En medio del boom de En el barro, la serie argentina de Netflix que no para de ser tema en redes sociales, dos caras se convirtieron en revelación inesperada: Daiana y Carmina Gonella, conocidas como las hermanas Chucky, asistentes letales de “La Gallega” (Ana Rujas). Vienen de Santa Clara de Saguier, un pueblo santafesino de apenas 2500 habitantes, y hasta hace un suspiro trabajaban en una peluquería. Hoy, sus vidas cambiaron radicalmente.
Su historia parece salida de un guion: un día después de renunciar a su trabajo, se enteraron por un amigo de un casting que buscaba gemelas (¡sin saber ni para qué era!), grabaron un video casero (con más timidez que ambición) y “corte A” estaban en Buenos Aires, frente a Sebastián Ortega y un elenco consagrado (de Valentina Zenere a Ana Garibaldi). “Fue como lanzarse al vacío”, cuentan.
Entre el vértigo de actuar por primera vez, escenas que nunca se hubieran imaginado hacer y el compañerismo brutal entre ellas, las gemelas que estudiaron para ser técnicas audiovisuales abren el camarín, la intimidad del rodaje y su propia sorpresa de haberse convertido en personajes de culto.

–¿Cómo eran los días en Santa Clara de Saguier antes de En el barro?
–Eran días muy tranquilos, imaginate que venimos de un pueblo de 2500 habitantes. Todo va a otro ritmo. La anécdota fue que renunciamos a nuestro trabajo y al día siguiente un amigo nos manda un casting en el que buscaban gemelas. Estábamos ansiosas porque teníamos que pagar el alquiler, mandamos CV a todos lados ese día y entre eso, las fotos para este casting. Usamos fotos de vacaciones y de la vida diaria en la que estábamos parecidas.
–¿Qué tan surreal fue pasar a ser las gemelas Chucky en Netflix?
–Muy surreal. De un día para el otro mudarse a Buenos Aires sin conocer a nadie y con pocos recursos porque estábamos sin trabajo fue lanzarse al vacío con mucho miedo. Pero todo se fue dando muy orgánicamente y la amorosidad del grupo nos hizo sentir siempre agradecidas y contentas.

–Ustedes no llegaron con currículum de actrices, sino con mirada de realizadoras. ¿Cómo fue ese casting que se filmaron para Ortega y su equipo?
–Para nosotras fue como un juego, en ningún momento pensamos que íbamos a quedar. Hicimos un autocasting en casa, con mucha vergüenza porque nos daba cosa filmarnos frente a la otra, ya que somos tímidas. Pero lo divertido es que la escena del casting era una pelea entre nosotras dos, y eso terminó siendo muy gracioso: dos personas idénticas puteándose.
–Justo habían renunciado al trabajo un día antes. ¿En qué trabajaban?
–En una peluquería, en una ciudad cerquita a nuestro pueblo. Mientras trabajábamos hacíamos la tesis de técnicas audiovisuales.

–¿Cómo se complementan en set, y qué límites cruzaron como Chucky 1 y 2?
–Nos damos fuerza mutuamente, cuando una no se anima la otra la empuja con amor. Cruzamos muchos límites, el principal fue el miedo a hacer el ridículo o equivocarnos.
–¿Qué les voló la cabeza del otro lado de la cámara?
–Todo. Pero lo que más nos flasheó de actuar fue ponerse en la piel de alguien sin juzgarlo, y estar presentes en la escena para poder resolverla. Con práctica y escuchando a nuestras compañeras fue saliendo de a poco.

–Compartieron escena con la Locomotora Oliveras… ¿qué recuerdan?
–Uff, ¡un montón de anécdotas! Siempre estaba el chiste de que ligaba ella. Le preguntaba al director cuándo nos iba a pegar. Y lo más cómico era que nos tocaba con un dedo y nos tumbaba.
–¿Cómo construyeron esa lealtad brutal a “La Zurda” (Lorena Vega) y luego a “La Gallega” (Ana Rujas)?
–La construimos pensando en nuestra propia lealtad como hermanas. Siempre estamos para la otra pase lo que pase. Una anécdota icónica fue en una escena de violencia: nos desorientamos y Carmina le pegó en serio a una compañera. Lloramos las dos más que ella, que terminó con la boca rota. Hoy nos reímos.
–¿Qué malvadas del cine se les vinieron a la mente para componerlas?
–Las de El Resplandor (film de Stanley Kubrick). Parecen tiernas pero son diabólicas.

–¿Tenían data previa de los personajes?
–Sí, nos mandaron un perfil que no se cuenta en la serie. Eran muy simbióticas y se movían en tándem.
–¿Opinaron o no sobre el look de las Chucky?
–No, fue todo mérito de vestuario, maquillaje y peinado. Estuvimos receptivas a lo que potenciara a los personajes.
–¿Cuál fue la locura que hicieron como Chucky que nunca harían en la vida real?
–Matar al personaje de la Rossetto (Cecilia). Jamás lo hubiéramos imaginado y menos con semejante actriz enfrente.

–¿Cómo se imaginan que sería un spin off ideal de las gemelas?
–Jajaja. Es muy difícil de contestar… pero desde lo audiovisual nosotras nos imaginamos en planos muy simétricos.
Fotos: gentileza C.G. y Netflix.