles periodísticos de todo el país fueron una gran caja de resonancia para la figura de Amarilla, quien logró concentrar con sus discursos diarios en la esquina de Uruguay y Félix Bogado la atención en una ciudad agitada también por otras protestas salariales a cargo de docentes y personal de salud, entre otros. El tenor del acampe fue escalando a instancias tensas que incluyeron la fallida intervención de fuerzas de Prefectura a las órdenes de Patricia Bullrich, la toma de patrulleros y una caravana con estos vehículos y detonaciones que nunca supieron de donde provenían por la zona céntrica de Posadas. Entrado junio, y después de innumerables reuniones con enviados del gobierno provincial, los uniformados acordaron un arreglo con gestión de Passalacqua y retiraron las tolderías de la calle Uruguay cuando el frío calaba hondo y ya se notaba el desgaste de los policías en pie de protesta.
Sin embargo, por lo bajo perduraron las heridas de una asonada que expuso al régimen misionerista, toda vez que convirtió a la provincia en la arena de la primera protesta salarial callejera y sostenida durante la presidencia de Javier Milei. Una extraña causa que incluyó una delación dentro de las propias fuerzas y la intervención de un grupo de Whatsapp con el llamativo nombre de “Solo cola” desembocó en la captura de ocho uniformados, entre ellos el propio Amarilla, todos ellos acusados de sedición.
Los cuartos oscuros del domingo en Misiones parecían una cartografía de aquellos días de protesta. Es que, además de Ramón Amarilla, también aparecía entre las opciones electorales la docente Mónica Gurina, una de las referentes de los reclamos del personal de la educación y también judicializada, en su caso por la recordada manifestación a la explanada de la legislatura que luego continuó con un escrache frente al edificio donde reside el gobernador Hugo Passalacqua. Gurina, al frente del partido Confluencia Popular por la Patria, cosechó apenas el 2,47 por ciento, por lo que no pudo acceder a una banca.
Mejor suerte tuvo, en tanto, el Partido Agrario y Social, que nuclea a varios de los yerbateros que habían procesado desde el interior de la provincia hacia Posadas en aquel mayo intenso en reclamo a la desregulación de ese mercado que había ordenado el gobierno de Javier Milei con el apoyo de los diputados nacionales de la Renovación. Con Héctor Bárbaro a la cabeza, el Pays sumó el 8,88 por ciento de los votos y de hecho ganó en toda la zona del Alto Uruguay. A la espera de la asunción de los nuevos legisladores, fechada para el 10 de diciembre, los abogados de Amarilla litigarán para que su defendido pueda hacer uso de sus fueros cuanto antes y, de ese modo, acceda a la excarcelación que hasta ahora le fue denegada.