Una madre encontró el cuerpo de su hija de diez años «cubierto de sangre» luego de salir del baño. La menor fue atacada por el perro de la familia, un American bully llamado Biggie. El hecho ocurrió en una caravana del camping de East Heslerton, en Yorkshire del Norte, Inglaterra.
Según reconstruyó el Tribunal Forense de Northallerton -durante una audiencia este 23 de septiembre-, Tracey Bentham dejó a su hija Savannah junto a su mascota mientras miraba televisión para darse una ducha en la caravana familiar.
Sin embargo, debido a un desperfecto con el depósito de agua caliente del vehículo, Tracey salió del baño para buscar al abuelo de Savannah -Mark- para resolver el problema.
«No había nada que sugiriera ningún motivo de preocupación. Biggie fue descrito como un perro perezoso. Cuando regresaron, pudieron ver que Biggie había atacado a Savannah», relató el inspector jefe de detectives Matthew Wilkinson, según consignó el Daily Maily.

Wilkinson era el oficial investigador principal de guardia cuando los servicios de emergencia acudieron a la escena e investigó la muerte de Savannah. Relató que «no había testigos en la caravana cuando ocurrió el incidente».
«Cuando Tracey regresó, vio a Savannah en posición fetal. El perro estaba cubierto de sangre. Mark aseguró al perro al costado de la caravana para que Savannah pudiera recibir primeros auxilios», agregó.
Savannah fue declarada muerta en el lugar a las 16:45 y trasladada al hospital de Scarborough.
Tragedia en Yorkshire: niña muere tras ataque de su perro
Biggie fue llevado a las perreras de la policía donde fue sacrificado. Un examen post-mortem no encontró cambios físicos ni patológicos que explicaran un estallido de agresividad ni indicios de enfermedad», detalló Wilkinson
El perro estaba registrado, identificado por microchip y castrado, cumpliendo con la normativa vigente para su raza. Además, el animal llevaba con la familia cuatro años y contaba con un certificado de exención para XL Bully, lo que lo autorizaba a ciertas excepciones dentro del hogar.
«El perro no tenía bozal porque la legislación no requería que estuviera en la casa familiar», explicó el forense principal Jon Heath, quien concluyó que Savannah «murió como consecuencia de las heridas infligidas por el perro de la familia».
«Estamos completamente conmocionados y devastados por lo que le sucedió a Savannah. No podemos creer que hayamos perdido a nuestra maravillosa niña a la que amamos tanto», dijo la familia en un comunicado.