Por Gabriel Alejandro López
Twitter: @cololopez74
No importa lo grande que sea una pieza de una maquinaria, si se afloja un tornillo, aunque sea pequeño, toda la máquina resultará inútil. Vale para el fútbol, en la constitución de un equipo de trabajo, como en cualquier otro ámbito… Vélez, hace treinta años, era una maquinaria futbolística y física que brillaba pareja y triunfal en su paso por todas las canchas.
Esta es una historia nacida del tablón, del corazón de un hincha que lloró de alegría con el arquero que superaba todos los recórds, el bravo José Luis Chilavert, quien este año será pre candidato a la Presidencia de la República del Paraguay.
El nuevo trabajo de «Chila» deberá buscar la máxima perfección, ampliar conocimientos a otras ramas, experimentar virtudes y pasar por defectos, como en el fútbol, pero en una cancha que se llama la vida en democracia y la calidad de vida de la gente de un país.
Omar Di Salvo, “Pancho”, artista plástico graduado en Bellas Artes, tatuador, escultor, tuvo en Vélez al mejor remedio para su padre cuando éste atravesaba sus últimos años de vida. “A mis veinte Vélez nos hizo ganar todo. Con Chilavert en el arco, yo me daba cuenta que tenía que disfrutarlo porque no lo iba a volver a ver. Nos hizo ganar todo. Es como le pasa con Messi a quienes lo van a ver, a mí me pasaba con Chilavert, lo veía como algo que después no se iba a dar más».
Hace treinta años, la vida le ponía delante de sus ojos “el mejor cuadro”. Aquel de Vélez, que dirigido por Carlos Bianchi, empezaba una década dorada: cuatro títulos locales y cinco internacionales.
La inspiración del artista estaba en la casa, en la sangre de su padre, Domingo Alfonso Di Salvo, nacido en 1935 en Liniers, el barrio donde lo crió y le enseñó el cariño por esa camiseta de la V azulada.
“Mi viejo no estaba bien y cuando podía caminar lo llevaba a la cancha, su felicidad era ver a Vélez cuando estaba postrado en una cama. A Chilavert lo amaba. Mi amor por Chila también viene por eso, por ver al viejo feliz”, dice Pancho, nacido en 1971 en Capital Federal y en los últimos años con idas y vueltas a España, por trabajo, por el mismo arte que en este país no fluye como debiera.
«Siempre traté de estar ligado al club, dando una mano en Cultura. Un día me cruzo a José Luis. Y otra vez pude jugar con él en una de las canchas auxiliares, pero nada, ni el teléfono tenía. Hasta que un día me encuentro sentado a una mesa, entre amigos, y él que me cuenta vivencias de los Mundiales. Creo que por mi franqueza, y porque no jodo, que le cayó bien eso de mi persona. Al cumplir 50 años, con ese grupo de amigos pensamos ¿qué le podemos comprar como regalo si tiene todo? Se me ocurrió hacerle un cuadro. Es la cara de él con el fondo de la bandera paraguaya”.
Di Salvo saca como pinceladas del alma, las más brillantes de sus tardes y noches del tiempo del fanático. “Yo grité el gol de Paraguay, que le hizo a Burgos en el estadio de River. Todos los de Vélez lo gritamos, imagínate lo que lo queríamos al tipo”, tiró la primera.
Y siguió en relato desordenado y emotivo: “Fui a San Pablo cuando ganamos la Libertadores. El que más grité, fue el gol de tiro libre a Boca, que le clavó al ángulo a Navarro Montoya. Por los resultados que se venía dando, ya todos esperábamos cosas de él. El gol a River, en cancha de Vélez, que se metió como en cámara lenta. Una vez, hablé con Flores y Asad (delanteros) y me decían lo mismo que sentíamos los hinchas: salían a los partidos sabiendo que ganábamos. Contra Estudiantes, después de tantos años sin ser campeón, la pelota para ir a patear el penal quemaba. El encargado era el Turu Flores, el Cabezón Trotta, y había otros, pero fue José, cruzó la cancha, agarró la pelota y pateó».
El artista tiene otros honores en las instalaciones de Vélez. “Cuando cumplimos 100 años, y el presidente era Rapaini, amigo personal, yo vivía en España, iba y venía, pero esa vez estuve tres meses para hacer el mural”.
«A los 51 años eso de idolatrar ya pasó», advierte, aunque en su caso Chilavert fue una fuente de inspiración. «Como hinchas nos acotumbró a vivir constantemente con una adrenalina… ¡era impresionante!».
Hace poco tiempo, Chilavert lanzó su candidatura como Presidente en su país y el hincha despertó y al ver su celular tenía cientos de mensajes de Wathsaap. ¡Che, ¿viste que se viene Chila presidente y puso en las redes tu cuadro!».
-Gracias José, no lo puedo creer, con tantas fotos que tenés y elegís poner algo mío.
-Pancho, cómo no voy a poner tu obra de arte, yo estoy maravillado y agradecido, aparte me va a traer suerte.
Chilavert tuvo su partido despedida en 2004. En los clubes donde actuó metió 48 goles y en el seleccionado guaraní convirtió 14. Según una votación de IFFHS es “el sexto mejor arquero del Siglo XX”. En ese momento,Yashin sacó 1002 puntos; Banks 717, Zoff 661, Maier 456, Zamora 443, Chilavert 373; el primer argentino es Amadeo Carrizo, décimo lugar de esa estadística realizada.
“La otra vez fuimos a tomar un café», vuelve a arrancar Di Salvo.
-Che Pancho, quiero que me hagas otro cuadro…
-¿¡En serio otro más, José!?
-Tengo una pared grande en casa…
El artista tomó pinceles de dos centímetros, el lienzo y empezó con los colores, muchos, en varias capas. Lo dibujó bien alto, con los brazos hacia el cielo, rodeado de otros célebres guardavallas, Never, Ter Stegen, Navas, Buffon, Casillas, Courtois, Oliver Cahn y Dino Zoff… Unas quinientas horas de empeño.
El 26 de diciembre de 2022 ya estaba en las instalaciones de Vélez, donde los dos coincidieron en presentarlo con entrada libre y gratuita. El ex arquero, a sus 57 años, se vio en medio de muchos hinchas felices, aún con la fiebre de la Argentina campeona de la Copa del Mundo. “El Uno de todos los Unos”, fue el título de la muestra. Di Salvo reflexiona sobre su producción: “Oliver Cahn y Dino Zoff, a éstos yo sabía que él los tiene como los mejores arqueros y referentes, en especial a Zoff. Los demás los saqué de charlas o reportajes en donde lo escuché decir cuáles eran los mejores arqueros de esta década, aunque son muchos más, pero no podía poner todos en un cuadro…”
Curiosamente, la agenda para la exposición coincidió con los treinta años de la jornada en que asumía Bianchi como DT de Vélez, el 22 de diciembre de 1992. Desde entonces hubo instantes formidables donde se grabaron copas con el nombre de Vélez y alegrías en el alma de una hinchada cada vez más grande. La que fue en gran número hasta en Japón para ganarle al Milan italiano.
Omar Di Salvo tiene proyectos que por ahora son sueños en voz alta. Embellecer las calles y plazas abandonadas. “Veo una pared en blanco y digo como me gustaría hacer algo acá». La charla se va hacia ese ilimitado campo de la creatividad.
“En España suelo ver muchas zonas con murales. No me gusta la escritura con aerosol, los respeto pero miro mas que nada el arte”.
Hoy su viejo ídolo y amigo de los últimos tiempo se encuentra en campaña. “Los paraguayos lo aman, él es un tipo muy derecho”, describe. Y espera que vuelvan a coincidir en el país y se encuentren, con Vélez como el color de todos los colores que más sienten. Espontáneo, Pancho da las gracias, y se muestra libre, como el arte y la amistad.