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viernes, septiembre 26, 2025

De tiernos cachorros y perros exitosos a un trágico final: así fue la increíble vida de Fatiga y Betún, los hermanos que brillaron en “Los Simuladores” y “Casados con hijos”

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«Betún y Violeta (tal es el nombre verdadero de Fatiga) no fueron dos perros con los que trabajé. Ellos eran mis perros, mis hijos», nos cuenta Jorge «Pampita» Montenegro (56), el influencer canino -como él mismo se autodefine en Instagram- que está a punto de describirnos cómo fue la infancia, la adolescencia, la adultez y la muerte de los actores de cuatro patas más recordados de la televisión argentina.

Todo comenzó con Pampita, la mamá de Betún y Violeta

«A Pampita -quien le dio su apodo- la encontré debajo de un colectivo en Monroe y Cabildo en abril de 1992. En ese momento yo estaba terminando una carrera universitaria de 5 años e iba a ser geólogo pero, ¿la verdad?, sentía que iba a ser profundamente infeliz porque no me veía trabajando en una mina o en un pozo petrolero. Y esta cachorra que se cruzó en mi vida inesperadamente provocó que encuentre mi destino por otro lado», nos describe el hombre que, finalmente, le dedicó su vida a los perros (primero como paseador, luego como entrenador y ahora también como dueño de un hotel de perros).

La química entre Pampita -la madre de Betún y Violeta- y su dueño, Jorge «Pampita» Montenegro.

1997: El año en que nacieron

Pampita se convirtió en madre tras compartir un momento de intimidad con Lobito, uno de los perros de un colega -también paseador de perros- que frecuentaba la plaza de Ramsay y Monroe.

Lobito, el padre de las estrellas televisivas.

De su unión, el 27 de febrero de 1997 nacieron cinco cachorros: una hembra -Violeta- y cuatro machos.

Betún y Violeta (Fatiga) súper chiquitos.

«Yo iba a quedarme con la única hembra, pero uno de los machos nació prematuro y hubo que ponerse el overol: estimulación temprana, mamadera, mucha paciencia… Y se nos pegó al alma. Ese fue Betún», recuerda.

En las fotos que hoy desempolva, hay una escena que desarma: Betún tomando la mamadera con los ojos cerrados y la trompita entreabierta.

El futuro protagonista de Los Simuladores tomando «la mema».
En sus primeros días de vida, Betún recibió muchísimo amor.

Infancia y adolescencia

Crecieron en una casa de campo junto a Jorge, su mujer -Fernanda- y sus tres hijos, tanto testigos como irremediables cómplices de sus aventuras y alegrías.

Violeta mucho antes de ser conocida como Fatiga y convertirse en el can aliado de Guillermo Francella en Casados con hijos.

Se podría decir que tuvieron una adolescencia alborotada o que fueron dejando huella de su carácter.

«En las siguientes fotos se ven las evidencias de uno de los tantos desastres que hicieron… En esa ocasión abrieron un tacho de pintura y la desparramaron por toda la casa, las puertas, los sillones, las paredes, ¡todo tenía pintura!», resalta Pampita recordando el caos.

Los trazos inocultables de pintura dejaron en evidencia quiénes fueron los responsables de aquel ajetreo en el hogar.
Betún, siempre artista, posó para la cámara con sus patitas aún manchadas.

«Eran increíbles las cosas que hacían. Hasta bajaban la ropa del tender, aunque siempre era la de mi mujer (risas). Llegó un momento en que ella, que es terapista ocupacional, me dijo: ‘Mirá, está bien, yo me casé con un paseador de perros, pero ahora estaríamos necesitando un entrenador, porque esto no puede seguir así’. Así que te diría que con humor nos ordenaron la vida y me obligaron a volverme un entrenador», cuenta el autor del libro El mejor entrenador que hasta entonces nunca se había dedicado a eso. «Aprendimos juntos», apunta con humildad.

Los dos canes junto a su madre (Pampita, en el centro).

Del jardín al set

En aquel momento no existían tutoriales de «cómo ser entrenador» ni redes sociales con consejos.

Sobre su proceso, Montenegro detalla: «Yo alquilaba películas en Blockbuster en las que trabajaban perros, pausaba escenas, las desarmaba y probaba con los míos cómo lograr esos comportamientos, y así me fui construyendo».

Jorge «Pampita» Montenegro entrenando a Betún.

Un tiempo después empezó a profesionalizarse con un grupo de entrenamiento -dirigido por una mujer húngara, a la que describe como «una sargento»-, y lo llamaron para trabajar en una película argentina en la que el perro que habían contratado, y que era un personaje importantísimo en la historia y en el guion, «no había funcionado».

Sin timidez ni un ápice de duda, cuando le preguntaron si él era entrenador de perros, él respondió: «Sí, claro, soy entrenador», y se mandó al frente. La película en cuestión era Bajo bandera y el can con el que eligió trabajar en la película no fue Betún ni Violeta, sino una perrita que él había salvado y que estaba cuidando llamada Leila, como la princesa de La guerra de las galaxias.

La filmación resultó todo un éxito. Y ese espaldarazo y un viaje posterior a Orlando («en Animal Actors On Location -Universal- vi en vivo cómo trabajaban los entrenadores y volví convencido de que esto era lo mío») provocaron que su carrera quedé sellada.

Y un día llegó la fama de Betún

Con el correr del tiempo, Betún filmó 54 comerciales y participó de diferentes filmes, pero su salto a la televisión llegó de la manera menos esperada.

Bastaba una orden para que Betún entrara en acción sin siquiera espiar a los tumultosos equipos que lo filmaban. Todo un profesional.

«Yo en aquella época les paseaba los perros a Alejandro Fiore y a Diego Peretti. Había visto la primera temporada de Los Simuladores y me parecía que Betún re estaba para eso porque podía hacer cualquier cosa. Así que escribí un libro con Betún como protagonista que se trataba de un perro de la calle que se conocía casualmente con un policía y lo ayudaba a resolver los casos. Cuestión que se lo llevé a Alejandro Fiore y le dije: ‘Mirá, ya que estás en Telefe, ¿podrás fijarte si este guión le interesa a alguien?, ¿si se puede hacer algo?'».

«Al tiempo él leyó el guión y me preguntó ‘¿Tu perro hace todo esto?’. Yo le respondí que ‘Sí’, que ‘claro’, que ‘por eso lo escribí'».

El resto de la historia es la que el público ya vio: en la segunda temporada de Los Simuladores -y hasta el final del unitario- apareció Betún y ya nunca más se retiró.

Betún formó parte de Los Simuladores, el boom televisivo que se filmó entre 2002 y 2004.

Como en Hollywood, Violeta se convirtió en Fatiga

Cuando se empezó a gestar Casados con hijos, los realizadores, copiando el formato estadounidense, decidieron que Betún era el indicado para ser el compañero de sillón de Guillermo Francella. Así que, convencidos, llamaron a Pampita para contarle que su perro estaba contratado. Nunca se vieron venir lo que sucedió después:

«Ellos querían a Betún, pero él ya estaba ocupado filmando Paraíso Rock. Así que yo propuse que contraten a su hermana, a Violeta». Del otro lado, inicialmente hubo rechazo. «¿Cómo?, ¿una hembra va a hacer el rol de un macho?, eso no es posible», pensaron los productores de Telefe. Pero el entrenador, casi brindándoles una clase de historia, les justificó: «En Lassie, el personaje era el de una perra, pero el perro actor era un collie de pelo largo macho que se llamaba Pal. Y si ya lo hicieron en Hollywood y funcionó, ¿por qué no podríamos hacerlo acá?».

No hizo falta más. La anécdota se cuenta sola: Violeta fue Fatiga, y la química que generó Francella en tantos momentos de humor la catapultó a la fama.

Violeta (Fatiga en la ficción) protagonizó Casados con hijos, la exitosa sitcom que se grabó entre 2005 y 2006.

Entre sets y mucho cariño popular, ellos, a puertas cerradas, formaron una familia

Jorge «Pampita» Montenegro le confía a GENTE que «estos perros maravillosos tuvieron una historia a lo Game Of Thrones». ¿Por qué lo dice? «Porque la historia no muy contada es que ellos se enamoraron entre hermanos«, arroja.

«Una noche Violeta estaba en celo y yo la guardé en su canil. Al cabo de dos meses me enteré de que Betún se trepaba como un gato por los alambrados para ir a verla… Así fue que nació la descendencia de ellos dos».

Luna, hija de Betún y Violeta (Fatiga). «Una perrita increíble, dulce e inteligente. Heredó lo mejor de ambos. Era una madraza conciliadora, tranquila y amorosa».

Los últimos días de las estrellas

«Con Fer -mi mujer- y los chicos éramos una manada. De hecho, hay una imagen que adoro: la de Betún mirando el mar, flanqueado por dos de mis hijos. Esa paz no se la daba ningún set», exclama con nostalgia el hombre que lo cuidó toda su vida.

Betún mirando el mar plácidamente entre dos de los tres chicos de su casa.

«Violeta todas las noches elegía dormir con los chicos, al lado de un radiador, mientras Fer les leía un cuento para que se durmieran. El día que no la vi ahí, supe que no iba a volver, que algo le había pasado», admite y aún se le hace un nudo en la garganta.

La dura muerte de Violeta y el adiós de Betún

«Con el paso de los años Violeta había desarrollado una obsesión por mis hijos y los cuidaba como si fueran sus cachorros. El problema era que mis hijos debían ir a la escuela y para ella era como si les sacaran sus cachorros. Así que teníamos que encerrarla todos los días para que no saliera corriendo detrás de la camioneta. Vivimos así durante muchos años hasta que un día, en un descuido, quedó una ventana abierta y ella se escapó por ahí… Fue terrible, terrible», comparte y se le quiebra la voz.

«Es que estos perros no fueron solamente mis perros. A mí ellos me ayudaron a construir una familia y a mantenerla. Para mí fue devastador que la atropellaran en la colectora (N. de la R.: Violeta falleció en el kilómetro 54 de la ruta 9). Un dolor insoportable. Me acuerdo que salí a buscarla por todos lados hasta que la encontré… en ese momento la estaban sacando de la ruta los de la autopista y ya la iban a enterrar ahí, en el costado. Fue tan doloroso ese momento que me quede sin habla durante medio mes y en poco tiempo todo mi pelo se tornó blanco. Nunca había sentido un dolor tan grande».

«Esta foto que ven acá arriba es simplemente hermosa. Fue el 9 de julio del 2007, el día de la nevada en Buenos Aires, y es la última que tengo de Violeta porque en noviembre de ese año falleció. Y Betún también murió un noviembre, pero cuatro años más tarde y a causa de un tumor de hígado», relata con pesadez en la voz.

Su heredero apareció para alegrarlo

«Cuando murieron, desaparecí de todos lados y dejé de trabajar por un buen tiempo con perros porque perdí las ganas de filmar. Sin ellos, el set ya no era el mismo», confiesa su entrenador.

Fue lo que sucedió tras una nota con Rolando Hanglin la que cambió su espíritu: «Una señora muy amable llamada Mabel, que era la dueña de una de las cachorras que habían tenido Betún y Fatiga como consecuencia de ese único encuentro furtivo que les conté, escuchaba de casualidad el programa de radio cuando yo le contaba a Hanglin que lamentaba no haberme quedado con ninguno de sus cinco perritos. A raíz de eso, ella, que todavía tenía mi número de teléfono, me llamó y me ofreció continuar la descendencia de Betún y Violeta. Así llegó Sioux -nieto de los famosos canes- a la tribu. Con él aprendí a ayudar a otras familias y entendí que los perros siempre llegan a nuestras vidas con un propósito», cierra Jorge Montenegro emocionado.

Redacción

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